domingo, 26 de octubre de 2014

Teorodo Bardají: la codificación de la cocina



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 23 de noviembre de 2014)

Para algunos, el cocinero de Binéfar fue el mejor profesional del mundo del siglo XX, ejerció su influencia entre los colegas de toda España y dejó una obra escrita que sigue siendo consultada no solo por los chefs aragoneses sino por los de todo el país. 

Nació en Binéfar (Huesca) el 16 de mayo de 1882 y falleció en Madrid a los 76 años el 6 de marzo de 1958. Para los estudiosos de Bardají y algunos de sus contemporáneos, el chef oscense habría sido el mejor cocinero del mundo del siglo XX. Nadie antes como él había dejado una obra escrita tan amplia y, sobre todo, con tanto detalle. Sus obras 'Índice culinario, 'La cocina de Ellas' ('Ellas' era una revista de la época), 'Cocina para fiestas', 'El arte culinario práctico', conforman un códice pocas veces visto en un chef, no solo de su tiempo sino después, sobre todo teniendo en cuenta que estos sí que los escribía él con sus comentarios, reflexiones y estudios sobre las recetas y otras cuestiones relacionadas con ellas.

Además, Bardají colaboró con muchísimas publicaciones contemporáneas como las que dirigía otro gran cocinero de aquel tiempo, Ignacio Doménech: 'La cocina elegante' y 'El gorro blanco'.

Eduardo Martín Mazas es investigador y gran admirador de Bardají, y que además de ser oscense también, y nacido el mismo año de su fallecimiento, publicó el libro 'Teodoro Bardají Mas: el precursor de la cocina moderna en España'. Lo hizo con motivo de la exposición magnífica que dirigió y llevó a cabo en Binéfar con motivo del 50 aniversario de la muerte de Bardají. En este volumen, bellamente editado, dice Martín que «en los primeros años del siglo XX, Bardají era visitador asiduo de la Biblioteca Nacional, donde iba, según palabras suyas, deseoso de leer lo poco que había catalogado de gastronomía, cocina y economía doméstica. Interesante cuestión y manera de enfocar la entonces situación de la culinaria.

El padre de Bardají era confitero y viendo que su hijo tenía una clara vocación por la cocina, no en vano la veía de cerca cada día, decidió mandarlo a estudiarla a Madrid de la mano de su cuñado Ramón Más. Así que con 14 años y terminados sus estudios primarios se marcha a la capital de España. Y no lo hizo a cualquier lugar. Se instaló de la mano de su tío Ramón en las cocinas de los duques del Infantado.

Pasado un tiempo, Bardají está tres años en La Mallorquina trabajando de oficial y especializándose en la pastelería. El hotel La Paix, los casinos Gran Peña y el de Madrid y el restaurante Nuevo Club, fueron sus destinos hasta que se marcha a Francia, donde trabaja además de aprender el idioma, esencial en aquel momento (y ahora también) para comprender la gastronomía y sus fórmulas.

Diferentes balnearios y sus cocinas como los de Cestona, Liérganes y Fuenterrabía fueron objetivos de las estancias del chef aragonés. También en el de Panticosa y algo más tarde en los hoteles zaragozanos Europa y Oriente, como luego veremos.

Formó parte de la brigada de cocineros del Real Palacio de Madrid en época de Alfonso XIII. Y para el monarca y de la mano de otro tío suyo y también cocinero, Pedro, participó en 1905 en un banquete ofrecido en Sagunto. Otras casas grandes en las que trabajó fueron la de los marqueses de Aldama, duques de Uceda y condesa de Castañeda. Y en 1910 regresa al palacio de los duques del Infantado, donde permanece hasta su jubilación, en 1952.

Santiago Parra de Mas, académico de la de gastronomía aragonesa y presidente de honor del SIPA (Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón), en su discurso de ingreso y de título 'Fondas, hoteles y banquetes en la Zaragoza del siglo XIX', da cuenta de que el hotel Oriente fue el último en llegar a la Expo de 1908. Hay que pensar que en 1907, año de construcción del citado hotel, habría ocurrido algo parecido a los años precedentes a la Expo de 2008 de Zaragoza, en los que se construyeron y terminaron, algunos de ellos a toda prisa, los mejores hoteles que ahora hay en Zaragoza. Es decir, la ocasión era única y digna de poner todo el esfuerzo en alcanzar la máxima notoriedad y calidad en la oferta.

En 2008 el SIPA celebra su 'Segundo congreso de Turismo', pues cien años antes y con motivo de la Expo de 1908 habían organizado el primero. Con motivo de este segundo congreso, publicó una edición facsímil de la guía de Zaragoza de 1926. En esta guía se da un repaso de las guías turísticas de la ciudad hasta 1927 y en la de 1908, de autor desconocido y puramente publicitaria, se anunciaban los hoteles de aquel momento. Entre ellos el hotel Oriente, propiedad de Isidoro Martínez Ruiz, amigo de Bardají y al que le pidió que dirigiese el banquete de inauguración del establecimiento. Así lo hizo el de Binéfar, que compaginó durante un tiempo su estancia y buenas labores con otro hotel, el Europa, como se indicaba más arriba.

Isidoro Martínez, según algunos autores, encabezó la rebelión contra la cocina francesa que dispensaban en menús y banquetes los hosteleros italianos de otros hoteles como el Cuatro Naciones. Dice Bardají en su libro 'Cocina para Fiestas' en 1944 que «la verdadera y genuina cocina española reposa en los fogones regionales, que han podido salvarse de la invasión cosmopolita, causante de la estandarización de nuestras delicias gastronómicas». ¡En 1944! La reflexión no admite más comentarios salvo el difundirla mucho.

En uno de sus múltiples escritos y reflexiones, Bardají establece un diálogo con otro gran amigo suyo, el también empresario y cocinero Luis Bandrés (que ya ha pasado por estas mismas páginas) y en tono socarrón y al mismo tiempo erudito le rebate que sean solo tres las fórmulas más relevantes de la cocina aragonesa: pollos a la chilindrón, cordero a la pastora y bacalao al ajo arriero, según Bandrés. Y cita toda una batería de recetas y productos que conformarían la cocina aragonesa como el aceite de oliva de Alcañiz, los recaos como el de Binéfar, lomo a la aragonesa, las longanizas sin pimentón y con canela, las magras con tomate, los fardeles, las sencillísimas sopas de ajo, borrajas, bisaltos, habas tiernas y la paella aragonesa.

viernes, 10 de octubre de 2014

Pio nono



(Extraído de un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 23 de noviembre de 2013)

[…] La primera referencia de este dulce aparece el 18 de marzo de 1858 en la prensa madrileña, aunque con el término separado (pio nono). Fue algunos años después, en 1884, cuando Leopoldo Alas Clarín lo incluyó como una sola palabra en 'La Regenta'. 

El chef de El Festín de Babel explica que se compone de dos partes: «Una fina lámina de bizcocho enrollado formando un cilindro la base del pastel, emborrachado con algún liquido muy dulce que le da una textura agradable y fresca, coronado con crema tostada». […]

«Se puede y se debe comer de uno o dos bocados si lo permite el tamaño de la boca del degustador». La figura de este bizcocho humedecido, concluye Sergio Ortas, «representa la silueta de la cabeza cilíndrica del papa Pío IX (de ahí el nombre de pionono), protagonista destacado de la instauración del dogma de fe de la Inmaculada Concepción en el siglo XIX».   

PIONONO DE POMELO

Ingredientes para 4 personas:
Para el pionono: 6 huevos, 100 gramos de harina, 100 gramos de azúcar.
Para el relleno: 4 pomelos, 1 clara de huevo, 2 cc. de zumo de limón, 1/2 litro de crema de leche o nata

Preparación:
1. Batir el azúcar con las yemas con una varilla eléctrica hasta que la mezcla tome color amarillo pálido; agregar la harina poco a poco y tamizada. Batir las claras a punto nieve, con una pizca de sal, y mezclar lentamente con movimientos envolventes.
2. Volcar la preparación sobre papel de pastelería previamente engrasado. Hornear a 180º durante 10 minutos y retirar.

3. Exprimir dos de los pomelos y pelar los otros dos, separar los gajos, retirar la piel y reservar:

4. Hacer una crema inglesa o natilla avainillada y mezclar con el zumo de pomelo y las dos cucharadas del zumo de limón; dejar enfriar y mezclar con la crema de leche o nata batida bien firme. Con los gajos de pomelos cubrir el pionono, caramelizar con azúcar moscovado con una pala de pastelería o un soplete y decorar al gusto.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Pomelos



(Un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 23 de noviembre de 2013)

En la lista de cítricos más importantes -naranja, limón, mandarina y pomelo- este último es el que resulta menos conocido en España, aunque su consumo ha crecido bastante. En Europa se popularizó después de la II Guerra Mundial y, especialmente, en el Reino Unido. Pero el auténtico 'boom' se produjo cuando alcanzó la consideración de fruta milagro no se sabe muy bien cómo ni por qué. Corrió como la pólvora la idea de que su ingesta ayudaba a quemar las grasas del organismo y no hizo falta que pasara mucho tiempo para incluirlo en numerosas dietas de adelgazamiento.

Sobre este particular, el dietista-nutricionista Juan Revenga tiene muy claro que «no hay evidencias de que el pomelo contribuya a quemar la grasa corporal; ni el pomelo ni ningún otro alimento». En cuanto a sus propiedades diuréticas, asegura que son parecidas a las de cualquier otro producto de origen vegetal, «y tampoco nos van a ayudar a adelgazar; perder peso no es lo mismo que adelgazar».

[…] su consumo en la actualidad sigue estando muy asociado a lo bueno que es, en teoría, para la salud. Así lo confirma Gerardo Isla desde su frutería de Torrero, que en los últimos años ha visto como este cítrico ha ido adquiriendo mayor protagonismo en la cesta de la compra. «Los clientes tal vez no lo asocian tanto con sus propiedades adelgazantes como con su aporte de vitamina e y de antioxidantes y, especialmente, creen que es muy bueno para prevenir los catarros», asegura. En este sentido, pocos usos gastronómicos cree Gerardo que se le dan al pomelo más allá de la preparación de zumos o de su presencia en alguna macedonia. Y es que su amargor y acidez tan característicos hacen que no tenga muchos seguidores a la hora de degustarlo como si fuera una naranja, gajo a gajo.

Al hablar de este cítrico, hay que referirse a dos variedades cuyo aspecto es muy diferente, aunque no tanto sus características. Por una parte, está el que tiene una presencia parecida al limón -especialmente ácido-, muy distinto al que posee la pulpa y la piel rojizas, que no resulta tan agresivo al paladar. En los dos casos, como más se consume esta fruta es exprimida y acompañada de un poco de azúcar o de miel.

Al hablar del pomelo, el color es un atributo decisivo a la hora de la compra, más allá de la mayor o menor acidez y amargor de uno y otro. Así lo comprueba cada día Gerardo en su frutería: «El sonrosado es el que más demandan los clientes; hay muy pocas diferencias entre uno y otro, pero a la vista resulta mucho más agradable». Es lo mismo que sucede con la manzana golden, prosigue este frutero: «Si no está amarilla la gente no la quiere;  yo diría que hasta un 90% de los clientes la prefieren así, pero el mejor momento para su consumo es cuando está verde».

El propietario y chef del restaurante El Festín de Babel, Sergio Ortas, […] opina que el pomelo lo podemos utilizar en la cocina sustituyendo o acompañando a cualquier otro cítrico para preparar una salsa en el caso de carnes engrasadas y rojas, aunque también encaja con el pavo, el pollo o el cerdo. Igualmente, puede tener acomodo en la repostería, y la mirada internacional que le gusta aportar a muchas presentaciones le lleva a ponerlo en una ensalada típica judía: salmón ahumado, zanahoria rallada, naranja, azúcar, limón y pomelo. En este sentido, su presencia como aliño es una de las que más juego da acompañando a ensaladas que incluyan brócoli y todo tipo de quesos.

Además, con este cítrico se elaboran numerosos derivados, como el ya reseñado zumo de pomelo. También se comercializa enlatado en gajos, que se utilizan en la preparación de ensaladas y de otros platos, así como mermeladas, confituras y jaleas. E igualmente se aprovecha la corteza, ya que se extrae un aceite esencial que se emplea en perfumería y licorería.

SACIANTE y CARGADO DE NUTRIENTES
Alrededor del 90% del contenido del pomelo es agua y eso le da una gran capacidad saciante. Además, tiene menos calorías que otros cítricos, como la naranja, la mandarina o el limón. En cuanto a la composición nutricional, destaca por su contenido en vitamina e y ácido fólico, en carotenoides antioxidantes y en minerales de potasio y magnesio, además de sus abundantes ácidos málico, oxálico, tartárico y cítrico, que le confieren algunas de las propiedades que se le atribuyen como una de las frutas más sanas que nos podemos encontrar en el mercado.

DE MODA DE LA MANO DEL GINTONIC
Este cítrico se ha puesto muy de moda cuando de lo que se trata es de hablar y de preparar un combinado como el gintonic. El pomelo ha entrado con fuerza como sustituto de la lima y el limón aportando un toque amargo al resultado final de esta bebida. Junto al pomelo, es muy habitual ver la presencia de unas ramitas de perejil, que tienen la virtud de acentuar el aroma de otras hierbas presentes en el destilado. Sobre las mejores ginebras que combinan con este cítrico, Sergio Ortas cree que las secas ofrecen muy buenos resultados.
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