miércoles, 21 de septiembre de 2022

La pocha fresca, una verdura con apariencia de legumbre

(Un texto de Alejandro Toquero en el Heraldo de Aragón del 14 de septiembre de 2019)

Este producto, cuyo consumo en Aragón no es muy grande, se encuentra en el mejor momento de la temporada.

Los productos de temporada son un motivo de alegría a la mesa. [...] Frente a la tendencia a consumir cada vez más alimentos precocinados, congelados y de quinta gama, o a degustar fresas en enero y naranjas en agosto, reivindicar la importancia de acercarse al ingrediente fresco, de cercanía y sabroso casi resulta una obligación.

Las pochas frescas, nuestras protagonistas de esta semana, responden a este perfil, aunque no son muy conocidas en Aragón, ya que apenas se producen y su consumo es bastante minoritario. En el País Vasco, Navarra y La Rioja es donde, sobre todo, se da esta doble condición: la de su cultivo y degustación.

Lo sabe bien Javier Mené, de Frutas Mené, uno de los principales distribuidores aragoneses de frutas y verduras en el sector hostelero. Él lleva unos cuantos años potenciando su presencia entre los restaurantes zaragozanos y, en la actualidad, distribuye pochas frescas a alrededor de una docena de ellos.

Javier conoce bien esta alubia, que se cosecha antes de llegar a su madurez, por lo que se consume en fresco, antes de que se haya secado para convertirse en una legumbre. Este detalle es el que hace que tenga la consideración de verdura, de la que se puede disfrutar entre los meses de agosto y octubre.

Hay dos variedades de pochas: una redonda y de tono verdoso, y otra arriñonada cuya tonalidad, «tirando a pocha», explica Javier, es la que da nombre a esta alubia tan especial. Así como la mayoría de las legumbres se recogen con maquinaria una vez que están secas, en el caso de nuestra protagonista «la recolección es manual; las judieras van produciendo durante dos o tres meses y las vainas se cosechan en el momento óptimo, todavía en verde y sin haber llegado a madurar del todo para su degustación inmediata».

Los hortelanos las cogen de la mata con la vaina y es así como se comercializan. El cliente, ya sea un restaurante o un particular, es quien tiene que desgranarlas como si fueran guisantes frescos. «Un kilo se queda al final en la mitad de peso», prosigue Javier Mené. Este detalle, unido a la producción relativamente escasa y la recogida manual, encarece su precio, que para el consumidor final suele oscilar entre 6 y 8 euros el kilo.

Sin embargo, no es fácil ver este producto en los mercados, fruterías y verdulerías de Zaragoza, ni del resto de Aragón. Tan solo alguna tienda gourmet o establecimientos especializados le hacen un hueco a esta verdura, bastante más apreciada por nuestros vecinos navarros, riojanos y vascos.

SENSACIONES. Javier Mené destaca su finura y sabor. Estas características son, precisamente, las que más valoran los profesionales de la hostelería a la hora de ofrecer pochas frescas. Como más le gustan al propietario de Frutas Mené es cocidas con una cabeza de ajos, puerro, un poco de tomate, cebolla y, si acaso, «añadiendo al final un sofrito de pimiento rojo y verde».

Los hermanos Eduardo y Diego Latorre, del bar Hermanos Teresa, y el cocinero Ismael Herrero, del restaurante Azarina Fussion, confirman que es un producto que da mucho juego para combinarlo con otros ingredientes desde la sencillez de su tratamiento en los fogones.

«Para los cocineros es una maravilla porque es muy fácil de utilizar -asegura Ismael-, no hay que poner a remojo el día anterior como sucede con las legumbres y necesita poco tiempo de cocción». Este es un detalle que este profesional cuida especialmente, ya que le gusta que «la textura de la pocha quede al dente, de forma que al morder rompa el grano en la boca».

El tiempo que él las deja cociendo una vez que el agua ha roto a hervir oscila entre 25 y 30 minutos, en función de la cantidad. «Si te pasas se quedan harinosas», prosigue. […]

 

A Ismael Herrero le encanta trabajar esta verdura y esa pasión, que traslada también a las jornadas del puchero que organiza todos los años, se la ha inculcado a sus clientes, que de buen grado aceptan las diferentes propuestas que suele incluir en su carta de sugerencias.

VERSÁTIL. Para los hermanos Eduardo y Diego Latorre, del bar Hermanos Teresa, las pochas frescas son una referencia imprescindible durante los meses de septiembre y octubre. Tanto, que incluso congelan parte de las que compran para alargar algo más la temporada. «Es una verdura que no pierde propiedades tras congelarla; queda prácticamente igual de tierna y fina que en fresco», apuntan.

Los dos cocineros destacan su versatilidad en preparaciones con pescado y marisco a las que suelen añadir una parte de fumet a la cocción. Rape, chipirones, almejas, gambas, bacalao... son productos del mar que encajan muy bien. Pero una de las recetas que más aceptación tiene entre su clientela es la de pochas con berberechos, borraja y polvo de jamón ibérico.

«Con la carne de caza también combinan estupendamente, sobre todo en guisos de perdiz o codorniz, o con rabo de toro», prosiguen. Y otras dos elaboraciones especialmente afortunadas son con huevo poché y foie, y boletus y cocochas de bacalao.

En estos dos establecimientos se apuntan a la máxima de que «si a la clientela le ofreces productos frescos, de temporada y bien trabajados, difícilmente se olvidará de ellos». Es el caso de nuestra protagonista. Poco importa que en Aragón no exista una tradición de consumo muy arraigada. Si hay distribuidores y cocineros con ganas de trasladar al público su calidad, al final su valor en el mercado crecerá como la espuma. Y el de las pochas frescas, sin duda, es un valor seguro y en alza.

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