martes, 27 de febrero de 2018

Flammkuchen, la 'pizza' alsaciana

(Leído en la revista Tiempo de Hoy del 3 de noviembre de 2017)

El flammkuchen, originario de Alsacia, es la alternativa francoalemana al plato típico italiano.

El flammkuchen es un plato típico de las regiones de Alsacia y Mosela, en Francia, justo en la frontera con Alemania. Se trata de una preparación similar a la pizza, pero con una masa mucho más fina y crujiente. Suele llevar cebolla y tocino. 

Su origen es de hace 100 años, cuando los panaderos usaban una fina capa de pan para cerciorarse de que la temperatura del horno era la adecuada y así asegurarse que después el pan iba a hacerse sin quemarse. Con el paso del tiempo se le añadieron algunos de los productos, como cebolla, nata y bacon. [DPA]

Preparación

- Ingredientes:Masa: 720 gr. de harina, 4 cucharadas de aceite de oliva, 2 cucharaditas de sal, 1 dado de levadura, 400 ml de agua tibia. Relleno: 12 cebollas, 1 trozo de tocino, 2 vasos de crema, romero y tomillo
- La masa. Disolver la levadura en el agua tibia y amasar con  los ingredientes hasta obtener una preparación lisa. Dejar en un recipiente tapado en un lugar cálido. Cuanto más tiempo, mejor
- Relleno. Pelar las cebollas y cortarlas muy finas en anillos. Cortar el tocino en daditos. Salar un poco. Freírlos en una sartén grande a fuego medio. Cuando estén dorados, retirar
- Hornear. Estirar la masa lo más fino posible. Pincelar con la crema y colocar el relleno. Espolvorear con las hierbas y meter al horno. Cuando la masa comienza a dorarse, el flammkuchen está listo

domingo, 25 de febrero de 2018

Recetas y preparados: mixtificaciones de ida y vuelta



 (Un texto de Francisco Abad Alegría en el suplemento gastronómico de El Heraldo del 1 de noviembre de 2014)

Paella de marisco: ¿eso es paella? Carpaccio de melón: ¿es eso carpaccio? Hummus de guisantes: ¿existe tal invento en Siria? Y, sin embargo, son expresiones habituales, que a casi nadie molestan ni extrañan. Es una forma peculiar de desemantización basada en partes alícuotas de comercio e ignorancia. Me vaya tomar la libertad de recordarles, porque seguro que lo saben más o menos o lo intuyen, solo tres casos de mixtificaciones que se ha incorporado a la cocina cotidiana de nuestras tierras; no es que haya que ir de cátaro culinario por la vida, pero al menos saber la autenticidad de lo que se degusta sí que parece sensato. Y luego, si les gusta la cosa, sin problema: paella de marisco; no es paella pero está buena.

Salsa Sriracha.

Si hombre sí; lea la etiqueta. Le pasa como a la Worcestershire, que todos llamamos Perrin's, pero cambiamos el nombre del fabricante por el producto. Seguro que les suena esa salsita en bote, de color rojo subido, muy dulce y bastante picante, que se reputa como genuino producto del extremo oriente y que sirve tanto para una fondue de carne como para acompañar unas gambitas salteadas o unos nems más o menos vietnamitas.

Resulta que los españoles descubrieron el Nuevo Mundo y allí encontraron muchas maravillas, entre ellas el ají, antecesor de las guindillas. La cosa fue un éxito, porque llenó de picante las cocinas más humildes, ajenas a tal uso por el precio de la pimienta.

Bernal Díez del Castillo (s. XVI), ya relata cómo los aztecas se despachaban asaditos piernas y brazos de los humanos sacrificados al sol en lo alto de sus pirámides; como la carne resultaba un poco sosa y asada al fuego vivo, bastante seca, se acompañaba de una salsa ,de tomates, cebollas silvestres y abundantes ajíes. Los españoles no se dieron a la antropofagia, pero importaron el modo de hacer la salsa picante de tomates, que muy pronto se propagó hasta la misma India, pasando por África, gracias al portugués Vasco de Gama, que era un pájaro de cuidado, y allí se mezcló con costumbres culinarias indias y especialmente árabes, que tenían su parte en la explotación comercial de las costas del sudeste de la India.

En resumen, que el simpático sofrito llegó a la península arábiga y allí se denomina ahora 'daqus' y se asentó fuertemente en India, migrando rápidamente a las áreas de influencia de Ceilán y los países del sudeste asiático. Muchos años pasaron hasta que la señora Chakapak preparase estandarizada la salsa sriracha en la ciudad costera tailandesa de Si Racha. La salsita se embotellaba, hecha con ajo, azúcar, sal, vinagre, tomate y mucha guindilla, bien fermentada, para deleite de los occidentales que creían encontrar ahí la quintaesencia de 'lo oriental'. En 1984, se hace con la hegemonía de una productora nacional y poco después asalta la patente la compañía norteamericana Hay Fong Foods, que la extiende por todo EEUU y, consecuentemente, por el resto del mundo. Ahora la encontrarán en los súper y, lo más divertido, quizá por su textura y sabor dulce, ha acabado por desplazar el picante de la famosa salsa Tabasco.

Curry de Madrás

Es un polvito amarillo que se compra en el súper, pero no deja de ser una degeneración de una palabra y un modo. El curry es una forma de cocinar, no una mezcla de especias; la mezcla de especias que se emplea en la India tradicional se denomina 'masala' (mezcla) e incluye -en diferentes proporciones, según la zona de gran subcontinente- guindilla, fenogreco, alcaravea, cardamomo, canela, cilantro, comino, cúrcuma, jengibre y hojas de curry (kary, Murraya o Chalkas koenigii). Los curries son, por tanto, estofados de diverso tipo, vegetales, cárnicos o mixtos, aromatizados con una potente mezcla de especias, tal como se ha dicho.

Pero la tendencia simplificadora pronto se enseñorea de todo y la cocina no es una excepción. Desde principios del siglo XIX se instalan progresivamente en Inglaterra restaurantes indios, que en realidad están regentados por paquistaníes y posteriormente bangladesíes, llevando algo de los sabores de La Perla de la Corona a la capital del imperio británico. La lucha por la independencia de La India, que comienza hacia 1857 y concluye con la independencia envenenada por la separación de India en dos estados, obra maestra del gran hijo de la Gran Bretaña, lord Mountbatten, último virrey hasta 1947, deja a los británicos la querencia de sabores que recuerden a la más preciada colonia, y poco a poco se van generalizando los envíos de mezclas de especias denominados 'curry de Madrás', la cuarta ciudad de la India, actualmente Chennai.

De este modo, los británicos recuerdan su propiedad de antaño con sabores ya plenamente estandarizados, lo que de ningún modo ocurría en la India auténtica. La zona de Madrás, de fuerte influencia musulmana e indirectamente portuguesa (zona opuesta de Malabar, al oeste) acaba siendo la proveedora de la mezcla fija de especias, que se consagran en un auténtico acto de rebeldía contra la historia en la entronización de la muy longeva majestad británica Isabel II, que incluye en el menú de su banquete inicial, en 1953, el 'pollo de la coronación' alegrado con salsa caliente de curry de Madrás. Ya nos tomamos unos curries de Madrás hechos en Badalona que da gloria; o en Jerez de la Frontera; o en el mismo Reino Unido, con la nota de 'genuino' que canta bastante. El curry de Madrás es añoranza, falsificación de un modo de cocinar y fórmula fija que sustituye a los modos peculiares de cada región de la India o cada familia. Pero si está bueno (un par de queridos proveedores de lujo me traen de vez en cuando hojas de curry, que agradezco de corazón) no se corten un pelo y tómenlo 'ad libitum'. No es auténtico, pero bien hecho resulta delicioso.

Chopsuey

Me temo que más de una vez he visto en cartas de restaurantes chinos, de los del montón, el famoso chop suey y observo que incluso una antología de cocina doméstica para occidentales ('Invitación a la cocina china', Huay Tat, 1980) recoge la genuina receta del chop suey (página 65). Pues bien, el clásico chino denominado chop suey no existe; o no es clásico, si quieren que hablemos con propiedad. Quizá recuerden que en pleno siglo XIX llegaron numerosos trabajadores chinos a Estados Unidos, ocupándose en régimen de semiesclavitud. Dicen que en una ocasión, un cocinero chino, presionado por los trabajadores que no tenían comida abundante con la que saciar su justificado apetito, ante la falta de provisiones, mezcló un poco de todo (verduras, hortalizas, carne. especias, caldos, arroz) haciendo lo que en España llamaríamos un bodrio, y que preguntado por el nombre del plato, lo llamó 'chop swey', que traducido significa 'mezcla de trozos'. Pues el bodrio americano prendió y llegó a retroalimentar las cartas de aficionados poco ilustrados a la cocina china y lo hemos visto nombrado en películas de polis buenos genuinamente EEUU. Ya ven qué cosas pasan por allí; y por aquí.

jueves, 22 de febrero de 2018

Alimentos menos sanos de lo que dicen



(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 13 de agosto de 2011)

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria advierte que el 80% de los mensajes "saludables" sobre alimentos son mentira. ¿Sabes cuáles? 

Verdadero

El aceite de oliva controla el colesterol. Está demostrado que baja los niveles de colesterol "malo" (LDL). Lo que todavía no se ha comprobado es si mantiene altos los niveles de HDL, el "bueno" de la película.

La fibra de centeno mejora la función intestinal. Además de combatir el estreñimiento, posee otros beneficios también probados con estudios científicos válidos, como que reduce el índice glucémico.

Los edulcorantes evitan las caries. Sustituir el azúcar por edulcorante, en los chicles y en cualquier otro producto, hace que disminuya en la boca el número de bacterias responsables de la creación de caries.

Las nueces protegen el corazón. Según la Agencia, queda completamente confirmado que sus ácidos grasos contribuyen a controlar el colesterol y, por lo tanto, mejoran la salud cardiovascular.

Falso

La soja es buena en la menopausia. No hay ningún estudio concluyente que demuestre que sus isoflavonas ayuden a la mineralización de los huesos o que reduzcan los síntomas de la menopausia.

Los lactobacilos refuerzan las defensas. Todavía no se ha podido demostrar que estas bacterias vivas disminuyan la presencia de organismos patógenos del sistema digestivo ni que reduzcan las digestiones pesadas.

El centeno y la avena ayudan a controlar el peso. La publicidad afirma que ambos son más saciantes que otros cereales. Pero es falso. En cambio, lo Que sí es cierto es que sus beta-glucanos ayudan a controlar el colesterol.

El vinagre combate la hipertensión. O lo que es lo mismo, que su ácido acético contribuye a tener una presión arterial normal. Esta afirmación se obtuvo en un estudio con animales, pero sus resultados no han sido probados en humanos.

lunes, 19 de febrero de 2018

Chocolate con churros y aceite de freír



(Un texto de Ángel González Vera en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 27 de septiembre de 2014)

Si los ingleses han hecho conocido en todo el mundo su té de las cinco, no es menor lo que los españoles hemos conseguido con nuestro chocolate con churros. En el otoño y el invierno se incrementa su demanda. 

Fueron sin duda los populares churros -jeringos los llamaban antaño, por aquello de que se usaba un tubo de hojalata con forma de jeringa para su ejecución- los que consiguieron (más tarde lo harán también las porras y buñuelos) que el chocolate descendiera de los altos salones y salitas de casas nobles y ricas a las calles y plazas de pueblos y ciudades, en locales más o menos estables o en ocasión de sus fiestas y verbenas.

Lo primero que llama nuestra atención es la simplicidad de su receta: harina de trigo y agua, a partes iguales, y una pizca de sal. Lo segundo, la dificultad de su realización. Agua a punto de ebullición, a la que se le va añadiendo la harina, amasando con una paleta. Obligado uso de la churrera, en la que se introduce la masa, que deberá ser empujada, no sin poco esfuerzo, por un émbolo de madera, para que salga formando el churro largo y firme que habrá de cortarse en porciones iguales de forma manual sobre la misma superficie del aceite rusiente, procurando que no se peguen y que no exploten por la presencia de burbujas de agua o aire en su interior.

Todos estos inconvenientes trajeron como consecuencia que en algún momento se dejase de hacer churros en los hogares para pasar a comprarlos a artesanos ambulantes o en los establecimientos dedicados a la venta de meriendas y refrigerios en los que el chocolate con churros se consolidaba como rey indiscutible.

Conforme el churro se industrializa, las sartenes se agrandan aumentando su capacidad y su superficie de fritura y, lógicamente, y en bien de una economía de negocio, el aceite que contienen no se renueva después de cada fritura, ni siquiera después de cada día de trabajo, prolongando su uso, la mayoría de las veces, mucho más tiempo de lo aconsejable.

Un aceite recalentado una y otra vez, a una temperatura superior a los 180º con una, por lo general, larga permanencia en la freidora -la mayoría de las veces sin tape y con abundante presencia de oxígeno, conteniendo una importante cantidad de impurezas orgánicas en suspensión procedentes de las frituras realizadas-, que además ha sido sometido a procesos de hidrólisis fruto del agua también cedida por los alimentos fritos, puede iniciar procesos degenerativos que derivan en la presencia de grasas y componentes malolientes y de mal sabor y en muchas ocasiones tóxicos.

Expertos en nutrición hacen llegar permanentemente informes sobre las precauciones y mejor uso de las freidoras con el fin de evitar los perjuicios que estas pueden aportar al usuario. Por ello, son muy interesantes las recomendaciones que el Gremi Artesa de Xurrers de Cataluña hace en su 'Guia de manipulación de alimentos específica para churrerías'.

La guía, además de referirse ampliamente a diversos aspectos referentes a la limpieza y cuidado de las instalaciones, manifiesta la necesidad de contar al menos con dos freidoras -una para las patatas y otra para los churros-, medida destinada a velar por los celiacos y alérgicos al almidón. También establece la conveniencia de eliminar periódicamente la suciedad y restos orgánicos acumulados. Para ello, indica que sin desestimar las reposiciones periódicas de aceite nuevo cuando el nivel de trabajo lo exija, se sustituya todo el aceite contenido en la freidora cada dos o tres días, o cuando los tests indicadores de su degradación así lo aconsejen.

ACEITE DE OLIVA.

¿Y cuáles son los tipos de aceite que la guía recomienda usar? La respuesta no ofrece dudas. Después de una extensa explicación sobre los tipos de aceite disponibles y las ventajas e inconvenientes de cada uno, establece que se deben dar prioridad a aquellos que sean más resistentes a la oxidación y, por tanto, con un alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados (acido oleico) y poliinsaturados, junto con compuestos menores como los polifenoles y otras sustancias, es decir aceite de oliva, o aceites de semillas vegetales como el de girasol con alto contenido en oleico, debiendo desechar las grasas de origen animal y todos aquellos aceites de procedencia incierta, elaborados o transformados con intervención de procesos químicos en los que fundamentalmente se han usado técnicas de hidrogenación, muy propensos a descomponerse formado compuestos polares (las famosas grasas trans) causantes de trastornos hepáticos y digestivos.

Es indudable que los aceites vírgenes de oliva serían la mejor opción, ya que además de garantizar el mejor comportamiento técnico y saludable, darían a la fritura una excelente calidad culinaria, aportando a los churros buenos sabores y aromas. Quizás el alto precio de los vírgenes aconseje usar los antes mencionados, seguramente de menor precio, aunque esto suponga perder satisfacciones sensoriales y se obtenga un producto final más cargado de grasa y con un plazo de conservación más corto.

Desde la tranquilidad que este tipo de actuaciones ofrecen al consumidor, consejos igualmente válidos para todos los usuarios de freidoras, centremos nuevamente nuestra atención en la taza de chocolate oscuro y espeso, algo amargo, con aromas a cacao y a vainilla, junto a un plato de churros, de grosor y largura uniformes, de superficie estriada, dorada y crujiente, en la que la grasa solo brilla por su ausencia, de textura limpia y sabores naturales y suaves y, además, digeribles y saludables. Una delicia gastronómica. 

ACEITE Y AGUA

Existen freidoras que trabajan con agua y aceite. La porción de agua depositada en el fondo de la cuba no sirve, como a veces se piensa, para disminuir la cantidad de aceite necesario para su llenado, sino que su verdadera misión es la de recoger los sólidos que por su peso van a parar al fondo, quedando en suspensión en la masa de agua allí contenida, dispuesta para ser renovada cuando el grado de suciedad lo aconseje. De esta forma se consigue que el aceite permanezca limpio un tiempo más prolongado.

Esta indudable ventaja no es apreciada por muchos cuando la comparan con los inconvenientes de uso que este tipo de freidoras presentan, el más grave es que el agua nunca debe llegar a un grado de calentamiento próximo al de su ebullición.
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