lunes, 29 de noviembre de 2021

La sangre de los «filetes de carne sangrantes» no es sangre, es mioglobina

 (Un texto de @Alvy en Microsiervos leído el 26 de octubre de 2019)

A la gente carnívora a la que le gustan los filetes de carne «muy poco hecha, casi mugiendo» quizá les soprenda saber que la «sangre roja» de esos filetes casi crudos no es sangre, es mioglobina. La mioglobina es una proteína que se encuentra en los músculos; se parece a la hemoglobina de la sangre –de hecho la llaman «la hemoglobina muscular»– pero es distinta y tienen poco en común; simplemente que ambas sirven para almacenar oxígeno. 

Pero la mioglobina no es sangre ni lo que sale de los filetes de vacuno es sangre, sino una combinación de agua y mioglobina. Como es sabido tras sacrificar a esos animales se les extrae la sangre para que se ablanden y no se coagulen y queden duros. En otras carnes como el pavo o el pollo –que tienen menos mioglobina– apenas se aprecia ese color rojo/morado.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Frutos secos: monodosis de salud

(Un texto de Beatriz García en la revista Mujer de Hoy del 16 de noviembre de 2019)

Pese a sus calorías, son la excepción que confirma la regla... La piel, los huesos, el corazón, el estado de ánimo y la memoria te lo agradecerán (siempre que eludas la sal).

Tienen demasiadas calorías, demasiadas grasas, engordan... Son algunos de los mitos que hacen que procuremos mantener los frutos secos fuera de nuestro alcance privándonos, sin saberlo, de sus ventajas. Y, aunque es cierto que con-tienen alrededor de un 50-70% de grasa, hay que matizar esa afirmación. Para empezar, porque hay grasas de diferentes tipos, tal y como explica Adriana Oroz, dietista nutricionista de la Clínica Alimmenta: "Está la grasa saturada (presente en alimentos como el tocino, la mantequilla...) y la insaturada, que encontramos en el pescado azul, el aceite de oliva o los frutos secos, y que es de excelente calidad".

En segundo lugar, porque la grasa "es uno de los tres macronutrientes principales, junto con los carbohidratos y las proteínas -aclara Isabel Bertomeu, dietista-nutricionista de la Fundación Dieta Mediterránea-. Es importante para nuestro organismo, ya que cumple funciones estructurales y metabólicas. Resulta fundamental. Nos proporciona calorías y ayuda al organismo a absorber vitaminas solubles como la A, I), E y K".

Además, la grasa forma parte de procesos metabólicos importantes para la salud, que tienen que ver con los neurotransmisores, las hormonas, el cerebro, la médula espinal, la piel o los huesos. Por todo ello, es absolutamente necesarias y debe estar presente en nuestra alimentación diaria, incluso si estamos siguiendo una dieta para bajar de peso. Los frutos secos son una de las mejores formas de tomar esa grasa. Repasamos los principales argumentos que te convencerán de que es una magnífica idea servirlos de aperitivo, llevarlos en la mochila o usarlos de tentempié en la oficina.

Protegen nuestro corazón

Los ácidos grasos (omega-3 y omega-6) que contienen los frutos secos favorecen la dilatación de los vasos sanguíneos y la irrigación de los distintos órganos, disminuyen la agregación plaquetaria y la formación de trombos y "ayudan "a disminuir los niveles de colesterol LDL, bajan los triglicéridos y reducen la coagulación de la sangre", señala Adriana Oroz. A todo ello, Isabel Bertomeu añade: "También son una fuente excelente de vitamina E (25 g por cada 100 g), un potente antioxidante que ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares". Un estudio publicado en Circulation determinó que, con una dosis de 30 g de nueces al día, la tasa de incidentes cardíacos disminuía hasta en un 50%.

Cuidan de la silueta

Son ricos en grasas, proteínas y fibra, lo que nos ayuda a llegar saciados ala siguiente comida y comer menos. "Hay estudios que han observado que comer frutos secos ayuda a mejorar la calidad general de los alimentos que se ingieren, debido a que reemplazan a otros con calorías vacías”, asegura Isabel Bertomeu. Según una investigación publicada en el European Journal of Nutrition, asimilar la energía que aportan obliga al sistema digestivo a trabajar duro con el consiguiente gasto energético. Además, cuando se combinan las grasas insaturadas y las proteínas vegetales (ambas presentes en ellos), aumenta el consumo de energía que realiza nuestro organismo en repo-so, en un proceso que se conoce como termogénesis inducida por la dieta. Por todo ello, no hay motivo para no tomar de 30-50 g de ellos al día.

Mantienen alto el estado de ánimo

Además de cuidarnos por dentro, y de ayudarnos a mantener la línea, los frutos secos son como pequeñas cápsulas de buen humor. Eso se debe, por una parte, a su elevado contenido en magnesio, un mineral que contribuye a la producción de serotonina, también conocida como la "hormona de la felicidad", que se encarga de regular el estado de ánimo y de controlar el estrés y la ansiedad. Estos frutos son también generosos en triptófano, un aminoácido esencial que estimula la producción de serotonina. Por otra parte, los alimentos ricos en omega-3 se relacionan con la mejora de los estados depresivos y de ansiedad. En estudios realizados en ratones por el Instituto Mediterráneo de Neurobiología de Francia, se observó cómo en aquellos con limitación de consumo de omega-3 faltaban conexiones cerebrales en la corteza profrontal prelímbica y en el núcleo accumbens, dos regiones fundamentales implicadas en la conducta emocional, la motivación y los trastornos del ánimo.

SI NO SABES ELEGIR…

Cualquier fruto seco es recomendable (si se consume tostado, no frito y sin sal). Todos ellos comparten una composición nutricional muy similar, sin embargo, la dietista-nutricionista Adriana Oroz destaca las particularidades de algunos de ellos:

* Las nueces son ricas en omega-3 y muy adecuadas para personas con problemas cardiovasculares.

* Las almendras destacan por su alto contenido en magnesio y calcio (269 mg cada 100 g), ideales para cuidar la salud ósea. También son generosas en vitamina E, que se relaciona con un menor deterioro cognitivo.

* Los piñones son una fuente interesante de zinc (6,45 g por cada 100 g), mineral que promueve una correcta formación y mineralización de huesos y articulaciones.

* Los pistachos destacan por su potasio (1.025 mg por cada 100 g), su vitamina K y su alto contenido en fibra. Es uno de los mejores aliados contra el estreñimiento.

jueves, 25 de noviembre de 2021

La olla de las palabras sigue cociendo: vocabulario "gastronómico"

(Un texto de Francisco Abad Alegría en el Heraldo de Aragón del 27 de agosto de 2016)

Isaac Bashevis Singer, comentando la inmadurez de la sociedad que le rodeaba, decía: «La olla de la evolución sigue cociendo». Nuestra cocina y gastronomía sigue «cociendo», manipulada por palabras erróneas o confusas.

Comunicadores, profesionales de la cocina y vividores diversos lanzan palabras, erróneas o intencionadamente manipuladas, útiles a los de siempre y justificadores de famas que encajan difícilmente en una sociedad discretamente culta. Perdidos en las palabras, estamos extraviados en las ideas. Hagamos una breve reflexión, sobre solo tres palabras -la muestra de un botón- del ámbito de la cocina-gastronomía, buscando cierta precisión y criterio.

CARIÑO. El componente básico intangible de la cocina es el calor, el mineral, la sal. Pero el ‘cariño’ es la base de toda buena cocina. Sin cariño nada sale bien, los platos son desabridos, no se logra el punto del merengue, las lentejas estofadas se quedan a falta de algo, de algo difícil de definir.

A diario, machaconamente, escuchamos decir que el cariño es fundamental para lograr buenos resultados en la cocina; lo dicen los blogueros, los cocineros, los aficionados y hasta los profesionales. La afirmación es rotunda, total, dogmática. De los miles de ejemplos que se pueden encontrar, citaré uno reciente, en el que se repite hasta la náusea la palabra 'cariño' para describir la cocina de un establecimiento: «Gabriel. Gastronomía sin prisa y con cariño... no quiere apariencias y por eso es como es. Con carácter y cariño... es una cocina con cariño. Y muy cuidada».

No se trata de ensañarse con una referencia publicada; lo que ocurre es que se abusa de la expresión porque eso cala en el lector, que está habituado a oír tal gansada. El cariño no es un ingrediente de la cocina, sino un concepto afectivo: Realmente el 'cariño' intenta describir el motor de la actitud ante la cocina: pasión morigerada por el afecto no erótico, gusto por agradar, mimo de los productos que se tratan, afecto positivo a la dedicación culinaria, doméstica o profesional; puede ser un componente de la motivación para hacer buena cocina. Y la buena cocina se hace con buena 'técnica', detrás de la que estará, como impulsor, el cariño, pero también el aprendizaje, la oportunidad, el recurso.

GASTRONOMÍA. Según el Diccionario de la Real Academia, «arte de preparar una buena comida, afición al buen comer o conjunto de platos y usos culinarios de un lugar». Una definición tan amplia, más bien parece hecha para contentar a quienes emplean el término de forma abusiva y generalizada, porque abarca al tiempo cocina, cultura local y actitud humana. Y eso no es una definición, sino una solución de compromiso. Aunque el término procede de nuestros padres de la Grecia clásica, los diccionarios de Covarrubias y el de Autoridades (siglos XVII y XVIII) no recogen la palabra y eso ya es un indicio claro de que el empleo ha sufrido una evidente expansión. Actualmente, parece que hablar de cocina es un grado menos culto que de gastronomía; por ejemplo, no suena del mismo modo «cocina propia del Sobrabe», que «gastronomía del Sobrarbe». Y por ese camino se ha evolucionado hasta las aberraciones de ‘gastrobar', como sinónimo de bar donde se sirven tapas y vinos escogidos, o 'espacio gastronómico', lugar más o menos informal, partícipe de la naturaleza del bistrot clásico, el sitio de esparcimiento social y el pequeño restaurante exclusivo.

El erudito Méndez Riestra señala la inconcreción de la definición académica, que acabaría transformando en gastrónomos a todos los que cocinan, en casa o en el restaurante. También aporta su propia definición de gastrónomo: «Aquel que no solo conoce la materia de la que habla sino que, mediante su pluma, también la fija sobre el papel no solo para contribuir a ilustrar a los que quieren saber sino también para que estos materiales permanezcan en la memoria colectiva». Pone el acento en lo verdaderamente definitorio de la gastronomía: saber, encuadrar, transmitir, no solo cocinar.

Arquéstrato acuña el término en el siglo IV a. C., en un largo poema didáctico titulado ‘Hedypatheia', conservado únicamente en forma de 62 fragmentos recogidos por Ateneo de Naucratis, del siglo II, en su 'Banquete de los eruditos'. Recoge noticias sobre productos y sus cualidades, así como los modos de preparar las comidas y los resultados que se obtienen, alabando las formas sencillas de cocina que permiten el goce de lo obtenido. Emplea una sistemática de descripción que se asemeja bastante a un viaje gastronómico, a lo que se deduce de su poema fragmentariamente conservado.

Como puede verse, el concepto de gastronomía no es exclusivamente culinario, ni estrictamente cultural, ni moral, sino que abarca el máximo dé conocimientos sobre los alimentos que se incluyen en una mesa civilizada, la civilizadora mesa de nuestra madre Grecia.

Ya se ha dicho que diccionarios básicos de los siglos XVII y XVIII no recogen la palabra y, ya tardíamente, Berchoux (1820), en su largo poema «jocoserio», al decir de Faraudó, 'La gastronomía o los placeres de la mesa', reivindica el tema y su traductor y adaptador, el capitán Urcullu, se queja del desdén con que se trata el conocimiento no exclusivamente culinario de la comida humana civilizada: «Muchos son los que han empleado la poesía en contar amores... Y entre tanto los honestos placeres de la mesa no han merecido una mirada halagüeña de las Musas españolas. ¡Olvido verdaderamente injusto!».

Con retraso se introduce la cocina como un nuevo género literario (finales del siglo XIV) y con retraso también lo hace la gastronomía (siglo XIX). Ahora ya no nos encontramos con un avance del concepto sino con una progresiva corrupción, vulgarizado y manipulado por la mezcla de ignorancia y promoción interesada.

SITIOLOGÍA. Tratado de los alimentos. Sinónimo de gastronomía en numerosos escritos, fundamentalmente del siglo XIX.

No encontraremos la palabra en el Diccionario de la Real Academia. Pero sí en una obra interesantísima de mediados del siglo XIX: «Vocabulario de todas las voces que faltan á los diccionarios de la lengua castellana», donde se define sitiológico como «lo referente a la sitiología» y sitiología como «la obra escrita sobre los alimentos».

La cita es pertinente, puesto que al hablar de «voces que faltan a los diccionarios» encontramos expresiones en pleno uso aunque no aceptadas oficialmente y porque muchas de esas voces y no pocas otras, se han incorporado con posterioridad al Diccionario de la Academia.

El erudito Felipe Benicio Navarro Reig, en su glosario a la edición del 'Arte cisoria' de Villena, explica el concepto de sitiología, diciendo que es el «Tratado de los alimentos. Está compuesta esta palabra por las dos griegas ‘sition', alimento, y 'logos', doctrina».

Y aunque no la registra la última edición del Diccionario de la Academia, está admitida en todos los países con tanto motivo, por lo menos, como en el nuestro están aceptadas otras muchas de semejante composición». En portugués, el término es perfectamente vigente y en francés, aunque en desuso, también.

Sinónimo de gastronomía, la expresión 'sinología' llega hasta la inmediata víspera de nuestros tiempos. Así, la encontramos, por ejemplo, en numerosos artículos de caza y cocina de los años 1877, 1878, 1879 y 1921; es repetidamente citada en las memorias del político, novelista y periodista madrileño Emilio Gutiérrez Gamero, en 1925; en la magistral edición y comentario del ‘Sent Soví' de Valencia de Luis Faraudó de 1952 y, por concluir, en las meditaciones médico-naturistas de Arturo Capdevila del año 1962.

Está clarísima la expresión como sinónimo, con matices, de gastronomía; la palabra sitiología deriva de 'alimento' (sition) y no de 'trigo' (siton), aunque todo tiene su obvia relación alimentaria. Tenemos una buena ocasión, ahora que se empobrece todo en España, de recuperar una palabra tan bella en nuestro árido panorama cultural.

AGRADECIMIENTO. Manifiesto mi agradecimiento, como ya costumbre, por su inestimable ayuda, al maestro y amigo, el escritor y editor José María Pisa Villarroya, en la localización de algunas fuentes fundamentales para la realización de este trabajo.

 

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