viernes, 26 de diciembre de 2014

Cerveza de Navidad



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 21 de diciembre de 2013)

Es común en muchos países cerveceros la elaboración de cervezas especialmente diseñadas para esta época del año. Cervecerías grandes y pequeñas encuentran en Navidad el momento propicio para sacar al mercado algunas experiencias únicas.

[…] Algo parecido ocurre cuando viajas por las capitales alemanas y disfrutas en los mercadillos navideños de especialidades cerveceras especialmente fabricadas para la ocasión.

Hay quien atribuye la popularización de la cerveza de Navidad, aumentando la producción y haciéndola así más accesible, a John Martin, empresario inglés que se estableció en Amberes hacia 1909 para iniciar la importación a Bélgica de las cervezas inglesas y escocesas de la época. Desde entonces, la tendencia de las cervezas navideñas se fue extendiendo y cada vez fueron más los productores que decidieron incorporarlas a sus ofertas.

En Bélgica, por ejemplo, como país de las grandes y más especiales cervezas del mundo, en el que además el consumo es notable, los ejemplos son multitud. Parece ser que el inicio de las cervezas de Navidad en territorio belga se remonta a principios de 1900, una época feliz en la que cualquier población del país podía tener una o más cervecerías establecidas dentro de su municipio. La fabricación de la cerveza y sobre todo, su distribución, tenían ciertas limitaciones propias de la época y la mayor parte de la cerveza se consumía en el entorno más inmediato al centro de la producción. La elaboración de la cerveza en general se iniciaba hacia finales de septiembre, alrededor del día de San Miguel, cuando los maestros cerveceros procedían a realizar un brazaje especial, dedicándole sus mejores materias primas y especiándolo fuertemente para ser consumido durante las fiestas de fin de año. La cerveza tenía tiempo de madurar durante varias semanas y estaba lista por los alrededores de la fiesta de San Nicolás. El producto resultante, generalmente de producción muy limitada, se ofrecía como obsequio al personal que trabajaba en la cervecería, a sus mejores clientes y el exceso, si se daba el caso, se vendía a los habitantes del pueblo.

La cerveza de Navidad belga no es lo que podemos definir como un estilo particular. La única característica común que podemos observar en ellas es que su volumen alcohólico suele estar por encima de los 7º, destinados a calentar el paladar y el estómago del aficionado durante las frías noches del invierno.

Aunque nos refiramos a estos productos bajo el nombre común de cervezas de Navidad, no corresponden estrictamente a un estilo uniforme de rígidos patrones. Las hay rubias y oscuras, tirando a dulces por la alta dosis de cereal o azúcar añadido, pero también amargas por la acción de una carga extra de lúpulo. Lo que si tienen en común, además del mencionado contenido alcohólico elevado, son sus etiquetas atiborradas de tópicos navideños.
En Baviera se elaboran cervezas especiales para la Navidad. Son más fuertes y dulces que las convencionales, pero, a diferencia de otras bebidas típicas de esta época, no contienen ingredientes como la canela o la naranja. Hay, aproximadamente, unos 500 tipos y son todo un éxito de ventas.

En todos los países del centro de Europa se encuentran especialidades de esta época del año y lo mejor es disfrutarlas allí mismo, sintiendo el frío y protegiéndote de él, bien sea junto a las estufas de los mercadillos callejeros, o en las pintorescas abadías, junto a guisos contundentes y siempre rodeados de un ambiente entrañable tan propicio estos días. Feliz Navidad cervecera a todos.

martes, 9 de diciembre de 2014

Microverduras: menos es más



(Un texto de Alberto Bravo en la revista Mujer de Hoy del 25 de enero de 2014)

Las microverduras, cosechadas 14 días después de germinar, tienen más nutrientes que las maxi.

MICRO CILANTRO 
-PROPIEDADES: respecto a su versión mayor, la presentación pequeña del cilantro multiplica por 10 la cantidad de luteina y zeaxantina, nutrientes que fortalecen la vista. 
-CON QUÉ COMBINARLO: prueba a hacer un guacamole con él. Te quedará espectacular. 

MICRO LOMBARDA 
-PROPIEDADES: esta verdura en su modalidad micro multiplica por 260 los efectos del beta-caroteno, un compuesto que ayuda a reducir las probabilidades de infarto y mejora el sistema inmunitario. 
-CON QUÉ COMBINARLA: ideal para guarniciones dulces en un plato de pescado. 

MICRO MOSTAZA ROJA 
-PROPIEDADES: aporta ingentes cantidades de vitamina C a nuestro organismo, proporcionando una ayuda indispensable en el desarrollo y cuidado de los dientes y encías, los huesos y los cartílagos; e imprescindible para la correcta absorción del hierro.
-CON QUÉ COMBINARLO: añádela a tus carnes favoritas y encontrarás un original sabor. 

MICRO RÁBANO JAPONÉS 
-PROPIEDADES: no solo es una fuente extraordinaria de sabor, sino que con una sola ración tendrás cubiertas todas tus necesidades de vitamina E, un nutriente que ayuda a mejorar la circulación sanguínea y a prevenir ataques cardíacos. 
-CON QUÉ COMBINARLO: es habitual ver a los chef usarlo como acompañante del famoso sushi, pescado crudo. Si no es de tu gusto, prueba a hacer un experimento: sustituye la lechuga por esta micro verdura en tus sándwiches. Seguro que repites.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La chilindrón aragonesa y el chilindrón navarro



(Un texto de Francisco Abad Alegría en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 8 de marzo de 2014)

Chilindrón viene de chile, pimiento, con un aumentativo que hace alusión clásicamente al pimiento seco que se conserva largo tiempo para añadirlo a los guisos. De modo que no puede estar más claro: el chilindrón es un guiso a base de pimientos secos. Pero la cosa no es tan sencilla, porque vienen los hermanos aragoneses y nos dicen que su chilindrón tiene tomate y aún más: hablan de un guiso 'a la' chilindrón. Misterio, y además entre vecinos y aún más en la misma época, cerca de dos siglos. Convengamos como hipótesis que el chilindrón navarro es una confección culinaria que se hace a base de pimientos secos y cordero tierno y que el chilindrón aragonés es un modo de cocinar tanto el cordero como especialmente el pollo, con tomate, cebolla y pimiento. Un plato, un modo.

Chilindrón navarro. El chilindrón navarro es ahora una rareza porque la fórmula inicial se contamina con tomate y además se prepara de formas dudosas y en pocos restaurantes. «En la mayor parte de los pueblos se encuentra algo que tiene justa y merecida fama... aquí en Pamplona los corderos de la Cuenca y los lachos, la alegría de los amateurs del chilindrón" reza un periódico liberal navarro a finales del siglo XIX. De modo que la cosa ya está razonablemente asentada, abundando en el tema al decir que el plato no figura en las mesas socialmente elevadas, «...porque los reyes y los magnates no han probado el chilindrón con sus ajitos y todo». Tan temprana cita nos sirve para saber tres cosas: que el chilindrón es plato reputado como importante en la cocina popular navarra, al menos en el tercer tercio del siglo XIX, y que se hace exclusivamente con corderos lachos tiernos del noroeste navarro o de la Cuenca, recién destetados. Sigamos con testimonios añejos. El mismo periódico ('Eco de Navarra', 1899) refiere una comida y cena de numeroso grupo de feligreses reunidos en la cumbre de Aralar para honrar al Ángel, detallando las pitanzas: «La cena del primer día se compuso de cordero en chilindrón y cordero asado; la comida del siguiente, la formaban cocido de cordero, ídem en chilindrón, é ídem asado, todo con buen condimento».

El maestro de periodistas Garcilaso hace un elogio y glosa del chilindrón en el 'Eco de Navarra' (1907) que podemos considerar fuente decisiva para estudiar la entidad del chilindrón navarro. En él se dice: «Han empezado a venir los lachos, los enjutos, apretados y secos lachos, de Ulzama y del Baztán, los habitadores de las bellas montañas, de esas hermosas regiones, pintorescas y siempre verdes... Nunca olvidéis que sin vosotros no puede ser sabroso el chilindrón y que sin chilindrón no podemos pasar nosotros... Algunos grandes comedores de chilindrón prefieren un poco de salsa olorosa adornando el fondo de la cazuela: En esa salsica se moja pan entre bocado y bocado de chilindrón y se empuja todo con un traguito de vino de Artajona. Otros prefieren el chilindrón seco y se entusiasman ante un trozo que clavado en el tenedor humea y despide fuerte olor de guiso caliente. Otros desean, quieren, ambicionan en el chilindrón un adorno, un precioso adorno, lo que los buenos comedores de chilindrón llaman un puntito de guindilla».

De momento, lo que no nos ha quedado claro es cuál es la esencia del chilindrón navarro. Sabemos que precisa del corderito pequeño y tierno, con o sin guindilla, más o menos salseado. Además de la esencia de extraordinario plato festivo en el ámbito familiar y privado, el chilindrón tiene valor de convite especial para celebraciones de relieve público. Por ejemplo, la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de Infantería, en el cuartel de Estella el 9 de diciembre de 1894, con el siguiente menú: «Sopa de sémola, garbanzos, cocido con chorizo y codillo de cerdo, chorizos y chilindrón de cordero con pimientos. Postres manzanas, nueces y castañas cocidas y medio litro de vino á cada soldado». Y por fin, lo público por excelencia: las fiestas patronales. Y de ellas las de san Fermín de Pamplona. El 'Eco de Navarra' (1911) hace una reseña de lo más reveladora: «A los de la Cuenca, la Burunda y demás comprovincianos, lo mismo les da una cosa que otra -el torero que traigan- a éstos, como a los incansables y férreos mozos de las tres cuartas partes del tendido, lo que les interesa es que el chilindrón y el ajoarriero estén en su punto y que haya opción frecuente al 'chaparrazo' como dice el otro».

Respecto a la fórmula genuina del chilindrón navarro; tenemos el testimonio de Pérez Galdós, que se documentaba concienzudamente antes de redactar sus 'Episodios Nacionales': describe la dieta de un oficial en campaña (Episodios Nacionales, 5ª serie, De Cartago a Sagunto): «Al filo de las doce ya estaba en la mesa la sacramental sopa de ajo; después el riquísimo chilindrón, un guiso de cordero con pementonicos de cuerno de cabra; luego las magras con tomate, y de postre los blandos roscos y el mostillo dulzón». Clarísimo: pimiento seco, cordero, nada de tomate, y la cebolla que se da por supuesta en cualquier guiso de puchero de larga duración.

Chilindrón aragonés. Perdón por alargarme con el navarro; es por compensar el general desconocimiento. ¿A qué detallar la archiconocida receta del chilindrón aragonés, el guiso 'a la chilindrón', que algunos reputan heredero de una fórmula mnemotécnica que se refiere a una jugada de naipes con descarte hasta la sota, caballo y rey, aunando tres elementos principales: pimiento, cebolla y tomate? Realmente la cosa no es tan simple, porque la esencia de la chilindrón oscense es su matrimonio indisoluble con el pollo, el pollo de antaño, de varios meses de crianza, denso sabor, duro hueso, carne sabrosa, salsa gelatinosa («se pega al morrico», al decir de los castizos) que a veces puede hacer hueco al cordero, como excepción. La defensa de López Allué sobre la asociación fiesta oscense-chilindrón y la inimitable glosa poética y también formularia de Julio Alejandro Castro Cardús en su 'Breviario de los chilindrones', con tantas añoranzas por medio, sientan la autenticidad de una elaboración bien distinta del chilindrón navarro.

En una boda celebrada en Huesca en 1927, el suboficial contrayente se gastó la hijuela en un menú compuesto por «entremeses, paella, timbal de langostinos, pollos a la chilindrón, flanes y dulces, etc.». El periódico oscense 'La Tierra' (1929), recoge una crónica en la que al referirse a la preparación de las fiestas patronales de Huesca dice que «hay unos minutos de silencio respetuoso por parte de la multitud, que luego se desbanda en pos del aperitivo precursor del pollo a la chilindrón, clásico plato en tan señalada fecha de todo oscense que se respeta». El mismo periódico, al año siguiente, dice: «¿Verdad que es fácil determinar buena parte del menú que hoy se servirá en la comida del mediodía en la mayoría de las casas oscenses? El pollo a la chilindrón, con pimiento tierno y tomate, y el melocotón en buen clarete de Lanaja o de Robres, no faltarán».

Con pimiento, claro. La fórmula de Julio Alejandro es clarísima: pollo troceado, hecho en tartera de barro, sobre una salsa armoniosa -recalca- de cebolla trinchada, tomate picado, pimientos rojos asados y troceados y una punta de jamón tierno, más los dos componentes inmateriales, calor y paciente tiempo de elaboración.

Está clarísimo. El protagonismo de los dos chilindrones es el pimiento asociado a una carne de alto aprecio en las zonas que contemplamos. El chilindrón, la chilindrón, no son salsas, como algunos han querido plasmar en crónicas de dudosa ortodoxia; son auténticos platos identitarios, esta vez realmente identitarios, de Huesca y Navarra. Buenos amigos unidos por el gusto de lo sencillo y al tiempo excelente. No traicionemos estas tradiciones, que sí son autenticas.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Frutas de hueso



(Leído en el número de Consumer de mayo de 2014)

Albaricoques y melocotones, ciruelas y nectarinas, paraguayos y cerezas constituyen una espléndida exhibición de sabor, aroma y delicadeza. Estas frutas de temporada, abundantes en los meses de calor, son llamativas y coloridas. Su textura es suave, tersa y brillante. Lucen tonos intensos y vivos, típicos de la primavera y el verano. Da gusto verlas, por variadas y atractivas, pero más gusto da probarlas por sabor y por frescura. Y es que las frutas con hueso lo tienen todo: una estupenda apariencia, unos sabores deliciosos para incorporar a la cocina, una textura jugosa y unas propiedades nutricionales interesantísimas para cuidar la salud y mejorar la alimentación.

Su lugar en la dieta, ¿cuánto es suficiente?

Las frutas frescas, con o sin hueso, tienen un importante papel en nuestra dieta. Las pruebas que relacionan su mayor presencia en nuestra alimentación con beneficios para la salud son sólidas. Sin embargo, consumimos mucho menos de lo que deberíamos. Por esa razón, las entidades de referencia recomiendan un "mínimo" -y no un máximo- de consumo. Se aconseja comer cinco raciones diarias de fruta fresca y verduras. Una ración supone unos 140-150 gramos de fruta fresca en crudo y limpio. Para hacerse una idea, se aproxima al peso de una pieza de fruta mediana (pera, manzana, naranja, plátano, membrillo, pomelo, etc.), a una rodaja mediana de melón, sandía o piña, a 2-3 piezas medianas de albaricoques, ciruelas, dátiles, mandarinas, higos, a 4-5 nísperos, a 8 fresas medianas o un plato de postre de cerezas, uvas, moras, grosellas, etc.
Según estos cálculos, deberíamos consumir entre 420 y 450 gramos de fruta fresca al día para cubrir las recomendaciones, algo que en España no hacemos, pues los adultos solo tomamos 200 gramos diarios. Es decir, consumimos menos de la mitad del mínimo recomendado. Así lo evidencia la primera encuesta nacional de ingesta dietética española, denominada "ENIDE", llevada a cabo por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Tras recoger datos de consumo individual de una muestra representativa de la población adulta española (se encuestó a 3.000 personas de entre 18 y 64 años) se concluyó que este es insuficiente.
Resulta evidente que es necesario aumentar la ingesta de frutas, pero ¿cuáles elegir? Pese a que cada una de ellas presenta ciertas características nutricionales, lo cierto es que hay pocos motivos para decantarse por un tipo u otro de fruta con hueso, salvo si se padece alguna alergia alimentaria. Esto es muy importante, ya que todas las frutas detalladas en esta guía pertenecen a la familia de las rosáceas. La alergia a frutas de esta familia es muy frecuente en adultos, razón por la que se debe acudir a un alergólogo ante la sospecha de padecer una reacción adversa tras su ingestión.
En cuanto a si es o no recomendable consumir su piel, un documento elaborado por la Asociación Española de Dietistas, junto al Comité Científico de la Asociación "5 al día", detalló que aunque es cierto que quitar su piel puede generar disminuciones en su contenido nutritivo (como fibra, vitamina C, B1 y ácido fólico), dichas disminuciones no son relevantes a largo plazo cuando se consideran los beneficios obtenidos por el consumo de estos alimentos. El documento, además, detalla que las pérdidas serán probables solo en las zonas inmediatas al corte y no en el interior del alimento. Sí es conveniente lavar bien la piel si la vamos a consumir.

¿Están muy verdes?

La temporada ideal de consumo de estas frutas se enmarca en los meses de más calor. Por tanto, lo más recomendable es consumirlas a finales de primavera y en verano. Ello nos asegurará que estarán en su justo punto de madurez, con lo que su sabor y textura serán mejores. Además, serán más baratas. Sin embargo, puede ocurrir que, al comprarlas, notemos que aún están un tanto inmaduras. En este sentido, conviene saber diferenciar las que son climatéricas de las que no lo son.
Las primeras se cosechan verdes y siguen su maduración después. Las segundas, se recogen en el momento apropiado de maduración porque son incapaces de continuar el proceso una vez separadas de la planta. Todas las frutas aquí descritas, excepto las cerezas, son climatéricas. Así pues, si compramos un albaricoque, una ciruela, un melocotón, una nectarina o un paraguayo que todavía no están en su punto, no debemos alarmarnos, solo debemos saber cómo conservar estas frutas para que su madurez se produzca con éxito en casa. Si las ponemos en una bolsa de papel con agujeros y cerca de otras frutas climatéricas maduras, madurarán antes gracias al etileno que desprende la fruta madura, que estimula la maduración de nuestra fruta menos madura. En cuanto a las cerezas, no hay otra opción que escogerlas en su punto de madurez.

¿Cómo ayudar a madurar la fruta?

  • Albaricoque: lo debemos conservar durante dos o tres días a una temperatura de unos 20ºC. Madura más rápido si lo juntamos con manzanas. Cuando ya esté maduro, lo conservaremos en la nevera.
  • Ciruela: basta con dejarla unos días a temperatura ambiente para que su pulpa se reblandezca. Incluso si la compramos madura se suele mantener en buen estado tras 2-3 días.
  • Melocotón, nectarina y paraguayo: las dejaremos dos o tres días a temperatura ambiente. Esta estrategia, aunque no las torna más dulces, sí aumenta su aroma y sabor. Un color más amarillento en la piel suele indicar una mejor madurez.

Albaricoque

Es una de las frutas más ricas en carotenos, unas sustancias que nuestro cuerpo transforma en vitamina A, necesaria para la visión y la inmunidad. Las dietas que proporcionan una alta cantidad de carotenoides se han relacionado con una disminución del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, cataratas y degeneración macular senil, aunque los estudios no son concluyentes. Los efectos cardioprotectores del consumo de esta fruta se vinculan con sus flavonoides, de entre los que destaca la quercetina. Sus ácidos orgánicos (como el málico o el cítrico) potencian la acción de la vitamina C y pueden favorecer la absorción intestinal del calcio y se han vinculado con la prevención de los cálculos renales derivados del ácido úrico.
  • Usos: además de crudas, pueden utilizarse para elaborar compotas o pasteles. Se puede desecar para elaborar los orejones de albaricoque (se retira la piel, se deshuesa y se trocea para desecar).
  • Cuándo y cómo elegirlos: su mejor época oscila entre mayo y agosto, aunque pueden conseguirse también en invierno. Conviene consumirlos maduros (que cedan al apretarlos con el dedo), pero no escogeremos piezas dañadas o demasiado blandas. Un color más rosado es una buena pista.
  • Cómo conservarlos: deben guardarse en la nevera y consumirse en 3 o 4 días desde su compra

Cereza

Necesaria para el crecimiento del tejido maternal durante el embarazo, para el correcto funcionamiento del sistema inmune y para la formación de la sangre. Destaca su contenido en potasio, conocido por su papel en la regulación de la presión sanguínea. Estudios preliminares (no concluyentes) relacionan sus antioxidantes, de los que destacan las antocianinas, con un efecto protector frente a las enfermedades cardiovasculares.
  • Usos: crudas son muy sabrosas y son ideales para tartas, mousses, sorbetes, confitadas o como relleno de bombones. En algunos países se usan en la confección de condimentos para acompañar la caza, el cerdo y las aves.
  • Cuándo y cómo elegirlas: su mejor época es entre mayo y julio, aunque podemos disfrutarlas desde finales de abril hasta mediados de agosto. Conviene escoger las que presenten un color rojo oscuro o negro vivo, según la variedad. Su piel ha de ser brillante, entera y sin imperfecciones. Las de mayor tamaño suelen tener mejor sabor.
  • Cómo conservarlas: si han alcanzado su punto de maduración las guardaremos en la nevera sin lavar ni tapar (durarán hasta dos semanas). Las variedades más oscuras son las que mejor soportan la congelación.

Ciruela

Además de su contenido en fibra dietética, otras sustancias (pectina, sorbitol o compuestos fenólicos) son los responsables de su eficacia contra el estreñimiento, ya que aumentan el volumen de las heces, estimulan los movimientos del intestino y favorecen la evacuación. Contiene carotenoides, que nuestro cuerpo transforma en vitamina A, necesaria para la piel y el sistema inmune. Algunos estudios relacionan los antioxidantes de la ciruela (ácidos cafeico, p-cumárico y ferúlico) con mejoras en los niveles de colesterol, pero se trata de investigaciones preliminares.
  • Usos: apetecen crudas y pueden aprovecharse para compotas, confituras o incluso como acompañamiento de multitud de recetas (guisos de pavo, pollo o cerdo) y postres (tartas, mousses o repostería variada).
  • Cuándo y cómo elegirlas: la mejor época de consumo se extiende de julio a agosto. No deben aparecer manchas de color marrón y no tienen que estar arrugadas (puesto que indicaría una excesiva maduración).
  • Cómo conservarlas: si todavía están un poco verdes, deben conservarse fuera del frigorífico, para permitir que maduren. Si están en su punto, las guardaremos dentro de la nevera. No deben apilarse. Suelen durar de tres a cuatro días en perfecto estado.

Melocotón

Además de su aporte en fibra dietética, los melocotones atesoran pequeñas cantidades de minerales y vitaminas, entre las que destaca la vitamina C (con un melocotón grande se cubren aproximadamente el 25% de las ingestas diarias recomendadas de la vitamina). También destaca su contenido en carotenoides con actividad provitamínica A como alfa-caroteno, beta-caroteno y criptoxantina, así como de otros carotenoides como luteína y zeaxantina.
  • Usos: se toman crudos y encajan muy bien en ensaladas. También pueden hacerse al grill, fritos, en tartas, helados o soufflés. Sirven para compotas y mermeladas, además de combinar con platos salados como acompañamiento de carnes.
  • Cuándo y cómo elegirlos: su mejor época coincide con los meses de mayo a septiembre. Las piezas deben tener un buen aspecto visual y ceder un poco al apretarlas con el dedo. Rechazaremos las que presenten manchas verdes (indican falta de maduración), las que tengan con golpes o estén demasiado maduras.
  • Cómo conservarlos: los conservaremos fuera del frigorífico si están verdes y dentro si están más maduros. No conviene congelarlos. Debemos evitar colocar unos encima de otros.

Nectarina

Su composición es muy similar a la del melocotón, si bien contiene casi el triple de vitamina C. Así, mientras que 100 gramos de melocotón aportan 7 miligramos de vitamina C, la misma cantidad de nectarina aporta 20 miligramos. Las recomendaciones de ingesta de vitamina C oscilan entre los 60 y 80 miligramos diarios, puesto que ayuda a que absorbamos el hierro de los alimentos y es necesaria para el normal funcionamiento de los sistemas nervioso e inmune.
  • Usos: crudos están muy buenos y son ideales para elaborar conservas, mermeladas, confituras y jaleas. También pueden formar parte de infinidad de postres, tartas, pasteles y helados.
  • Cuándo y cómo elegirlas: su mejor época se extiende desde mediados de primavera hasta finales del verano. Para elegirlas, seguiremos los mismos criterios descritos para el melocotón.
  • Cómo conservarlas: las nectarinas, si están maduras, han de conservarse en el frigorífico. Si en cambio, aún están verdes, las dejaremos fuera para que maduren (pero sin apilarlas).

Paraguayo

Sus características son muy similares a las del melocotón, aunque aporta una cantidad superior de fibra, azúcares y energía. Las diferencias, en todo caso, no resultan relevantes desde un punto de vista nutricional.
  • Usos: esta fruta ofrece una gran variedad de posibilidades gastronómicas. Además de cruda, puede formar parte como ingrediente de tartas, galletas, mermeladas o jaleas.
  • Cuándo y cómo elegirlos: su temporada ideal oscila entre julio y agosto. Descartaremos los ejemplares con manchas verdes, los que estén demasiado maduros o tengan golpes. En cambio, nos quedaremos con aquellos de buen aspecto, que cedan un poco al apretarlos con el dedo.
  • Cómo conservarlos: los conservaremos del mismo modo que las nectarinas o el melocotón. En la nevera si ya están maduros, fuera si aún están verdes.
En esta tabla se refleja el semáforo nutricional de cada fruta. Se toma como medida una ración, entendida como 145 gramos, en línea con lo propuesto por el Comité Científico de la entidad "5 al día". De estas frutas destaca, por una parte, el bajísimo aporte que suponen en energía, grasas, grasas saturadas y, sobre todo, sal (0% en todos los casos), y su notable aporte de fibra (entre el 8% y el 13,8% de las recomendaciones). No obstante, aparecen en color naranja los azúcares en todas las frutas (cantidad alta). Esto se debe a que resulta difícil desde un punto de vista analítico separar los "azúcares libres" (definidos por la Organización Mundial de la Salud como "los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por el fabricante, el cocinero o el consumidor, más los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos de frutas"), cuyo elevado consumo está desaconsejado, de los azúcares presentes en las frutas, cuya ingesta habitual no se ha asociado a ningún perjuicio para la salud. Esto quiere decir que estamos ante una excepción: pese a que estos nutrientes son elevados, no significa que debamos estar alerta.
En todos los casos, el aporte en grasas y sodio (sal) es tan bajo que no tiene sentido evaluar su aporte en nuestra dieta. En cambio, sí tiene cierta utilidad valorar sus calorías, azúcares y fibra.
  • Calorías. Una ración de estas frutas aporta muy poca energía (menos del 4% de las calorías diarias). La que menos calorías aporta es el albaricoque (46,2 kcal), casi la mitad de las que aporta la ciruela (76,6 kcal).
  • Azúcares. Los azúcares de las frutas no presentan riesgo alguno para la salud, si bien existe una excepción: las personas con diabetes. Aunque un diabético puede (y de hecho, debe) consumir la misma cantidad de fruta que el resto de la población, si su dolencia está controlada con insulina, deberá adaptar la dosis de dicha sustancia en función de la cantidad de azúcares ingeridos. El albaricoque y el melocotón son las dos frutas que menos azúcares aportan (10,8 g y 11,4 g, respectivamente), mientras que la ciruela contiene una cantidad bastante superior (17,4 g).
  • Fibra dietética. Todas estas frutas son ricas en fibra; en especial, la ciruela. De ahí su popularidad para ayudar a regular el tránsito intestinal. Las cerezas, en cambio, tienen un contenido bastante inferior (7,9 gramos, casi la mitad que las ciruelas), aunque sigue siendo notable. El papel de la fibra dietética de los alimentos para prevenir -o incluso, tratar- ciertas dolencias digestivas (como el estreñimiento) es bien conocido, aunque este nutriente también se relaciona con beneficios cardiovasculares.
[…]

Cómo lavar las frutas

Las frutas que tienen hueso pueden consumirse con piel. Si bien este alimento, a diferencia de las verduras, crece en árboles (lejos de los animales y el suelo), su superficie también puede contaminarse. Además, en la mayoría de los casos estas frutas se consumen crudas y, por tanto, no se someten a ningún proceso de higienización por calor. Por ello, es muy importante lavarlas bien, para eliminar cualquier posibilidad de contaminación microbiana. Se ha de seguir un procedimiento eficaz de limpieza, desinfección, aclarado y escurrido. Si las frutas están muy sucias, quizás debamos usar desinfectantes como la lejía de uso alimentario y aclarar bien con agua limpia. El proceso de limpieza para las frutas con hueso antes mencionadas será el siguiente:
  • Lavarse bien las manos antes de empezar a manipular las frutas.
  • Eliminar partes sucias, dañadas por posibles golpes o demasiado maduras.
  • Para el melocotón, la nectarina y el paraguayo, que tienen piel un poco más gruesa, puede usarse un cepillo para limpiarlas mejor.
  • Si la fruta tiene tallos, como es el caso de las cerezas, deberá prestarse atención también a esta parte porque puede contener sustancias indeseables que se transfieran al fruto. Eliminar esta parte reduce los riesgos de contaminación.
  • Lavar las piezas enteras con piel con abundante agua potable.
  • Eliminar el agua de lavado.
  • En el caso de que estén muy sucias pueden sumergirse con unas gotas de lejía de uso alimentario.
  • Aclarar con abundante agua potable y escurrir.
  • Secar con un trapo limpio o papel de cocina para eliminar cualquier resto de bacterias.

Consejos para el ahorro

  • Aprovechar el tiempo. Las frutas de temporada son más baratas y tienen mejor sabor. Este es el principal consejo para ahorrar en la compra. En el caso de las frutas con hueso, la época de mayor abundancia se enmarca en los meses de calor. Aumenta la oferta, hay más cantidad, disminuyen los costes de producción y refrigeración, es más fácil encontrar productos locales o de cercanía y, por tanto, los precios se reducen.
  • Comprar lo necesario. La planificación de la compra es imprescindible. Las frutas son alimentos perecederos que deben consumirse frescos y que, con el paso excesivo de los días, se estropean. Por tanto, antes de llenar el carro con kilos y kilos de melocotones, nectarinas o albaricoques, es aconsejable calcular qué cantidad se necesita realmente en casa. ¿Cuántas personas hay en el hogar? ¿Cuándo volveremos a hacer la compra? Las recomendaciones nutricionales establecen un consumo de entre 420 y 450 gramos de fruta fresca al día por persona. En una familia de cuatro personas, esto equivale a casi 2 kilos de fruta diarios (entre 1.600 y 1.800 gramos).
  • Explorar otros usos. Por precios, aspecto, perfume y sabor, la fruta se torna irresistible cuando está en su mejor momento. Es bastante habitual comprar de más para aprovechar estas cualidades -en especial, las ofertas-. Si este es el caso, para que la compra realmente rinda en casa y suponga un ahorro real, es imprescindible no tirar nada; evitar el despilfarro. El ingenio en la cocina es una herramienta fundamental. Además de consumir la fruta fresca, podemos preparar macedonias, tartas, brochetas o mermeladas, así como licuados y granizados, sin olvidar que cualquiera de estas frutas con hueso marida muy bien con carnes (como salsas de acompañamiento, por ejemplo) y con frescas ensaladas. La clave está en aprovechar todas las piezas que se hayan comprado, incluyéndolas en distintas recetas y en diferentes momentos del día.
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