martes, 6 de febrero de 2024

Arroz: directo al grano

(Un texto de Elena Tejero en el XLSemanal del 28 de septiembre de 2014)

El arroz es el cereal más consumido en el mundo después del maíz. Su origen milenario se situa en Asia, pero no se sabe si su cultivo empezó en China, India o Tailandia. A España llegó con la invasión musulmana y desde nuestra península se propagó a Italia donde se lo conoce con el nombre de 'riso'. La superficie mundial cultivada alcanza los 180 millones de hectáreas, de las que el 90 por ciento están en Asia. Existen más de diez mil variedades, pero sólo se comercializan un diez por ciento de ellas. Estas son las más importantes.

Arroz jazmín o ‘jasmine’

De grano largo, supera los 6 mm de longitud. Su tiempo de cocción es menor que el de grano medio y queda suelto y entero. El arroz jazmín es muy aromático. También se llama 'arroz tailandés' por su relevancia en la cocina de ese país. Es más meloso que otros arroces largos, como el basmati. Una vez lavado y escurrido, se cocina 20 minutos al vapor en la clásica cesta de bambú o en la vaporera. Se puede tomar sin más como acompañante o salteado con verdura o carne. Perfecto para acompañar curris.

Receta Exprés. Arroz salteado con pollo y verduras. Los arroces orientales son como los ‘risottos’: se pueden hacer con pollo, verduras, gambas… Ingredientes: 1 cebolla cortada finita, 1 zanahoria grande cortada en trozos pequeños, brócoli cortado en trocitos, calabaza cortada finita, 200 g de arroz basmati o jazmín cocido, un chorro de aceite de oliva, un chorro de salsa de soja, opcionalmente, pimienta, cúrcuma, citronela, curri rojo… Se echa el aceite en el wok, se rehogan las verduras hasta que estén al dente. Se añaden las especias y luego el arroz ya hervido, que se rehoga unos minutos con todo. Se agrega la soja poco a poco para no pasarse, pues es muy salada. Una vez que está a nuestro gusto, se sirve. Si se quiere incorporar carne o pescado a la receta, lo primero es saltear a fuego vivo las piezas hasta que estén doradas pero jugosas. Después se sacan y se incorporan a la vez que el arroz para que no se pasen. Si se le quiere añadir huevo, hay dos sistemas: hacer una tortilla, cortarla en tiras e incorporarla al arroz; o echar el huevo batido crudo en una esquina del wok, removerlo un poco para que cuaje y después mezclarlo con los demás ingredientes.

Arroz bomba

Uno de los mejores arroces del mundo, a caballo entre los de grano medio y los redondos… Perfecto para paellas o arroces secos, ya que gracias a su gran cantidad de amilosa hace más difícil que se pase.

Receta Exprés. Arroz a la cubana. Ingredientes: 1 taza de arroz, 2,5 tazas de agua, 2 dientes de ajo, aceite y sal. Se hierve el agua. En otro cazo se rehoga el ajo sin quemarlo. Una vez listo, se echa el arroz y se rehoga. Se añade el agua hirviendo y se deja cocer a fuego medio/alto de 10 a 13 minutos hasta que se evapore. Se acompaña con tomate, huevos y plátanos fritos.

Arroz bahía

Pertenece a los de grano medio, entre 5 y 6 mm. Es perfecto para cocinar risotto y arroces caldosos o melosos.

Receta Exprés. Arroz caldoso con almejas. Ingredientes: 250 g de arroz, 250 g de almejas, 750 ml de caldo de pescado, 2 dientes de ajo picados, 1 cebolla pequeña picada, 1 cayena, perejil picado, aceite de oliva, 1/2 taza de vino blanco, sal y pimienta. Se emplea un recipiente de barro ancho. Se rehoga la cebolla hasta que esté transparente. Se añaden el ajo y la cayena. Antes de que se quemen, se incorpora el arroz, se salpimenta y se rehoga unos minutos. Se agrega el vino, se deja evaporar y se vierten el caldo de pescado hirviendo y las almejas. Se deja 14 o 16 minutos, hasta que el arroz esté hecho. Se prueba, se rectifica de sal, se retira la cayena, se espolvorea con perejil y se sirve.

Arroz vaporizado

El arroz se somete a vapor de agua a presión, con lo que se logra eliminar gran parte de su almidón. De esta forma el arroz no se pasa ni se pega al cocinarlo. Esta técnica que parece muy moderna se lleva haciendo de forma artesanal en Birmania desde hace siglos, mojando el arroz con cáscara en agua y dejándolo secar al sol. Con la retirada del almidón, el arroz absorbe menos el sabor de los caldos. Es ideal para ensaladas y guarniciones.

Receta Exprés. Ensalada de arroz vaporizado con piña, mango, langostinos, aguacate y salsa rosa.

Arroz basmati

De grano largo, aromático. Al cocinarlo, se hincha solo a lo largo en granos finos, muy secos y separados. Se suele lavar antes de cocerlo para que quede más suelto. Es perfecto para guarnición de platos con salsa y para ensaladas.

Receta Exprés. Arroz pilaf. Ingredientes: una taza de arroz basmati cocido y mantequilla. Se rehoga el arroz en la sartén impregnándolo bien con la mantequilla y añadiendo al final los extras que queramos. Esta receta se puede enriquecer con nueces, piñones o pasas.

Arroz salvaje

No es arroz, sino la semilla de una planta: la Zizania aquatica. A veces se vende mezclado con otros, pero no conviene comprar estas preparaciones: el arroz salvaje puede tardar hasta 4S minutos en estar listo.

Receta Exprés. Arroz salvaje frito. Ingredientes: arroz salvaje, aceite y sal. En una sartén se calienta el aceite y, cuando esté muy muy caliente, se van añadiendo puñados de arroz salvaje, casi uno a uno. Al instante se hincha y se pone blanco. Entonces se saca, se coloca sobre papel absorbente y se sala un poco. Sirve como aperitivo y para adornar ensaladas.

Arroz integral

El arroz integral es un arroz descascarillado al que se ha dejado la cáscara de salvado que lo recubre y que le confiere ese color marrón. Tiene más valor nutritivo que el blando y contiene fibra, vitaminas B1, B2, B3 y D, hierro, calcio y potasio. Existe arroz integral de todas las variedades descritas en este reportaje.

Receta Exprés. Ensalada de arroz Integral con taquitos de salmón ahumado, maíz y aguacate acompañado con aceite de oliva, vinagre y aceitunas picadas.

Arroz arborio

Su tamaño es pequeño y su apariencia, casi esférica. Este tipo de arroz se cuece rápido. Resulta ideal para preparaciones muy cremosas.

Receta Exprés. Arroz cremoso. Ingredientes: 1 taza de arroz, 2 de caldo de pollo, 1/2 cebolla cortada finita, 100 g de jamón cocido en tacos, ½ taza de queso cheddar rallado y 50 grs. de mantequilla. Se sofríe la cebolla con la mitad de la mantequilla. Se añaden el arroz y el jamón y se rehogan. Se vierte el caldo caliente y se cuece 10 minutos removiendo todo. Se ponen la mantequilla y el queso, se remueve y se sirve.

Tras el punto del arroz

Darle el punto es cuestión de experiencia. Depende de varias cosas: el tipo de arroz, la temperatura, la cantidad de líquido que le pongamos… No podemos dar la receta exacta del punto para todos los arroces, pero sí algunos consejos:

- En cuanto al líquido, la norma habitual es utilizar 2 veces la cantidad de líquido por cada unidad de arroz y un poco más. Para una taza de arroz, 2,25 tazas de caldo; para 2 tazas de arroz, 4,5

- El arroz debe hervir continuamente. Primero, fuerte; y, pasados los primeros minutos, se baja el fuego para que mantenga el punto de cocción sin quemarse.

- Una vez terminado, el arroz debe reposar para que se seque y se suelte. Para ello, al apagar el fuego, el arroz debe estar blando por fuera y algo crujiente por dentro; así lograremos que durante el reposo no se pase. El reposo será tapado si el arroz está todavía algo entero, o destapado si está más próximo al punto. Si el arroz estuviera en su punto al apagar, debe refrescarse con agua fría para cortar la cocción.

- Si se lava el arroz antes de cocerlo, se elimina almidón: quedará menos meloso y más suelto, pero absorberá menos sabores. Es buena idea lavar los arroces de grano largo para guarniciones, pero nunca los de paellas, arroces caldosos, risottos…

- La forma exprés de preparar arroz es hervirlo en abundante agua hasta que esté en su punto. Luego se cuela y se lava en agua fría para cortar la cocción. Entonces, ya se puede saltear o rehogar al gusto.

¡La clave está en el almidón!

Cuando hablamos del almidón del arroz, estamos hablando de dos cosas: de amilosa y de amilopectina. Estas dos sustancias forman el cien por cien del almidón del arroz. El porcentaje de una y otra es lo que determinará su comportamiento al cocer.

Así, las variedades con más amilosa suelen dar granos cocidos más bien secos y que se endurecen aún más al enfriarse. Tienen poca capacidad de absorber el sabor y rara vez se pasan. Sin embargo, las variedades con menor porcentaje de amilosa y, por lo tanto, más ricas en amilopectina tienen mayor capacidad de absorción del sabor, y tras la cocción el grano no será tan firme y dará sensación de melosidad cuanto menor sea el porcentaje de amilosa, mayor será la probabilidad de que el arroz se pase. Por ejemplo:

- Senia y Bahía - Entre el 18 y 19 por ciento de amilosa. Absorben muy bien el sabor del caldo y son perfectos para arroces caldosos, risottos e incluso sushi.

- Bomba - Un 24 por ciento de amilosa. Aguanta más la cocción sin abrirse, así como el reposo, pero absorbe menos el sabor del caldo, por lo que debe enriquecerse con un sofrito. Es un arroz seco.

- Puntal y Thaibonnet - Del 24 al 28 por ciento de amilosa. Son arroces de grano largo que quedan muy sueltos. Especiales para guarniciones o ensaladas.

El risoto

Para hacer un buen risotto con setas, lo habitual es utilizar Boletus edulis -también llamados 'ceps'-, pero se puede emplear otro tipo como las gamuzas, las cantarelas o incluso unos champiñones Portobello. La forma de proceder con las setas es siempre la misma: limpiarlas bien y picarlas en trocitos pequeños. La receta del risotto es flexible, se le puede añadir cualquier ingrediente: espárrago verde, alcachofa, gambas, trufa, tomate… (Se sigue la receta sustituyendo las setas por otro ingrediente).

Ingredientes por cada 200 grs de arroz Carnaroli:

1-1,2 l de caldo de pollo, 40 g. de mantequilla a temperatura ambiente, 1 cebolla pequeña picada muy fina, 1/2 taza de queso parmesano rallado, 1/2 cucharada de aceite de oliva, un chorrito de vino blanco, sal y pimienta, 1/4 kg de setas en trozos pequeños.

Se pone el caldo a hervir y se mantiene caliente. Se echa el aceite en una cazuela baja y, cuando esté caliente, se añade la cebolla. Se sofríe a fuego medio hasta que esté transparente y se agrega el arroz. Se rehoga con la cebolla durante un minuto y se vierte el vino. Se deja evaporar, se sube un poco el fuego y se añade una taza de caldo. Se remueve hasta que el arroz lo haya absorbido y se añade otra. Se mantiene el arroz hirviendo, pero cuidando el fuego para que no se pegue. Se repite este procesó sin dejar de remover hasta acabar con el caldo y con el arroz hecho y cremoso, pero no pasado. Este proceso dura unos 20 minutos. Es recomendable tener caldo extra por si el arroz sigue duro al acabar. Si no tenemos más, se puede añadir agua caliente hasta que el arroz esté en su punto: cremoso pero con el grano ligeramente firme. Se retira la cazuela del fuego, se agregan la mantequilla y el parmesano y se remueve con fuerza. Si queda pastoso, se puede incorporar más caldo. Es importante no salpimentar hasta que esté listo para servir, porque el parmesano le da un sabor muy fuerte. Se sirve de inmediato.

martes, 30 de enero de 2024

Salsa brava (y sus patatas)

(Leído en Directo al Paladar)

En la gastronomía española ocupa un lugar de honor la salsa brava. Sí, esa que acompaña las patatas que de ella toman su nombre, las patatas bravas. Una de las tapas más populares de los bares del país cuyo origen -poco claro- apunta al Madrid de los años 50-60 del siglo pasado.

Dos bares madrileños que ya no están entre nosotros son reconocidos como los primeros en servir esta tapa. Casa Pellico, que estaba situado en la calle Toledo, y La Casona, en la calle Echegaray.

Además de sabrosa, la receta era sencilla y, posiblemente por ello, se popularizó rápidamente por el resto de la capital y, más tarde, del país, compitiendo con la salsa mayonesa y el kétchup sobre todo acompañando las patatas fritas de aperitivo.

La salsa brava se caracteriza por ese toque picante que la diferencia de muchas otras. Unas recetas lo toman del pimentón picante, otras de la pimienta de cayena, otras del tabasco, etc. Y es que, aunque muchos reclaman su salsa como la auténtica, lo cierto es que no existe referencia alguna a la receta exacta.

Cada maestrillo tiene su librillo y no hay más que probar esta ración en distintos bares para darse cuenta de ello. No hay dos salsas bravas iguales.

Y dentro de la incertidumbre sobre su origen y la autenticidad de esta fórmula, encontramos que -posiblemente- fue en Madrid donde se incorporó por primera vez el uso de tomate triturado como ingrediente principal, desplazando el caldo y la harina al destierro.

 

martes, 23 de enero de 2024

Some kitchen tricks

(Read on https://entertainment.digitaltrends.com)
 
Fresh avocados
If your avocados keep ripening too quickly, try storing them with fresh onion. Either red or yellow will work, although the yellow flavor is stronger and more likely to affect the taste of your avocado. Whichever you choose, though, it’ll stop the avocado from browning at such a rapid rate.
 
 

martes, 16 de enero de 2024

Sobre salsas

(Leído en Directo al Paladar, un gran blog de cocina)

Las salsas son elaboraciones culinarias que se utilizan para condimentar y potenciar el sabor de los alimentos que acompañan, aportando un valor añadido tremendo. Tienen la capacidad de transformar una receta "comsí comsá" en un platazo y conviene darles la importancia que merecen.

Aunque parezca un elemento secundario, una salsa puede estropear una receta o elevarla al séptimo cielo, y no todo el mundo sabe prepararlas correctamente.

Cuando se hace referencia a las salsas, no puede dejar de mencionarse a la gastronomía francesa. Las salsas madre o grandes salsas representan la esencia de la cocina clásica. La primera clasificación la realizó el chef francés Marie Antoine Carême en el siglo XVIII, quién en su obra L'art de la cuisine française estableció cuatro grandes salsafundamentales: la española, la velouté, la bechamel y la alemana.

Dos siglos más tarde otro chef francés, Auguste Escoffier, estableció un nuevo sistema de organización de las salsas, retirando la alemana y añadiendo dos más: la de tomate y la holandesa, que codificó en forma de receta en Le Guide Culinaire en 1903. A esta clasificación, base de la cocina moderna, le sigue una más actual que distingue las salsas entre grandes (española, bechamel, velouté y tomate) y pequeñas (mayonesa, holandesa, bearnesa y vinagreta).

Básicamente, el líquido necesita ser espesado de modo que cubra y aferre la comida en vez de quedar despegado de ella. El espesamiento puede ocurrir cocinando y reduciendo cosas como la salsa de tomate, que naturalmente se espesa a medida que se evapora la humedad, pero otras salsas necesitan un poco de ayuda.

Aquí es donde entra en juego el roux. Roux es básicamente cocinar la grasa y la harina juntas antes de agregar el líquido para que mezcla crezca. La grasa usada generalmente es la mantequilla, pero el aceite u otras grasas se pueden también utilizar. La grasa y la harina se cocinan juntas hasta obtener una pasta muy oscura, con un sabor ligeramente a nuez, cuando se agrega el líquido y se lleva a ebullición, la harina espesa el líquido y se obtiene una deliciosa salsa.

Cuatro de las cinco salsas madre son engrosados ​​por un roux, por lo que es importante saber en qué consiste y cómo se prepara.

 

 

martes, 9 de enero de 2024

"Pound cake" o bizcocho cuatro cuartos, o bizcocho de libra

(Un texto de Claudia Polo en El País del 29 de junio de 2023)

El sueño de cualquier repostero amateur con poco arte con las masas es una receta de bizcocho sencilla, que no requiera pesar muchos ingredientes, se mezcle y hornee sin vigilarla mucho. La tarta de libra sería el postre de sus sueños.

En 1700 se populariza en Inglaterra un bizcocho elaborado con una libra - 455 gramos- de harina, una de mantequilla, una de huevos y una de azúcar. Las grandes cantidades y el hecho de poderla preparar sin necesidad de tener una báscula a mano, la convertían en un pastel grande y pesado que podía alimentar fácilmente a un gran grupo de personas (seguramente lo que se necesitaba en Inglaterra en el siglo XVIII).

Aunque las proporciones se alteren para hacerla más pequeña, el nombre se queda y siempre se mantiene la misma cantidad de todos los ingredientes. Una manera sencilla de prepararlo es cascar primero los huevos –dos, tres o quince, si hay muchos invitados–, pesarlos, e incorporar la misma cantidad del resto de los ingredientes. El quatre-quarts es la versión francesa. Utiliza la misma regla, pero incluye un apunte que la mejora: batir los huevos con el azúcar hasta que queden montados. El resultado es perfecto: miga compacta, pero jugosa y blandita, con un sabor profundo a mantequilla y una textura sedosa.

Al final no necesitamos chiquicientas recetas distintas de bizcochos y tartas, con una nos vale. A partir de esta base se puede empezar a jugar con aromas y saborizantes para obtener distintas versiones según lo que necesitemos. Es ideal para rellenar, una vez enfriado el bizcocho, se corta sin problemas y aguanta cremas o mermeladas. Por encima puede cubrirse de alguna ganache o untarse con sirope. En esta versión al bizcocho se le añade jengibre fresco rallado, cardamomo y ralladura de limón, naranja y pomelo. Al sacarlo del horno, cuando todavía está caliente, se unta con un sirope elaborado con el zumo de los cítricos y azúcar. Si quiere servirse como postre, una rodaja tostada en mantequilla en una sartén y servida con una cucharada de nata montada o helado de nata, es una opción apañadísima.

Tiempo: 65 minutos

Dificultad: No dormirse mientras esté el horno encendido, el resto no tiene misterio

Ingredientes

Para unas 6-8 personas

  • 4 huevos (200 g)
  • 200 g de harina
  • 200 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 200 g de azúcar para el bizcocho y 100 g para el sirope
  • 1 limón
  • 1 naranja
  • 1 pomelo
  • 2 cucharadas de cardamomo molido
  • 1 cucharada de jengibre fresco rallado
  • 1 cucharada de levadura química
  • Una pizca de sal

Instrucciones

1. Calentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. 
2. Batir la mantequilla con la mitad del azúcar (100 gramos) hasta que quede espumada. 
3. Batir los huevos con el resto del azúcar (100 gramos)  hasta que doblen su tamaño. Incorporar la primera mezcla a la segunda usando una espátula y mezclando con cuidado. 
4. Rallar la piel de los cítricos e incorporarla a la mezcla. Añadir el cardamomo y el jengibre. 
5. Tamizar la harina e incorporar en dos tandas removiendo con movimientos envolventes. 
6. Rellenar un molde alargado de 20 centímetros de largo y hornear 50 minutos. 
7. Exprimir los cítricos y cocinar junto al azúcar durante cinco minutos, hasta obtener la textura de un sirope líquido. Verter sobre el bizcocho al sacarlo del horno. 
8. Dejar enfriar y desmoldar.

martes, 2 de enero de 2024

Almidón resistente: por qué enfriar los carbohidratos es bueno para ti y para tu dieta

(Un texto de María Corisco en El Confidencial del 18 de octubre de 2018)

Arroz, patatas, legumbres... recalentados. Meter estos alimentos en la nevera después de haberlos cocinado es una excelente estrategia para alimentar tu microbiota.
 
Si alguna vez te has sometido a una dieta de adelgazamiento, lo más probable es que te hayan retirado las patatas, el arroz, las legumbres… ¿El motivo? Su alto contenido en hidratos de carbono de rápida absorción, es decir, con un índice glucémico alto. Y es un error, porque tener sobrepeso u obesidad no es una cuestión de comer o no cereales o patatas, y muy especialmente cuando están asados o cocidos. La clave: el almidón resistente, que es además un excelente festín para las bacterias intestinales y que puede,
incluso, ayudarnos a mejorar los problemas de inflamación provocados por el exceso de peso.

Pero empecemos por el principio. “El almidón es la forma en que las plantas almacenan su energía -explica Jesús Sanchís, dietista-nutricionista profesor e investigador de la Universidad de Valencia y coautor del libro ‘Alimentación prebiótica’ (Ed. Plataforma Actual). Este hidrato de carbono se presenta en los alimentos como si se tratara de un ‘ovillo’ formado por dos estructuras diferentes. Cuando cocinamos las patatas, boniatos o el arroz o los cereales, ese almidón se transforma y se hace muy biodisponible para los humanos”. Es lo que se conoce como gelatinización, que hace que nuestras enzimas lo digieran con facilidad y que sea rápidamente aprovechado por nuestras células. Unos copos de avena recién hechos para el desayuno, una patata que acaba de salir del horno, el arroz o el trigo sarraceno recién cocinados están llenos de almidón. Y nosotros lo absorbemos con suma facilidad.

Pero todo cambia con algo tan sencillo como enfriar estos alimentos: “Se modifica por completo su estructura, de forma que las cadenas de amilosa que se habían salido del ‘ovillo’ se enrollan entre sí produciendo la retrogradación del almidón”. Se forma así un almidón que resiste al proceso digestivo: las enzimas no son capaces de digerirlo, de romperlo en sus unidades mínimas (glucosa) y queda disponible para que bacterias, hongos y levaduras lo puedan fermentar. “Ya no seremos nosotros, sino nuestros microbios intestinales los que se den todo un festín”.

De ese modo, el almidón resistente se convierte en una especie de fibra que actúa como un prebiótico. Al fermentar, produce distintos gases y ácidos grasos de cadena corta (AGCC): acetato, propionato y butirato. “El papel del butirato es muy importante, ya que cumple funciones a nivel del sistema inmune, antitumorales y antiinflamatorias. La sociedad occidental, enferma de disbiosis, ha perdido bacterias productoras de butirato y el almidón resistente aumenta su población”.

Esto va a ser de especial interés en el caso de la obesidad y el sobrepeso, ya que se trata de patologías que van unidas a una inflamación crónica de grado bajo. “Si una persona quiere mejorar su peso -y no hablamos de cuestiones estéticas, sino de salud-, lo importante es tratar la inflamación. Y se puede conseguir aportando almidón resistente o fibra fermentable, que mejorará el sistema intestinal que tienen alterado”.

Cómo prepararlo
 
Aprendamos a prepararlo y a sacarle el máximo rendimiento. Para ello hay una serie de normas: el enfriamiento debe hacerse en nevera, ya que la temperatura óptima de retrogradación es de 4-5ºC. De los diversos modos de cocinados, cuenta Lucía Redondo, dietista-nutricionista, el ideal sería, en el caso de las patatas o boniatos, “la cocción al horno y con piel, ya que de este modo no pasa al agua nada del almidón; también es recomendable no partirlo en trozos pequeños, para que no quede demasiada superficie
expuesta. Una buena idea es llenar una bandeja del horno con boniatos o patatas y hornearlos; después, cuando ya están atemperados, se meten en la nevera. Así podemos tener algo preparado para poner en el plato en cualquier momento”. El arroz, las legumbres o la avena, lógicamente, tienen que ser hervidos. “Un consejo más: el arroz, mejor de grano largo”.

La pregunta es inmediata: ¿y tenemos que comerlo frío? No solo no hace falta, sino que, incluso, es preferible recalentarlo. Así se desprende de un experimento que realizó el célebre médico y periodista de la BBC Michael Mosley junto al doctor Chris Val Tulleken. Ellos utilizaron espaguetis y se los dieron a probar recién hechos, fríos o recalentados a tres grupos diferentes de voluntarios. Tras hacerles muestras de sangre cada 15 minutos, valoraron qué ocurría con los valores de glucosa en su sangre. El hallazgo
les sorprendió: “Vimos que, al recalentar el espagueti, el almidón se volvió todavía más resistente y hubo un incremento mucho menor en el nivel de glucosa”.

Hemos tocado un tema importante: el del almidón resistente y su relación con la insulina y el metabolismo de las grasas. En este sentido, la investigadora Nuria Salazar Garzo, del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, apunta que “recientes estudios clínicos y en animales han demostrado que el almidón resistente mejora la resistencia a la insulina y los problemas asociados con el metabolismo de los lípidos”. Era una idea comúnmente aceptada que la microbiota se considerara un mediador clave en el efecto beneficioso al consumo de almidón resistente, pero en un estudio internacional, publicado en la revista 'Microbiome' y en el que colabora Salazar Gago, “demostramos que la administración de almidón resistente a dosis moderada mejora la resistencia a la insulina de manera independiente a la microbiota intestinal”.

Más allá de estos mecanismos, aún en investigación, lo que parece claro es que el almidón resistente podría ser útil para personas con resistencia a la insulina. Pensemos que muchas personas con diabetes no toman carbohidratos como el arroz o la patata por su elevado índice glicémico. “Pero al enfriarlos, en el proceso de retrogradación, se reduce este índice glicémico y, en consecuencia, la cantidad de glucosa que se va a aprovechar. Es una estrategia interesante”.

Un par de consejos más: el primero, "al recalentar estos alimentos, no hay que pasarse en la temperatura, porque se ha comprobado que, si se calienta demasiado, el proceso se revierte; hay artículos que recomiendan no exceder los 130ºC, mientras que otros ponen el límite en 170ºC". El segundo, tener cuidado si se sufre algún tipo de enfermedad intestinal. "A las personas con SIBO, por ejemplo, no les conviene el almidón resistente -advierte Jesús Sanchís-. En ese caso interesa eliminar microbios, por lo que no les interesan fibras fermentables. Si tienes hinchazón y gases, primero trátatelo".

martes, 26 de diciembre de 2023

Cómo preparar bien el café con una cafetera de émbolo

 (Un texto de Gonzalo de Diego Ramos en elconfidencial.com del 2 de agosto de 2018)

Es una de las maneras más fáciles, económicas y efectivas de preparar la bebida. Conseguir con ella los mejores resultados requiere, con todo, de una buena técnica. Te explicamos cómo sacarle el mayor rendimiento.
 
En cápsulas, en máquina exprés, en cafetera italiana, en olla, en sifón japonés... Los métodos para preparar el café en todo el mundo son innumerables. Con el tiempo, unos pocos se han ido imponiendo y, entre todo el elenco, la elaboración de la bebida a través de la cafetera de émbolo (también llamada francesa o de pistón) ha conseguido en los últimos años no pocos adeptos.

Se trata de un artilugio que ofrece dos ventajas. Por un lado, lo único que se necesita es agua caliente y grano ya molido. Por la sencillez que conlleva el proceso, en muchas oficinas que no disponen de máquinas de cápsula, es cada vez más corriente encontrar trabajadores que, para la pausa de rigor, se sirven de una de estas cafeteras.

Por otro, el método de prensa francesa es de los más versátiles ya que permite modificar el sabor del café a través de una serie de variables. ¿Más virtudes a destacar? Las cafeteras de émbolo son muy baratas y el precio de un paquete en comparación con las cápsulas es más que notable. ¿Tener listo un buen café con una inversión tan pequeña? Es posible si sigues los consejos que a continuación te proponemos.

Consideraciones preliminares
La mecánica con la que funciona esta cafetera es particularmente sencilla. De hecho, la máquina está constituida solo por dos piezas: un vaso de cristal y una tapa con un pistón dotado de un filtro que separará durante el proceso los posos del líquido.

Como sucede con cualquier otro procedimiento para hacer café, resulta fundamental disponer de una buena materia prima. Altamente recomendable huir, por consiguiente, de la tan criticada tradición española del torrefacto. En caso de duda, mejor el café natural 100% arábiga y si se opta por las mezclas, una óptima opción es recurrir a la experiencia de los fabricantes italianos. 

Uno de elementos con el que podemos experimentar en el caso de la cafetera francesa es la molienda. Resulta, por este motivo, especialmente recomendable comprar el café en grano y emplear un molinillo que permita regular el grosor del triturado. Comenzando con un molido de tipo medio, podemos variar en sucesivas preparaciones en función de si nos gusta el café más amargo e intenso (polvo más fino) o más aguado (polvo más grueso).

Preparación en caliente
La máquina de émbolo permite dos formas de elaborar la infusión. La que vamos a ver ahora es la que más se suele utilizar:
- Precalienta el vaso vertiendo solo agua a alta temperatura. Déjala reposar unos pocos minutos.
- Tira el agua y añade el café molido. La cantidad es otro factor con el que puedes jugar dependiendo de la intensidad de sabor que desees. Como medida estándar, se aconseja una proporción de una cucharada sopera por cada 100-120 mililitros de agua.
- Vierte primero un poco de agua hasta que cubra el café molido. La temperatura ideal del líquido se sitúa entre los 92 y los 96 grados, nunca en ebullición. Remueve con una cucharilla y deja reposar la mezcla entre 30 segundos y un minuto con la tapa puesta.
- Añade el resto del agua y remueve de nuevo. Vuelve a colocar la tapa y deja que repose otra vez entre tres minutos y medio o cuatro minutos. Si permanece más tiempo, el sabor se volverá también más fuerte.
- Presiona el émbolo. Si en esta operación no ofrece mucha resistencia, lo más probable es que la molienda que has utilizado era demasiado gruesa. Si la fricción es, sin embargo, excesiva, significa que el polvo de café era demasiado fino.
- Nada más acabar, vierte el contenido en la taza, de otro modo el agua seguirá absorbiendo el aroma del grano y el sabor amargo 6. acabará aumentando.

Preparación en frío
Menos conocida es esta otra técnica que da como resultado una bebida más dulce y delicada. Por contra, el proceso es mucho más lento. La ausencia de altas temperaturas en el agua impide que se extraigan ciertas grasas del café que causan en algunos sujetos dolor de estómago. Los pasos son parecidos a los del primer procedimiento:
1. Se vierte el cafe molido en el vaso de cristal.
2. Se vierte el agua a temperatura ambiente.
3. Con una cuchara se agita la mezcla y se cubre con la tapa.
4. Se deja reposar la cafetera durante al menos 12 horas. Si quieres servir el café frío, puedes dejar la máquina durante todo ese tiempo dentro del frigorífico.
5. Pasado ese tiempo, basta presionar el émbolo y verter el líquido en una taza.
 
Si quieres experimentar aún más, con este método puedes obtener un 'caffelatte' muy especial sustituyendo el agua de la infusión directamente por leche.

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