jueves, 28 de febrero de 2013

Ginebra



(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 9 de mayo de 2010)

Hace 350 años, en 1650, recién llegado como profesor de Medicina a la Universidad holandesa de Leiden, Franciscus Sylvius, alemán de nacimiento y también conocido como Franz de la Boe, concibió y preparó la primera ginebra de la historia. La intención del sabio no era crear una nueva bebida, sino un fármaco adecuado para el tratamiento de las enfermedades renales y, a tal efecto, mezcló un alcohol destilado de trigo, cebada y maíz con aceite de enebro. No consta cuántos de sus pacientes aliviaron los males de sus riñones; pero es un hecho que el destilado se asentó en el repertorio del consumo humano hasta ser, hoy en día, la única bebida destilada que acerca su consumo al del whisky. Uno de los modos más comunes de consumir la ginebra tuvo también origen medicinal: el gin-tonic. Fue la receta de los médicos regimentales británicos desplazados a La India para que la tropa consumiera su ración diaria de quinina, inevitable para prevenir la malaria. Hoy el gin-tonic se ha convertido en síntoma de distinción y muchos restaurantes compiten en la variedad de marcas del destilado y de aguas tónicas disponibles para alegrar la sobremesa de sus clientes. Ojo, sólo es -en puridad-ginebra la de alcohol destilado de cereales. La G'Vine, que se ofrece como «la mejor del mundo» no es ginebra, es de alcohol de vino. […]

miércoles, 27 de febrero de 2013

Lisboa y alrededores



(Un artículo publicado en el XLSemanal del 13 de junio de 2010)

El ritual obliga a tomarse un Santini al atardecer en Boca del Infierno. Estamos a 20 kilómetros de Lisboa y esta heladería a las afueras de Cascais, fundada por Attilio Santini en 1949, es el inicio -o el final- de esta historia.
El heladero de Cortina d’Ampezzo vino siguiendo al rey italiano, que en el exilio creó una corte paralela. El lugar se convirtió en refugio de los Borbones, los Saboya... La republicana costa de Lisboa fue así, en la primera mitad del siglo XX, la mayor corte de Europa. 

Pero Lisboa y su costa nunca fueron el final del trayecto. Para muchos, como Lord Byron o Hans Christian Andersen, la costa era una parada antes de sus largos viajes al continente americano. Lo que ocurre es que llegaban y se quedaban. ¿Otro ejemplo? Calouste Gulbenkian. El rico empresario turco pasó por España (nadie le hizo caso), llegó a Portugal y repitió la historia. Claro, que él también era rey (aunque fuera del petróleo). Los lugareños hablan del clima, presumen de lo virgen del paisaje, donde todavía se pueden coger percebes en sus rocas intermareales. 

Pero también hay datos. El litoral de Guincho (al noroeste de Cascais) tiene nueve kilómetros de playas salvajes -reino de los surfistas-. Cierra este paraíso de arena y olas inmensas el punto más septentrional de la Europa continental, el cabo de Roca. Pero tierra adentro puede tino encontrarse con Sintra, considerada entre los lugares más hermosos y deseables de Portugal desde la época de la ocupación árabe. Para los más peques, el escenario de una película de Disney. El palacio de Pena (léase, 'Peña' en castellano) es el triunfo del 'neo'. Por aquí, neogótico; por allí, neomanuelino; más atrás, neoislámico; y algo neorrenacentista para rematar. 

Pasear por su parque lo libera a uno de almenas y gárgolas. Y al atardecer, cuando los turistas han desaparecido, es la hora del viajero; tiempo de recorrer las calles adoquinadas de la vieja ciudad. El Palacio Nacional de Sintra está cerrado, pero sus características chimeneas blancas se convierten en una pantalla donde ver proyectada la magia del paso del Sol a las estrellas.
Seguimos de ruta por el interior; Mafra es parada obligada. Su famosa biblioteca, a la vez que palacio, encontró hueco para un convento. Construido por el extravagante Joao V, supuestamente como disculpa para sus excesos sexuales, es también protagonista de la novela Memorial del convento, de José Saramago. Aquí, todo es barroco en arquitectura y hay sabiduría antigua guardada en más de 40.000 volúmenes de delicada piel en las cubiertas con relieves en oro. 

Más allá de los libros, los decovictims encontrarán una colección de muebles donde los cuernos de reno y alce toman todo el protagonismo. Un dato: el sillón con cornamenta de Yves Saint Laurent se vendió en subasta por 28 millones de dólares y de lo que sí podemos estar seguros es de que en él no se sentó ningún rey con corona. Los atractivos de la zona (playa y montaña) y su cercanía a Lisboa la hacen atractiva, aunque la gastronomía es también un valor en alza: sencillos chiringuitos al borde del mar, cocina de autor o la culinaria tradicional a base de cochinillo que se sirve en Óbidos. Porque en esta tierra, por unos días, te pueden tratar a cuerpo de rey.

Rey por unos días, o por unas horas -depende de la tarjeta de crédito-, es posible sentirse en el hotel Tivoli Palacio de Seteais. El escenario, un palacio del XVIII. Visítelo aunque sea para tomar un gin-tonic al atardecer y escabúllase por sus estancias. Si al día siguiente quiere repetir la experiencia, otro escenario de lujo a la misma hora es el hotel Albatroz, en Cascais. Sentir el mar rompiendo sobre su ventanal es uno de los atractivos del hotel Farol Design. Mucho diseño con ciertos aires minimalistas se encierran en lo que fue una antigua mansión del XIX. Lo mejor, su piscina. Como lo es también en otro hotel un poco más alejado de la ciudad de camino a Sintra: el hotel Arribas. 

Su enorme piscina es la mejor opción para los días de viento en la playa. Aquí, el aire -decorativamente hablando- es de los setenta. La última locura del diseño no ha llegado, pero el sitio se mantiene actualizado por su privilegiada ubicación. Tierra adentro, el hotel convento de Sao Saturnino. Enclavado en la sierra de Sintra, su arquitectura encalada en blanco evoca un pasado monacal.

La cocina más creativa de Portugal se encuentra en una taberna en Oeiras: 2780 Taberna tiene entre sus fogones a Nuno Barros, un antiguo ingeniero dispuesto a revolucionar la cocina tradicional portuguesa.
La costa: está salpicada por todo tipo de chiringuitos. Y los hay de todo pelaje. A Monte Mar se va a tomar los filetes de merluza con arroz de berberechos. El servicio puede parecer un poco distante con los no lugareños, pero el enclave y este simple plato merecen la parada.

También en Guincho, O Faroleiro. ¿Adivinan su especialidad? El pescado. Si se deciden por carne, en Croa la encontrará a la brasa. Está al final de Praia Grande.

Un poco más hacia el norte, en el pueblo de Azenhas do Mar, se encuentra un restaurante con piscinas o piscinas con restaurante (del mismo nombre) donde, mientras se come o se disfruta del sol, se puede disfrutar viendo cómo los pescadores llegan del mar trayendo en sus barcas el pescado fresco.
[…]

martes, 26 de febrero de 2013

Sidra



(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 26 de diciembre de 2010)

Desde que Alejandro Dumas alumbró a Los tres mosqueteros, que eran cuatro - D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis-, son muchos los tríos famosos que han servido para propiciar la alegría y el entretenimiento. Quienes ya peinan canas recordarán a Irusta, Fugazot y Dernare, los argentinos que, al final de los 20, instalaron el tango en España. Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga -Quintero, León y Quiroga- es otro trío inmortal, creador de las coplas más hermosas, desde Ay, pena, penita, pena al Romance de la reina Mercedes, que engrandecen uno de los signos de identidad de la expresión musical española. Los conocidos como payasos de la tele, Gaby, Fofó y Miliki, continuadores de la mítica familia Aragón, después de hacer reír a los niños de media América, desde los 70, formaron parte de la vida y la alegría de los niños españoles. 

En el ámbito de los que tienen trascendencia gastronómica, el trío lo formaron en 1890 los hermanos Alberto y Eladio del Valle, Bernardo de la Ballina y Ángel Fernández -Valle, Ballina y Fernández-, que, para atender la  demanda de los emigrantes asturianos, le añadieron gas a la sidra natural y crearon la Sidra El Gaitero, «famosa en el mundo entero», como decían sus anuncios. No es, como algunos piensan, un champán para pobres o un cava de segunda. La sidra se hace con manzana, no con uva, y es ideal con turrones, mazapanes, mantecados, frutos secos y demás elementos esenciales en la celebración de la Navidad y Año Nuevo. La sidra verdadera, la natural, es un aperitivo único; la achampanada, un postre adecuado.

lunes, 25 de febrero de 2013

Flor de calabacín

(Leído en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 22 de septiembre de 2012)

Frente al escaso entusiasmo que, en general. despierta el calabacín hay que decir que su flor,la flor del calabacín. es una joya que habitualmente encuentra acomodo en los restaurantes de más alto nivel.

No es muy visible y el mayor problema al que se puede enfrentar el consumidor es dónde encontrarla, pero lo cierto es que en las grandes superficies y, sobre todo, en los espacios gourmet, suele estar
presente. Lo ideal, desde luego, sería tener nuestro propio huerto y coger las flores en el mejor momento para cocinarlas rápido, pero ese es un lujo que no está al alcance de la mayoria.

Estas flores son un excelente acompañamiento para cualquier barbacoa de pescado o de carne o como sustitutivo de una ensalada, y preparadas en tempura también dan mucho juego. Se pueden hervir
(apenas 5 minutos) y aliñar con un poco de aceite, sal y vinagre de Módena, o recurrir a rellenarlas, que es la otra gran posibilidad que ofrecen: de queso con jamón, con anchoas... o rebozarlas directamente sin
ningún relleno en su interior.

Nota: Yo la conocí en Roma, donde viví un tiempo y, gracias a unos amigos, pude probarla rebozada, y también en pizza. Simplemente deliciosa.

domingo, 24 de febrero de 2013

Especialización

(La columna de Martín Ferrand en el XLSemanal del 19 de abril de 2009)



Hay restaurantes que alcanzaron la fama, incluso internacional, por su pericia en la preparación de un determinado plato. Es el caso del antes mítico, y hoy meramente histórico, La Tour d’Argent (15, Quai Tournell, París). Durante más de cuatro siglos los notables de Europa viajaron hasta allí para probar la 'especialidad de la casa', el pato. Incluso se cuenta que Enrique IV, el primero de los Borbones en Francia -antes fue rey de Navarra-, frecuentaba el establecimiento. 

Lo que ya es más insólito es que la especialidad de la casa lo sea tanto que no exista ninguna otra oferta alternativa. En lo que se me alcanza, sólo el Café París (26, rue du MontBlanc, Ginebra, Suiza) era único en el género. Con sus veladores de mármol y sus sillas Thonet, sólo ofrece el entrecot. El que, en todo el mundo, se conoce corno entrecot Café París. Está hecho a la parrilla y lo sirven con ensalada y unas inmejorables patatas fritas -en bandeja metálica sobre un mechero que los mantiene calientes- con una salsa, ése es su secreto, preparada con mantequilla, mostaza y hierbas aromáticas. 

Mi amigo Agustín Menéndez Prendes, Santarúa, con quien compartí mientras estuvo en este mundo tantos platos de fabes, me descubrió hace más de treinta años una humilde casa de comidas de Lugones, Asturias. Sólo servía fabada y arroz con leche. Ahora, y con más pretensiones, los sucesores de sus viejos propietarios han abierto casa en Madrid: La Máquina de Lugones (paseo de la Habana, 107). La fabada es magnífica; los quesos asturianos, muy bien seleccionados y el arroz con leche, extraordinario. No hay más, ha entrado por la senda de la especialización absoluta y, dada la suya y como medida de prudencia dietética, sólo abren a mediodía.
 

sábado, 23 de febrero de 2013

Guisantes

(La columna de Martín Ferrand en el XLSemanal del 14 de junio de 2009)



La inmensa familia de las leguminosas tiene su aristocracia y, dentro de ella, sobresale el guisante. Aquí, en España, hay tres modalidades que sobresalen sobre las demás. Los primeros que nos trae el año son los del Maresme, en la provincia de Barcelona, y, especialmente, los de Sant Andreu de Llavaneres. Son primicia en los albores de la primavera [..] En estos pasados días, la mínima producción de los 'de lágrima', una de las joyas de Guipúzcoa, ha llegado a cotizarse a cerca de los 200 euros el kilo. Dulces y crujientes, diminutos, constituyen una rareza de difícil cata, ya que su producción anual no alcanza la media tonelada. Se suministran en tarrinas, como el caviar. Suelen monopolizarlos los grandes santones de la cocina guipuzcoana […] Magníficos. 


Los más tardíos, que ya alcanzan su sazón, son los de la huerta de Palencia, una gran desconocida. Su dulzor es extraordinario y, sin la sutileza de los anteriores, los gana en amable untuosidad. Son la especialidad de Támara-Casa Lorenzo (avda. de América, 33, Madrid), que los congela y ofrece durante todo el año.
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