(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 13 de enero de 2013)
Desde el siglo XVII, la Royal Society figura a la cabeza de las
sociedades científicas –totalmente privada, por supuesto– que impulsaron
la investigación y el conocimiento en la Vieja Europa. Para valorar su
importancia, basta con recordar el nombre de algunos de sus miembros,
desde Charles Darwin a Isaac Newton, pasando por Robert Boyle –el gran
innovador de la Química– o Benjamin Franklin.
Otro de los nombres
preclaros que asocia su nombre a la entidad es el de Denis Papin, un
físico francés de nacimiento que pasó en Londres buena parte de su vida.
En abril de 1682, Papin –un sabio misterioso y siempre vestido de
negro– presentó en la Royal Society uno de sus inventos: el ‘digeridor’.
Es lo que en Física se conoce como ‘la marmita de Papin’ y, en su
primer diseño, un avance de la olla a presión sin la que hoy sería
difícil el guiso doméstico: un recipiente hermético que elevaba a 130
grados el punto de ebullición del agua. Papin, para demostrar la
utilidad de su invento, organizó un almuerzo con sus compañeros de
sociedad.
Cuentan las crónicas de la época que «tanto el pescado como la
carne se cocinaron en el ‘digeridor’ sin agua ni líquido alguno, con
menor consumo de carbón que en una cocción habitual y produciendo una
increíble cantidad de salsa». El plato preferido de Papin era el pichón y
solía prepararlo en su laboratorio, en su olla exprés pionera, para
agasajar a sus amigos más íntimos. «Sabía tan bien como si se hubiera
cocinado en un pastel –al modo de la época y el lugar–, cuando se había
cocinado en su propio jugo». [...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario