domingo, 26 de mayo de 2019

Congrio

(Leído en el Heraldo de Aragón del 27 de noviembre de 2017)

En Aragón no hay mar y, sin embargo, sorprende que uno de los productos tradicionales de la tierra sea el congrio seco. La cocina aragonesa, y en especial la bilbilitana, incluyen en su carta especialidades como el congrio a la bilbilitana y los garbanzos con congrio. Pero, ¿de dónde procede la conexión entre este pescado fresco de la costa coruñesa que se sirve seco en Aragón?

La tradición se remonta al siglo XV –la primera referencia histórica es de 1446–, cuando la industria soguera de Calatayud producía cuerdas de cáñamo y cabos para distintos puertos del país. Uno de los lugares a los que se transportaban estas sogas era la localidad gallega de Muxía. Los bilbilitanos las cambiaban por congrio y, para evitar que durante el trayecto de vuelta este se estropeara, los gallegos decidieron secarlo. Fue así como el consumo de congrio seco empezó a popularizarse en Aragón.

Más de 500 años después, este pescado seco ha dejado de ser un alimento del pueblo llano para pasar a convertirse en un auténtico manjar y así lo corrobora su precio en el mercado. Muxía se ha convertido hoy en un lugar único en Europa por sus secaderos de congrio. Y la cocina aragonesa ha sabido mantener este producto con más de cinco siglos de tradición.

jueves, 23 de mayo de 2019

¿Cómo se mide el amargor de la cerveza?

(Un texto leído en la revista Muy Interesante de julio de 2017)

La unidad de medida de amargor es el IBU, siglas de ‘International Bitterness Unit’ - unidad internacional de amargor-. Está directamente relacionada con los miligramos por litro que contiene de alfa-ácidos, el principio amargo extraído del lúpulo. Valores más altos indican un mayor amargor.

domingo, 19 de mayo de 2019

Una dieta para lucir una piel envidiable


(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy en el 25 de agosto de 2018)

Para lucir una piel envidiable tienes que fijarte muy bien en lo que pones en tu plato. Descubre la alimentación que se convertirá en tu mejor rutina de belleza. 

Una piel luminosa, hidratada, sin arrugas… Estas características por los que todas suspiramos están al alcance del plato porque son, en realidad, síntomas de que nuestra dieta está aportando a la piel todo lo que necesita para lucir su mejor aspecto. Nos guste o no, somos lo que comemos y si nuestra alimentación está bien equilibrada y la ingesta de nutrientes es la adecuada, el beneficiario más evidente será nuestro rostro.

A grandes rasgos, la dieta óptima para conseguir este objetivo debe incluir una amplia selección de frutas y verduras, pescado azul y legumbres, y ser baja en azúcares libres, grasas trans y alimentos procesados. "Lo más importante para la piel (y para tener salud) es llevar una alimentación equilibrada y por supuesto variada y si seguimos esta idea, la piel será un buen reflejo de ello", explica la doctora Marta Villarino Sanz, dietista-nutricionista y miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid (CODINMA). Con ayuda de esta experta, repasamos los factores que harán que tu piel esté deslumbrante.

AGUA Y GRASA PARA UNA PIEL FLEXIBLE
Empecemos por la base: la hidratación. "Una buena hidratación juega un papel relevante, por lo que hay que ajustar la cantidad de agua a las recomendaciones de cada grupo", asegura la doctora Villarino Sanz. Entonces, ¿cuánto hay que beber? Pues no te tortures intentando ingerir sin ganas ocho vasos de agua al día, porque, si eres una persona sana, puedes beber solo cuando tengas sed. El otro aspecto imprescindible para la flexibilidad de la piel, además de la hidratación, es la grasa. Pero no todas las grasas son iguales, y las que más benefician a tu cutis se suelen esconder en productos vegetales como el aceite oliva virgen extra, las semillas, los frutos secos crudos y el aguacate. Un truco que solo funciona si, además, reduces la ingesta de las grasas perjudiciales (las trans) y no te dejas llevar por el entusiasmo al aliñar tu ensalada. Porque puede que el aceite de oliva Virgen extra contenga ácidos grasos que forman parte de la membrana de las células y posea Vitamina E, un antioxidante y antiinflamatorio que mejora la cicatrización, "pero de nada sirve bañar una ensalada en aceite y pensar que, como es una grasa adecuada, me estoy cuidando. Hay que moderar las raciones a la cantidad recomendada. Un consumo excesivo de grasa puede ocasionar alteraciones en la capa más superficial de la piel", asegura la experta.

En tu despensa
Si hablamos de grasas buenas, no podemos olvidar las que aporta el pescado azul, que nos facilita ácidos grasos omega 3 de cadena larga (los famosos DHA y EPA), capaces de mantener en buen estado las membranas celulares e indispensables para resolver los procesos de inflamación. Una piel sin suficientes omega 3 está apagada, seca y es más vulnerable a las agresiones exteriores.

PROBIOTICOS PARA UN CUTIS LUMINOSO
Si la composición de la microbiota intestinal (las bacterias que residen en el intestino) no es equilibrada, puede aumentar la presencia de algunas toxinas bacterianas que favorecen la inflamación en distintos tejidos. La piel es uno de ellos. Pero cambiar este riesgo es fácil si llevamos una dieta que nos ayude a mantener a los microorganismos intestinales que más nos favorecen (y embellecen) y conseguimos restablecer ese equilibrio entre bacterias beneficiosas y problemáticas. Para lograrlo, los probióticos son un arma poderosa. Estos alimentos contienen de forma natural bacterias beneficiosas que ayudan a que prospere la flora intestinal más beneficiosa para el organismo, porque facilita la absorción de los nutrientes en el intestino. Ya sabes: una flora microbiota intestinal variada y sana te hará estar con el guapo subido.

En tu despensa
No puede faltar el yogur. "Los probióticos, en especial el yogur, ayudan mantener la salud de la piel. Esto es debido al aporte de vitaminas, sobre todo las del grupo B, que ayudan a la regeneración de los tejidos, así como de proteínas que tienen el mismo cometido. Durante el verano, esta necesidad se ve incrementada debido al aumento de la exposición solar que hace sufrir a la piel", afirma la doctora Villarino Sanz.

VITAMINA C PARA UNA PIEL JOVEN
Un estudio publicado en el American Journal of Nutrition nos ha dado una pista de lo que no hay que comer si queremos prevenir arrugarnos antes de tiempo: grasas (de las malas) e hidratos de carbono procesados. El mismo estudio también ha comprobado que las personas que siguen una dieta rica en vitamina C reducen el envejecimiento cutáneo gracias a que este micronutriente es un cofactor imprescindible para la producción de colágeno. Pero de poco te servirá beber sin parar zumo de naranja, si no lo combinas con dormir bien. "Realizar un buen descanso es básico para mejorar la recuperación de los tejidos y fijar los nutrientes", advierte la experta.

En tu despensa
Entre los alimentos con más alto contenido en vitamina C destacan las naranjas, el kiwi, las fresas, la granada, las grosellas y la papaya. Además de cuidar tu dieta, debes tener en cuenta que no está de más evitar los tres factores que, objetivamente, más envejecen: el alcohol, el tabaco y el abuso en la exposición al sol.

COLORES INTENSOS PARA EL BRONCEADO
Las frutas y verduras más ricas en pigmentos son las que más protegen a la piel del daño solar. Sus colores esconden unos antioxidantes naturales llamados carotenoides que, además de reforzar la función de barrera de la dermis, alteran su coloración El betacaroteno, el licopeno y la luteína pertenecen a esta familia: viajan hasta la dermis y son capaces de absorber los rayos ultravioletas del sol, al tiempo que reducen el enrojecimiento (aunque esto no signifique que te puedas olvidar del fotoprotector). Entre los alimentos más interesantes para incluir en tu dieta se encuentran las zanahorias, el tomate, la sandía, la papaya, el albaricoque, el pomelo rosado y los pimientos.

En tu despensa
Además de reforzar tu ingesta de frutas y verduras durante el verano, existe otro antioxidante que ayuda a proteger la piel de las agresiones solares del que necesitas unos buenos niveles: el zinc. Este mineral contribuye al buen estado de las células cutáneas y una deficiencia en sus reservas, por pequeña que sea, provoca una alteración en la producción de colágeno. Lo encontrarás en las ostras, la carne, los cereales integrales y el germen de trigo.

Aceite de coco, alga spirulina, chorella … ¿merece la pena probar?
De la mano de las celebrities, cada poco tiempo se pone de moda un superalimento que nos promete estar más sanos, más delgados y a salvo de todo tipo de problemas dermatológicos. ¿Merece la pena recurrir a estas novedades para cuidar la piel? "Estos alimentos pueden resultar interesantes, pero no debemos caer en ciertas modas que nos hagan abandonar buenos hábitos que ya están arraigados en nuestros paladares. Es importante que convivan todos y que consultemos con un profesional titulado y formado en la materia en caso de padecer alguna patologia para saber si podemos consumir con libertad estas sustancias nuevas ya que, por ejemplo, su consumo puede provocar interacciones con algunas medicaciones incluso comprometiendo su absorción", advierte la doctora Villarino.

miércoles, 8 de mayo de 2019

El arroz a la valenciana

(Un texto de Ana Vega Pérez de Arlucea en el Heraldo de Aragón del 19 de enero de 2019)

Este plato, precursor de la famosa paella, ya era conocido en todas las regiones hispanohablantes hace más de 200 años.

La supremacía actual de la paella como plato español más conocido en el ancho mundo nos hace olvidar a veces otras recetas que, siendo originarias también de la península ibérica, conquistaron el globo a base de hispana sabrosura. Desde el manjar blanco medieval hasta la olla podrida barroca, pasando por el chocolate a la taza, el bacalao a la vizcaína o un antepasado de la mismísima paella: el arroz a la valenciana.

No teman, que no hablaremos aquí de ingredientes que sí o ingredientes que no, ni de otras paelleras y peliagudas cuestiones. Trataremos pacíficamente del auténtico arroz con cosas que, vinculado ya fuese íntima o remotamente con Valencia, se dio a conocer con el sobrenombre de ‘a la valenciana’ desde el siglo XVIII en tierras tan lejanas del Turia como México, Puerto Rico o Filipinas. Mucho antes de que empezara a usarse la palabra paella (cuya primera referencia escrita es de 1843) existió ya en las zonas productoras de arroz del Levante español un modo peculiar de cocinar este cereal.

Más que en una receta concreta consistía en un procedimiento que dejaba los granos de arroz cocidos a la vez que sueltos. Sobre este método "para que el arroz a la valenciana salga como le hacen aquellos naturales", escribió en 1818 Francisco de Paula Martí Mora (1761-1827) un capítulo acerca del cultivo y uso del arroz con el que contribuyó a la reedición actualizada de la ‘Agricultura General’ de Alonso de Herrera: "Los valencianos tiene la vanidad, a mi parecer bien fundada, de que nadie ha llegado a saberle condimentar mejor que ellos, ni de más diferentes modos, y es preciso concederles la preferencia, pues con cualquier cosa que lo guisen sea de carne, de pescado o con legumbres solas, es sin duda un bocado sabroso, y tanto mejor cuanto más sustancia se le echa. Nada tiene de extraño que los valencianos hayan llegado en esta parte a un grado de perfección, desconocido en las demás provincias, por ser el alimento casi exclusivo con que se mantienen, particularmente la gente que no tiene grandes facultades, y han estudiado con este motivo los medios de hacerle más grato al paladar. En todas partes han querido imitarlos, y para esto lo suelen dejar a medio cocer, llamándolo equivocadamente arroz a la valenciana, persuadidos de que aquellos naturales lo comen casi crudo, por haber observado que los granos cocidos quedaban enteros y separados en los guisos valencianos. Pero el misterio de este bello resultado no consiste más que en saber proporcionar la cantidad de caldo o agua a la de arroz que guisan, de modo que quede bien penetrado al mismo tiempo de haberse consumido".

Procedía entonces Martí a explicar un sistema algo lioso –aunque según él infalible– basado en plantar una cuchara de madera en medio del recipiente con el arroz y echar tanto caldo como fuera necesario para que ésta se sostuviera de pie sin moverse. La demás circunstancia del condimento (es decir, los ingredientes) quedaban "al arbitrio del que lo guisa y será tanto mejor cuanto más delicada la sustancia que contenga". Quedamos entonces en que el arroz a la valenciana, así denominado, implicaba una técnica desarrollada en Valencia para conseguir un arroz completamente hecho, sabroso, suelto y sin caldo. Como tal, seguramente fue antecedente directo de la canónica paella actual e incluso consistió en la manera habitual de denominarla en castellano antes de que paella saltara al ruedo del léxico popular a finales del siglo XIX.

De la popularidad del arroz valenciano y de su preparación a la ídem dan fe las múltiples veces en las que nos los encontramos si echamos un ojo a documentos del siglo XVIII. Aparecen por ejemplo en 1789 en una contrata de los cocineros de la Casa Real, estipulándose en ella el arroz a la valenciana como uno de los tres platos de la vianda del infante don Carlos (hijo del rey Carlos IV), quien con 21 meses de edad y además de la leche del ama de cría recibía arroz, huevos pasados por agua y albondiguillas de rana. Su madre María Luisa de Parma debió de ser otra amante del arroz a la valenciana, porque igualmente figuró este plato en el menú que diariamente se ofrecía a la reina con dos sopas, cuatro primeros, cocido, pichones asados y buñuelos.

Primer documento

La primera receta de arroz a la valenciana la encontramos en ‘Avisos y instrucciones per lo principiant cuyner’, un recetario franciscano catalán del primer tercio del XVIII en el que se explica cómo hacer un arroz muy sencillo al modo valenciano (seco) con ajos y perejil y su versión a la catalana, más caldosa. Gracias quizás al intercambio cultural entre distintos conventos de la orden franciscana y a los viajes que hacían muchos de sus misioneros entre América y España aparece un curioso arroz a la valenciana en el ‘Libro de cocina del hermano fray Gerónimo de San Pelayo’, manuscrito creado en el convento de San Fernando de Ciudad de México en el año 1780. Esta fantástica prueba del éxito global de las recetas y productos españoles reza así: "Lavado el arroz ponlo a cocer con agua y sal, espúmalo. Fríe aparte ajo, cebolla y jitomate y échaselo dentro con pimienta, azafrán y clavo, también le puedes echar unos ajos quemado en aceite".

Expansión por el mundo

Efectivamente, se parece a una paella como un huevo a una castaña, pero resulta entrañable que hace ya 240 años la fama de nuestro arroz llegara a otros continentes. Y apriétense ustedes los machos, porque la receta impresa más antigua de este tipo de arroz también apareció a miles de kilómetros de la Albufera, concretamente en el mexicano ‘Novísimo arte de cocina o escelente colección de las mejores recetas’ (sic) de 1831. El arroz a la manera de Valencia llegó con los inmigrantes españoles a todos los rincones del globo, adaptándose a los diferentes ingredientes que encontraba a su paso y dando pie a interpretaciones guatemaltecas, colombianas, portorriqueñas, nicaragüenses o filipinas. Ante tanta riqueza, qué importa que no se parezcan a lo que nosotros creamos genuinamente valenciano. Sintámonos orgullosos de haber dejado huella, grano a grano de arroz.



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