martes, 29 de noviembre de 2016

La temperatura del vino

(Leído en el XLSemanal del 27 de julio de 2014)

Blancos
Suelen salir de cámaras frigoríficas a temperaturas muy bajas. Con el ambiente se templan rápidamente, pero hay que tener cuidado porque no todos los blancos son iguales: los más afrutados y ligeros de cuerpo precisan temperaturas más bajas (unos 7 grados), pero cada vez hay más blancos que pasan por madera, incluso jóvenes con estructura por su estancia con la lías en el depósito, que para mostrarse en plenitud necesitan temperaturas un poco más altas (entre 10 y 11 grados).

Espumosos
Su consumo ideal es como aperitivo, tanto de mañana como de tarde. En cuanto a las temperaturas de servicio, entre 5 y 8 grados, con un patrón similar al del vino blanco: cuanto más joven y ligero, más frío.

Tintos
El calor y el frío condicionan las características de un vino. El tinto no puede servirse a temperatura ambiente en verano, por lo que normalmente deberá refrescarse, aunque sin pasarse. Los tintos jóvenes pueden bajarse hasta 12 grados para su servicio; y los criados, a 15 ó 16 grados en estas fechas. Muchos establecimientos hoteleros no tienen cavas, que regulan a la perfección las temperaturas, así que el consejo es pedir una cubitera, incluso con tintos, y enfriarlos ligeramente.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Tengo cáncer, ¿qué debo comer?



(Un texto de Monserrat Martínez en el Heraldo de Aragón del 28 de diciembre de 2014)

Tengo cáncer ¿qué debo comer? Una pregunta que cada vez más personas se hacen en la consulta del médico y que normalmente suele tener la misma respuesta: coma usted lo que quiera y todo lo que le apetezca.

Mucha gente piensa que una vez que le han dicho que tiene cáncer ya no hay nada que hacer, y que por mucha fruta y verdura que coma lo único que puede ayudarle a vivir es la quimioterapia, radioterapia y cirugía. Pero no es así. Por ello, Odile Fernández, médico de familia que venció en el 2010 un cáncer de ovarios con metástasis, intenta cada día estudiar y estar al día en los últimos estudios relacionados con este asunto y después plasmarlo en sus libros y en las redes sociales, según asegura en una entrevista.

Cuando se sufre diabetes, hipertensión u obesidad, la pregunta ¿qué debo comer? no solo está bien vista, sino que son los propios especialistas los que inciden en la importancia de la alimentación, la vida saludable, el ejercicio físico y el estado emocional.

A los fumadores seguramente se les dirá que no fumen si quieren vencer el cáncer, pero normalmente no se le hablará de la importancia de una alimentación antiinflamatoria, ni de un ambiente limpio y libre de tóxicos. Fernández se queja de que todavía estamos lejos de los avances y técnicas que se están aplicando en otros países que unen la medicina convencional, con una dieta cargada de antioxidantes y eliminando tóxicos ambientales. También lamenta que no se suele explicar a los pacientes de que el miedo, la angustia y la ansiedad ayuda a segregar hormonas llamadas adrenalina y cortisol que estimulan la producción de sustancias inflamatorias, por lo que crean un ambiente favorecedor para el cáncer.

Por todo ello, esta médico recomienda una dieta basada en alimentos antiinflamatorios como el pescado azul, frutos secos y semillas, como las nueces, semillas de lino y chia. En el apartado de especias y hierbas aromáticas, destaca las usadas en la cocina india y mediterránea, ya que son excelentes antiinflamatorias, como la cúrcuma (uno de los alimentos más antiinflamatorios), chile, cayena, albahaca, jengibre, canela, orégano, perejil, romero, tomillo y mostaza.

Los vegetales en general son antiinflamatorios, pero sobre todo la cebolla, el ajo, las crucíferas, el aguacate, los espárragos, las zanahorias (en especial el zumo), la calabaza, la lechuga, la batata, los pimientos, las espinacas, el tomate, las aceitunas, las algas, las setas y el aceite de oliva. También es de suma importancia que durante el tratamiento de quimioterapia, los pacientes se nutran de sustancias antioxidantes y oligoelementos que potencien el sistema antioxidante para evitar la acción carcinógena de la quimio. Son importantes antioxidantes el chocolate, el té verde y las setas, las frutas mediterráneas y tropicales, los vegetales de hoja verde, tomates, crucíferas, cebolla, ajo y especies como el comino, orégano, pimienta y tomillo, así como la canela, menta, vainilla, jengibre y nuez moscada.

Según Fernández, hay que evitar la alimentación basada en productos procesados ricos en azúcares, grasas saturadas, omega 6 y trans, y pobre en vegetales y frutas.

El cáncer de colon, mama y próstata son tumores muy relacionados con la alimentación. El de próstata es el más frecuente entre la población americana y europea, y es extraordinariamente raro entre la población japonesa y china Todavía no existe la receta mágica, pero prevenir antes que curar y combinar tratamiento convencional con la alimentación, cambio de estilo de vida y cuidar el bienestar psicológico puede ayudar.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Recetas con latas 3: Berberechos con campari, aceitunas y patatas fritas

  • 1 lata de berberechos al natural
  • 150 g de Campari
  • 1 hoja de gelatina
  • Patatas
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Ralladura de limón
  • Aceitunas rellenas de anchoa
  • Hojas de perifollo.
 Hidrata la hoja de gelatina en agua fría, escurréla y fúndela en el microondas. Mezcla con el Campari y vierte en un plato sopero para que solidifique. Reserva y mete en la nevera. Escurre los berberechos de su jugo y reserva. Lava las patatas, sécalas muy bien y, sin pelar, córtalas en láminas. Fríelas en aceite, escúrrelas, sazona y reserva. Corta las aceitunas por la mitad y ponlas sobre cada berberecho. Colócalos sobre la gelatina y, en el centro, las patatas. Sirve con ralladura de limón y perifollo por encima.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Recetas con latas 2: Cazuelita de mejillones en escabeche a la diabla

  • 1 lata de mejillones en escabeche
  • ½ diente de ajo
  • ½ cebolla pequeña
  • 1 tomate
  • 30 g de aceite de oliva virgen extra
  • 50 g de vino blanco
  • 1 pizca de brandy
  • ½ cucharadita de pimentón dulce
  • ½ guindilla
  • 125 g de agua (o el caldo de cocer los mejillones)
  • Perejil picado
  • guindilla fresca y orégano.
Escurre los mejillones y reserva el líquido. Pica el ajo y rehógalo. Añade la cebolla picada y póchala. Agrega el tomate picado y cuece. Echa el pimentón fuera del fuego y el vino. Reduce durante cinco minutos e incorpora el agua (o el caldo de los mejillones).
Cuece a fuego lento cinco minutos y añade el líquido reservado. Dale un hervor y cuélalo.Cuando esté templado, añade los mejillones y el perejil picado. Pon los mejillones en una cazuelita y salséalos. Sirve con un trozo de guindilla y un poco de orégano por encima.

martes, 22 de noviembre de 2016

Remolacha, rescatando del olvido una raíz que da mucho juego

(Un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 19 de noviembre de 2016)

Esta hortaliza, como otras de la familia de los tubérculos, tiene un protagonismo limitado en la cocina. En conserva y encurtida es como más se consume, pero en crudo y cocinada ofrece muchas posibilidades.

Dentro de los alimentos pertenecientes al grupo de tubérculos y raíces, la patata y la zanahoria son las reinas; tan habituales del recetario del día a día que su relevancia gastronómica prácticamente pasa desapercibida. En el otro extremo, el del olvido, resulta fácil hacer un listado de hortalizas similares muy poco visibles. Ahí encajarían, por ejemplo, el boniato, el rábano, la tapioca, el nabo o la remolacha, casi todas ellas bastante alejadas de los gustos de los consumidores.

Viene a cuento esta somera descripción para mostrar la escasa relevancia que hoy en día, en general, tienen los tubérculos y las raíces. Es como si por exceso o por defecto no merecieran la atención que sí reciben otras hortalizas. Y eso que, tan pegados como están estos alimentos a la tierra, atesoran vitaminas y minerales que tras su ingesta se transforman en una excelente fuente de energía.

[...]

En el caso de la remolacha, tres son las variedades más comunes: la roja, para el consumo humano; la azucarera, de color blanquecino, y la forrajera, para la alimentación animal. La primera es la que nos interesa. Adrián Mené es distribuidor de frutas y hortalizas. Conoce bien cómo se trabaja y comercializa y es muy consciente de que en las fruterías y en los lineales de las grandes superficies apenas se ve. "Como más se vende es envasada al vacío: tres piezas cocidas y listas para consumir", asegura.

Su precio no suele llegar al euro, así que el económico no es un argumento para olvidarse de ella. Encontrarla fresca es más difícil, aunque no imposible. En las tiendas de productos ecológicos [...] siempre está presente: en crudo y sin transformar.

En cualquier caso, lo que más se ve en el mercado es la conserva de remolacha, que suele presentarse en tarro de cristal: cocida, cortada a rodajas, en dados o rallada, y generalmente encurtida o en salmuera. "Puede que así tenga su gracia –explica la cocinera de El Plato Reberde– pero el sabor natural está bastante modificado".

Entonces, ¿por qué se han consolidado estas dos formas de transformarla y comercializarla? Los protagonistas de este reportaje creen que la comodidad tiene mucho que ver; esa sensación de que hervirlas o asarlas lleva su tiempo y tiene su "dificultad", por lo que resulta más sencillo recurrir a un producto de quinta gama precocinado para, directamente, abrir y utilizar.

Evidentemente, esta posibilidad ahí está y no hay que renunciar a ella, pero lo verdaderamente interesante de esta raíz es descubrir el juego que puede dar en crudo o cocinada. Y hablar, por supuesto, de las sensaciones que aporta: "Tiene un punto dulce muy sugerente –comenta Pilar Albiac–, más suave y ligero que el de la calabaza". Pero, a su juicio, es la textura la que marca la diferencia: "Para elaborar cremas y salsas es magnífica, les da un cuerpo especial; además, armoniza prácticamente con cualquier ingrediente y es una base estupenda para los sofritos".

Eso sí, hay que tener en cuenta que todo lo que toca lo tiñe de rojo. Esta es una de sus virtudes o inconvenientes, según se mire. En cualquier caso, lo que no se puede negar es que, visualmente, los platos en los que participa resultan muy atractivos.

Pilar recomienda consumir la remolacha en crudo, pero no solo esta, sino todas las hortalizas que se puedan. "Es la mejor forma de aprovechar sus vitaminas y minerales". Y pone tres ejemplos de cómo utilizarla: como base de una gran variedad de ensaladas, combinándola, por ejemplo, con frutos secos, comino, quesos, anchoas...; también es una buena opción recurrir al gazpacho, "sustituyendo la mitad del tomate que tengamos previsto utilizar por remolacha en crudo", o preparar con ella un aperitivo tan sano y sabroso como las crudités de verduras.

Pero incluso más interesantes que las raíces son las hojas. No suelen venderse juntas, aunque Adrián Mené ha conseguido para este reportaje unos cuantos manojos. "Lo habitual es que se comercialice solo la raíz, ya sea cruda o cocida, pero las hojas tienen muchísimas propiedades", explica. Y no son precisamente baratas, sobre todo los brotes tiernos de remolacha que se ofrecen en bolsas para ensaladas.

"Con ellas se pueden hacer unas cremas espectaculares, e incluso utilizar las pencas; a veces hago timbales de verduras asadas y si tengo las hojas con sus pencas las pongo enteras y quedan muy bien", comenta Pilar Albiac. Una alternativa natural son los zumos, como el que propone Adrián Mené combinando remolacha, zanahoria, lima o limón, manzana y apio. Tan energético como saludable.

Si se opta por cocer las remolachas, en función del tamaño, serán necesarios entre 20 y 30 minutos. Se pueden pinchar con una brocheta o un tenedor para comprobar el punto de cocción. "Hay que hervirlas con la piel lavada previamente; luego se retira fácilmente y ya se pueden utilizar", explica esta cocinera.

A la hora de asarlas, se pueden envolver con papel aluminio recurriendo a la técnica del papillote, de la que hablamos hace unas semanas en estas mismas páginas. Con el horno a 180 grados, el tiempo de cocción dependerá de lo grandes que sean, pero puede oscilar entre una hora y hora y media.

Una vez asadas, se retiran del horno y se abren los paquetes. Cuando todavía están un poco calientes es como mejor se quita la piel. "A mí, me gusta asarlas en trozos o en rodajas finas junto a otras hortalizas", prosigue la cocinera de El Plato Reberde. Sencillamente aderezadas con algunas especias al gusto, hierbas aromáticas, aceite y el punto picante de la salsa harissa están muy ricas. Y qué decir de las chips fritas de esta hortaliza. Todo un descubrimiento.

Por supuesto, nuestra protagonista encaja en platos salados, pero su suave dulzor también hace que sea muy interesante para postres. Por ejemplo, hay una versión vegana de la famosa tarta 'red velvet'. Además, elaborar una vinagreta de remolacha es tan sencillo como cocer un trozo y triturarlo con el aceite, el vinagre y la sal. Su color rojizo viste estupendamente cualquier plato.

[...]

Y claro, luego está su aporte nutricional, que ni mucho menos es desdeñable. Es una hortaliza rica en carbohidratos y en minerales como manganeso, potasio, calcio, hierro, fósforo y sodio. En cuanto a las vitaminas, destaca por ser una buena fuente de folatos, del grupo B, y en menor porcentaje de los grupos A y C.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Recetas con latas 1: Ventresca de bonito con tomate

  • 1 lata de ventresca de bonito
  • 1 litro de zumo de tomate
  • 100 g de aceite de ventresca de bonito
  • 10 g de aceite de ajo y hierbas
  • 1 hoja de gelatina
  • Perejil picado
  • 200 g de aceite de oliva virgen extra
  • 1 ajo
  • Sal
  • perejil y hierbas secas
  • Aceite de ajo y hierbas
  • Perejil frito

Escurre la ventresca del aceite, que usarás para hacer el pil pil de tomate. Cuela el zumo de tomate en un paño de tela. Aprovecha el líquido y ponlo a reducir a fuego lento, hasta que tenga densidad de caramelo ligero. A continuación, añade la cola de gelatina previamente hidratada y bate con unas varillas, a la vez que añades el aceite de ventresca. Una vez emulsionado, incorpora el aceite de ajo y el perejil picado, y reserva. Pela el ajo, retira el germen y mézclalo con el perejil deshojado, una pizca de sal, las hierbas secas y el aceite. Tritúralo bien y cuélalo. Reserva. Cubre la ventresca con el pil pil y termina con unas hojas de perejil frito.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Latas de conserva: decálogo

(Un texto de Juan Paunero en la revista Mujer de Hoy del 2 de febrero de 2013)

No es simple, pero si sana, socorrida e Incluso barata. Descubre todas las posibilidades de la cocina en conserva y reivindica sus valores gourmet en tiempos de crisis.

Seamos realistas: si elaborásemos una lista con los mejores inventos gastronómicos de la humanidad, la tortilla deconstruida de Ferran Adrià no tendría nada que hacer ante una humilde lata de atún. Una lata, sí. Estamos en 2013, leemos libros en formato digital, vivimos pegados a nuestros smartphones, utilizamos coches eléctricos... pero, cuando llegamos a casa, abrimos un sinfín de conservas en un gesto casi exacto al que hacían sus primeros consumidores a comienzos del siglo XIX.

Fue en 1810, cuando el inglés Peter Durand patentó el envase de hojalata, y siete años antes, el confitero francés Nicolas Appert, recibió los 12.000 francos que Napoleón prometió a quien descubriera una forma de preservar los alimentos durante largo tiempo y en buen estado. Appert introducía la comida en botellas de vidrio tapadas con corcho y selladas con lacre, que luego calentaba en agua hirviendo durante horas. Pero la hojalata fue clave para salvar el único escollo: la ausencia de luz, fundamental para la óptima conservación del producto. Sin embargo, hasta 1869 no apareció el primer abrelatas, así que, mientras tanto, todo valía a la hora de comer: bayonetas, navajas e incluso disparos.

Los primeros

Para hablar de éxito en la actualidad, nada mejor que dar cifras. En España, uno de los países con mayor índice de fabricación y consumo de conservas, cada año compramos alrededor de 100.000 toneladas... ¡solo de atún!, lo que equivale a más de 600 millones de euros y que un 73% de los hogares lo incluyan en su cesta habitual. Le siguen los mejillones, las sardinas y sardinillas, la caballa, los calamares, las anchoas, el pulpo y los chipirones.

Por marcas, las más populares son también las que encabezan el estudio, elaborado por la publicación especializada Góndola Digital: Calvo, Isabel, Miau, Albo, Rianxeira, Friscos, Cuca... Sin duda, los básicos siguen mandando en las despensas, pero el auge de la alta cocina y la demanda de productos gourmet ha hecho que, incluso estas marcas, hayan creado líneas de alta costura enlatada. ¿Y qué más podríamos decir sobre el mundo lata? Tanto, que hemos creado un decálogo para despejar dudas. ¡Bon appétit!

1. Sin conservantes ni colorantes 

Resulta difícil entender que un alimento aguante durante meses, o incluso años, sin refrigeración ni un sinfín de compuestos químicos que lo protejan. Pero así es. La magia del enlatado es esa: los productos en conserva son sometidos a esterilización por calor, con lo que desaparecen los microorganismos y enzimas que podrían alterar sus propiedades.

2. Chute vitamínico 

El rápido proceso de envasado hace que sus beneficios se mantengan casi inalterables. Así, en una lata de atún encontrarás un alto contenido en proteínas, las grasas omega-3 propias de los pescados azules, vitaminas liposolubles (A, D y E) y vitaminas hidrosolubles (B3, B6 y B12). ¿En contra? El exceso de sal, no muy recomendable para hipertensos, y el aceite vegetal de baja calidad. En este caso, siempre es mejor pagar un poco más y comprar atún en aceite de oliva o bien escurrirlo muy bien y aliñarlo de nuevo.

3. Olvídate de emplatar

Este consejo lo da Alejandra Anson, creadora del sello Elite Gourmet, directora de Globally Gastro y una de las “foodies” más influyentes de España. Tan fácil como abrir la lata de berberechos, por ejemplo, y no pasarla a un plato, ya que “así se mantiene el sabor y no se pierden sus propiedades”. Una cosa más: “Alíñalos directamente con un chorro de limón y cómelos con cucharilla”.

4. Invierte en calidad 

El cocinero Ángel León, conocido como “el chef del mar” y propietario del restaurante Aponiente de El Puerto de Santa María, no solo es un experto en pescado fresco. Además de haber logrado enlatar el plancton, que él llama “el origen de la vida”, para su consumo, defiende las conservas de pequeñas empresas: “En la costa gaditana hay familias que se dedican a enlatar atunes, melvas y caballas en plena temporada. El coste en el supermercado de estas delicias es más elevado que el de grandes marcas, pero estas, en la mayoría, utilizan migas de pescado ultracongelado, y claro, no hay comparación con las artesanales”.

5. Las sardinas, mejor con espinas 

Además de económicas, enlatadas aportan proteínas, vitaminas A y D y ácidos omega-3. Pero lo mejor es que son una excelente fuente de calcio, ya que podemos comerlas enteras gracias al reblandecimiento de su esqueleto como resultado del tratamiento térmico.

6. Cuidado con las abolladuras 

Parece otro mito, pero no lo es. Una entrada accidental de aire en una lata (por oxidación, golpes, rayaduras...) puede provocar botulismo, una enfermedad similar al cólera, producida por la tóxina botulínica (sí, la del botox). Famosa es también la expedición fallida al Ártico organizada por sir John Franklin en 1845. Los 129 miembros de la tripulación fallecieron y una de las teorías apunta a que la causa fue envenamiento por plomo, procedente de las soldaduras de las latas de conserva.

7. Consumir preferentemente antes de...

Miguel Arias Cañete, ministro de Agricultura, reconoció hace unas semanas que “veo un yogur y ya puede poner la fecha que quiera, que me lo como sin problemas”. Las redes sociales echaron humo con la frase y hubo opiniones para todos los gustos. Más allá del debate sobre un posible cambio en la legislación vigente, en el caso de las latas es mejor no arriesgar con este apunte. No quieras alargar aún más su vida. Curiosamente, también es cierto que, en febrero de 2012, mandaron analizar una lata de manteca de cerdo envasada en 1948... ¡y todavía seguía siendo apta para el consumo!

8. Verduras frescas vs verduras enlatadas

No se trata de cuestionar las propiedades de los productos frescos (mejor aún si proceden de agricultura orgánica), pero sí de aclarar un dato: la vitamina C, hidrosoluble, se oxida rápidamente al aire libre. Por ello, en la conserva, se mantiene mejor que en los alimentos frescos, porque la conservación se realiza a las pocas horas de la recolección, mientras que el producto fresco debe viajar hasta el mercado y hasta los hogares. Lo mismo ocurre con la vitamina A y los aminoácidos esenciales, según un estudio del CICE (Centro de Información de la Conserva Enlatada).

9. Entre fogones 

Aparte de las latas de guisos ya cocinados, como la célebre fabada, las albóndigas o las lentejas (siempre excelentes para casos de emergencia), el resto de productos también puede servir como ingrediente extra para tus recetas. Sin embargo, no es recomendable calentarlos demasiado, pues perderán algunas de sus propiedades. Y, cuando utilices varios ingredientes, deja los del enlatado para añadir al final. Por ejemplo, en el clásico plato de pasta con atún.

10. Organiza una cena 100% latas “made in Spain”

Esta idea también nos la dio Alejandra Anson. Navajas, cuyo contenido proteico es similar al de la carne de ternera; foie, que alcanza su sabor óptimo un año después de haber sido enlatado; mejillones, baratos y divertidos; y, por qué no, un pequeño homenaje: caviar Tsar Nikolay, procedente de esturiones criados en el parque natural del Delta del Ebro y en cuyo envasado solo se utiliza un 3% de sal, nada más. Así, se trata del único caso en toda Europa de un fabricante de estos productos con el 100% de su producción sin conservantes. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Marsala

(Extraído de un texto de Marta Rivera de la Cruz en la revista Mujer de Hoy del 28 de febrero de 2015)

[...] El marsala fue un vino de los llamados fortificados, elaborado en Sicilia con uvas pignatelli y nero d'avola. Un comerciante inglés, John Woodhouse, llegó al puerto siciliano a finales del siglo XVIII y quedó rendido al vino local que, por su proceso de maduración, estaba preparado para resistir muy bien un viaje largo. Woodhouse introdujo el marsala en Inglaterra, y desde allí se popularizó por todo el mundo. Y no sólo como bebida: es excelente para elaborar algunas salsas con cuerpo y sirve como base para postres como el zabaglione o el tiramisú.

Y antes, el marsala hizo algo excepcional: burlar la férrea ley seca norteamericana que entre 1920 y 1933 convirtió en delito beber alcohol. Un avispado productor consiguió inscribir el marsala como bebida con efectos terapéuticos, así que no se le consideraba un espirituoso sino una medicina. [...]

martes, 15 de noviembre de 2016

Papillote: sacando partido al horno con las cocciones al vapor

(Extraído de un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 15 de octubre)

El papillote [...] consiste en una cocción al vapor en el horno con los propios jugos de los alimentos, que se introducen en un envoltorio donde se cocinan.

Básicamente, se asienta sobre cuatro 'patas': el horno, el ingrediente principal (se emplean, sobre todo, pescados, pero también se puede recurrir a algunas carnes o frutas), los aderezos (verduras y hortalizas, especias, hierbas, aceites...) y el envoltorio.

Empezando por el final, para envolver los alimentos tradicionalmente se ha recurrido a papel de aluminio, pero en este aspecto se ha evolucionado mucho. Hoy en día existen papeles sulfurados de horno, film de plástico especial para hornear, y lo más nuevo, utensilios de silicona, reutilizables, que suelen emplearse para el microondas.

"La clave está en realizar un buen cierre –comenta Luis Estopiñán–, dar un par de dobleces en cada lateral y sellar bien las esquinas para que no se escape el vapor". "Lo que consigues de esta forma son sabores más naturales –añade su compañero–, evitas que se reseque el producto quedando muy jugoso por dentro al no recibir el calor directo".

Además, en una cocina al vapor tradicional los aromas se pierden, mientras que con esta técnica el envoltorio los retiene. "Por eso también es importante que el sobre se abra en el momento en que el comensal está a la mesa, ya que va a recibir el aroma de todos los alimentos", prosigue.

Respecto a los productos principales, tradicionalmente ha sido una técnica utilizada para pescados. "En el caso de los azules de sabores fuertes, como el salmón o la trucha, se suavizan bastante, pero se puede elaborar cualquiera: merluza, lubina, dorada, bacalao...". Hugo López los suele preparar sin espinas porque es más cómodo para el comensal, pero también se pueden hacer con ellas.

Además, los dos protagonistas explican que es una alternativa ideal para trabajar piezas grandes enteras, como los lomos de un salmón o de una trucha asalmonada: "Quedarán más jugosos que si los hacemos porcionados".

Lo normal, para grosores de un centímetro y medio a dos, es que la receta esté lista en 8 o 10 minutos a una temperatura de entre 180 y 200 grados. "Estas referencias son para los pescados –matiza Hugo López–; por cada centímetro más de grosor habría que dejarlos, aproximadamente, otros cinco minutos". Pero la clave, sobre todo, está en observar el envoltorio. "Cuando se infla –prosigue el cocinero de El Milagro– ya está lista la receta".

En cuanto a las carnes, pollo, pavo o solomillo de cerdo son las que mejor encajan. "Eso sí –comentan–, necesitan más tiempo, prácticamente el doble, y procurar que no sean muy gruesas para que el calor llegue bien al centro; de ahí que lo habitual sea utilizar despieces como la pechuga, el solomillo o el muslo deshuesado".

Utilizando esta técnica se pueden cocinar verduras y hortalizas sin necesidad de que acompañen a un producto principal. Suelen introducirse crudas en el envoltorio, pero también está la opción de sofreírlas un poco. Por ejemplo, a Hugo López le gusta saltear ligeramente el puerro, la cebolla y la zanahoria. "Si es en un wok, mejor", matiza. A la hora de preparar el envoltorio, él prefiere no ponerlas en la base. "Habitualmente, coloco una rodaja de tomate; sobre ella, el pescado y, encima, el sofrito de verduras para que una vez sellado el papillote transmitan mejor sus aromas y sabores".

Luis Estopiñán también comenta que "las patatas conviene sofreírlas antes, ya que con una cocción tan corta quedarían duras, y lo mismo pasa con la cebolla, que es conveniente pocharla ligeramente". Sin embargo, a otros vegetales como espárragos trigueros, judías verdes o bisaltos "les va bien una cocción al dente, por lo que es mejor no manipularlos previamente". En cuanto a condimentos como hierbas frescas y especias, el gusto de los comensales es el que en buena medida determinará los que vayan a emplear, aunque el eneldo, por ejemplo, le va muy bien al salmón, y un poco de ajo y perejil, a la mayoría de los pescados. Añadir unas gotas de vino blanco también es una buena opción.

[...]


domingo, 13 de noviembre de 2016

Verdades y mentiras de la comida sana

(Publicado en el XLSemanal del 17 de agosto de 2014)

1. ¿Los huevos son peligrosos?
Es cierto que el huevo contiene mucho colesterol, pero también es rico en ácidos grasosomega 3, que lo eliminan. Además, es una buena fuente de hierro y carotenoides. Un estudio de la Escuela de Salud de Harvard, tras hacer un seguimiento a 117.000 personas durante diez años, concluyó que no hay relación alguna entre el consumo de huevos y la enfermedad cardiovascular. Asimismo, el huevo es recomendable para las mujeres embarazadas porque aporta el ácido fólico diario que necesitan.

2. ¿Los productos ecológicos tienen más vitaminas?
Ni las verduras ni las frutas de la sección de productos ecológicos contienen más vitaminas que las ‘normales’ de cualquier supermercado. Lo ha demostrado un megaestudio realizado por la Agencia de Estándares Alimentarios de Gran Bretaña. Y también es falso que hace 50 años la verdura tuviese más vitaminas y minerales que ahora. Sin embargo, sí es cierto que en los productos ecológicos, por lo general, hay menos sustancias perjudiciales. La presencia de pesticidas es 100 veces menor que en los productos convencionales.

3. ¿Lo natural es mejor que lo congelado?
Lo cierto, aunque sorprenda, es que, por regla general, es más sano lo congelado a no ser que la verdura vaya a su mesa directamente desde la huerta de casa. Solo así puede competir con los productos ultracongelados. Cuando las coles o las zanahorias llevan varios días en la estantería del supermercado o en casa, pierden buena parte de sus vitaminas. Por ejemplo, el contenido de vitamina C de las espinacas desaparece en muy poco tiempo. Sin embargo, las ultracongeladas a 18 grados conservan el 85 por ciento de la vitamina C pasados cuatro meses.

4. ¿Los alimentos crudos son más nutritivos?
Desde un punto de vista nutricional, los alimentos calentados y cocinados son mucho más digeribles. Es cierto que algunas vitaminas se pierden por la cocción, pero otras se vuelven más aprovechables por el organismo. Es lo que ocurre por ejemplo con la beta-carotina, presente en las zanahorias y los tomates. Eso sí, es conveniente cocer las verduras poco tiempo y con poca agua, ya que una pequeña parte de los nutrientes se quedan en ella tras la cocción.

5. ¿La carne ecológica no contiene antibióticos?
Da igual que la carne sea ecológica o convencional, los alimentos de origen animal rara vez están libres de sustancias químicas farmacéuticas. El uso de antibióticos y otros medicamentos está permitido tanto en la ganadería ecológica como en la convencional para tratar a los animales enfermos. Sí es cierto que en el sector ecológico hay que respetar unos plazos especialmente estrictos para productos como la leche y la carne.

6. ¿Si tomas soja no necesitas carne?
La soja es rica en vitamina B, ácidos grasos insaturados, fibra, calcio, ácido fólico y selenio. La elevada esperanza de vida en Japón y la ausencia de molestias relacionadas con la menopausia en las mujeres niponas se atribuyen al elevado consumo de soja. Pero ser fan de la soja también tiene sus riesgos. las isoflavonas -una de las sustancias vegetales que contiene-, en función de las cantidades consumidas, favorecen la aparición del cáncer. Los estrógenos vegetales pueden alterar el funcionamiento de la glándula tiroidea y del sistema hormonal. Por ello, las autoridades sanitarias de los Estados Unidos recomiendan un límite diario de aproximadamente 300 gramos de tofu o unos 800 mililitros de leche de soja. Las personas que quieran renunciar a la carne no tienen que limitarse a la soja. Su dieta debería completarse con otros alimentos ricos en proteínas, como los huevos, las legumbres, las patatas o el pescado.

7. ¿El aceite de pescado cura?
Algunos gurús de la alimentación recomiendan el aceite de pescado para combatir trastornos de atención y depresiones, por sus ácidos del tipo omega. Los niños con TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) presentan una carencia de ácidos grasos omega 3 y omega 6. Sin embargo, 13 estudios realizados con mil niños han arrojado unos resultados decepcionantes. el aceite de pescado no aporta ningún beneficio en caso de sufrir TDAH. Como mucho, este extracto demostró cierta eficacia como alivio de los síntomas de la depresión, pero solo en sus formas más severas.

8. El azúcar escondido
La mayoría de las madres prohíben a sus hijos masticar terrones de azúcar, pero hay una glucosa diluida en otros productos y no siempre se repara en ello.
– Gominola (Bolsa de 250 g) – 64 terrones
– Kétchup (Bote de 500 g) – 33 terrones
– Chocolate (Tableta de 100 g) – 18 terrones
– Refresco (Vaso de 200 ml) – 7 terrones
– Zumo de Naranja (Vaso de 200 ml) – 6 terrones
– Helado de fruta (Bola de 50 g) – 5 terrones

9. ¿La carne da vitalidad?
Es cierto que la carne contiene nutrientes vitales como proteínas, hierro y vitamina B12 en grandes cantidades. Más problemáticos resultan otros de sus componentes, como las grasas animales, el colesterol, las purinas y los nitratos. Según una larga serie de estudios, cabe suponer que el consumo de carnes rojas (cerdo, ternera, cordero) y sus productos derivados aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, cáncer de intestino y otras enfermedades. Por ello, la recomendación internacionalmente más extendida es tomar solo entre 300 y 600 gramos de carne por semana. Lo que viene a ser la mitad de la que consumimos los españoles.

10. ¿Los conservantes son dañinos?
Falso. Estos aditivos son más útiles que perjudiciales. Evitan intoxicaciones alimentarias como el botulismo o enfermedades cancerosas debidas a excreciones del moho. Además, la única forma de evitar los conservantes es no tomar ningún producto elaborado. Al igual que todos los restantes aditivos, están sometidos roles para asegurarse de que no superan unos niveles máximos muy estrictos. Pilar Fernández, especialista en química analítica y directora del curso de la UNED sobre seguridad alimentaria, asegura que ni una sola vez hemos encontrado aditivos no permitidos en alimentos españoles . Afirma que asociar la química en los alimentos al peligro es un error .

11. Adelgazar. lo que de verdad sirve
Donde más falsas promesas circulan es en el sector relacionado con las dietas. Antes de comenzar una, conviene consultar al médico, pero estos son algunos mitos que puede empezar a replantearse.

1. ¿Las comidas tardías engordan más? 
Muchas de las personas que quieren adelgazar se imponen la regla de no comer nada más allá de las cinco de la tarde. La teoría es que un tiempo prolongado sin comer favorece el consumo de las grasas del cuerpo y, por tanto, reduce el peso. Pero no hay pruebas que sostengan esta afirmación. El momento del día en el que se come es menos decisivo que la cantidad de calorías que se ingieren durante toda la jornada.

2. ¿Los productos light adelgazan? 
Estos productos solo ayudan a perder o mantener el peso en dos supuestos. en primer lugar, que tengan menos calorías que el producto normal equivalente, lo que no siempre es el caso. Por ejemplo. en las galletas, los fabricantes sustituyen el azúcar habitual en estos dulces, que los hace más crujientes y consistentes, por ingredientes con efectos similares. almidones, fructosa y sirope. Puede que parezca más sano de primeras, pero aportan tantas calorías por gramo como el azúcar. Y segunda condición. que no se coma más cantidad de la normal por el hecho de que sean light, un error típico.

3. ¿El helado es una bomba calórica? 
Puede despedirse de la mala conciencia durante el verano. el helado casi nunca es un gran aporte calórico, sobre todo porque, en general, se suele consumir en pequeñas porciones. Muchos tipos de helados no llegan a las 100 calorías por ración.

4. ¿El chocolate engorda? 
Más bien al contrario. La clave, evidentemente, reside en la cantidad. Un estudio español realizado con 1458 jóvenes de nueve países europeos muestra que la cantidad de grasa abdominal y el porcentaje de grasa corporal total de los participantes eran menores si habían consumido 43 gramos de chocolate al día, es decir, casi media tableta.

5. ¿Ayunar limpia el organismo? 
Nuestro cuerpo elimina constantemente los residuos del metabolismo a través de la piel, los riñones, el intestino o los pulmones. Hacer una cura de ayuno no elimina más residuos de lo normal. La excepción son las toxinas ambientales liposolubles que se almacenan en nuestros depósitos de grasas. Un ayuno radical puede eliminarlas. En cualquier caso, un ayuno debe hacerse bajo supervisión médica.

6. ¿Unas reglas estrictas son la clave para adelgazar?
No, en absoluto. Las personas que intentan regular la comida mediante prohibiciones estrictas suelen fracasar. Lo normal es que no tarden en saltarse los límites por culpa del estrés o de comidas no planificadas. Es fácil caer en el habitual otra vez me he saltado las reglas ¡pues qué más da ya! , lo que lleva a la pérdida total del control. Y la consecuencia puede ser un atracón. Es mucho mejor ponerse unas reglas que dejen cierto margen. Un placer esporádico evita los ataques de gula.

12. ¿Los edulcorantes son peligrosos?
Edulcorantes químicos como el aspartamo o el ciclamato llevan muchos años bajo sospecha general. Se los acusa de provocar cáncer, dolores de cabeza, alergias o epilepsia. Además, hay gente que cree que, a pesar de su nulo aporte energético, los edulcorantes favorecen la obesidad de una forma indirecta. Todas estas suposiciones han sido desmentidas por diferentes estudios clínicos. No obstante, las autoridades han establecido una cantidad máxima que se podría tomar de forma inocua para la salud, el llamado valor IDA (ingesta diaria aceptable), según el cual una persona de 70 kilos de peso podría tomar al día 4,5 litros de refrescos light, siempre y cuando el fabricante se atenga a los valores autorizados de aspartamo.

13. ¿La fibra ayuda contra el cáncer?
Por desgracia, este efecto no tiene un carácter general. Una ingesta elevada de fibra, sobre todo de cereales, aparece asociada a un riesgo menor de sufrir cáncer de intestino. Sin embargo, no se ha podido demostrar su efecto en otros tipos de cáncer. Los científicos sí han certificado un efecto secundario. la fibra sin calorías sacia, por lo que evita una ingesta excesiva de calorías. Este hecho puede prevenir el cáncer de una forma indirecta, pues el sobrepeso favorece una larga lista de dolencias. Las personas que toman muchos cereales integrales también reducen el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, pero los estudios no son concluyentes.

14. ¿Las patatas fritas de bolsa son peligrosas?
Actualmente, las patatas fritas de bolsa son mucho mejores que su fama. Es cierto que siguen conteniendo muchas calorías, dado que poseen entre un 30 y un 40 por ciento de grasas y muy poca agua, pero estas grasas son más sanas que antes. El control de la temperatura durante el proceso de freír las patatas consigue que la cantidad de la acrilamida, una sustancia neurotóxica, sea menor que antes. Además, si están fritas en aceite de oliva, son ricas en ácidos grasos monoinsaturados, aunque es cierto que muchas patatas se fríen en aceites de colza o girasol.

15.Dar el pecho, ¿Hasta cuándo?
La regla establece que, de ser posible, habría que dar exclusivamente el pecho a los niños durante seis meses para evitar alergias posteriores, pero también otros problemas como sobrepeso o diabetes. Muchas madres siguen amamantando a sus hijos cuando ya tienen edad de ir a la guardería. En realidad, no hay pruebas de que a partir del cuarto mes dar únicamente el pecho siga teniendo efectos beneficiosos para la salud de los niños. Los expertos siguen debatiendo sobre si prolongar la lactancia al máximo podría ser incluso perjudicial para el pequeño, ya que, por ejemplo, retrasa su desvinculación de la madre.

16. ¿Los productos sin lactosa previenen los gases?
El mercado de los productos sin lactosa crece cada año hasta un 20 por ciento. La intolerancia a la lactosa se ha convertido en una enfermedad a la que se responsabiliza de todos los problemas de gases o molestias estomacales. En realidad, solo el 15 por ciento de la población, de media, sufre intolerancia al azúcar natural de la leche. Las personas afectadas carecen de la enzima lactasa, encargada de descomponer este azúcar. Sin esta enzima, la lactosa no se digiere, sino que la descomponen las bacterias presentes en el intestino. Gases, sensación de plenitud o diarreas pueden ser las consecuencias. Sin embargo, quienes no beben leche ni toman yogures tienen complicado llegar a la dosis diaria recomendada de calcio, que es de unos mil miligramos. No es conveniente evitar la lactosa de forma preventiva. Para salir de dudas, basta con que el médico lleve a cabo la sencilla prueba del hidrógeno espirado.

17. ¿Cinco porciones de fruta y verdura al día mantienen la forma?
Tomar una ración de fruta o de verdura cinco veces al día es estupendo para nuestra salud. Es lo que los nutricionistas nos llevan diciendo desde hace años. Y no es del todo falso, es solo que estadísticamente ¡con siete raciones nos iría muchísimo mejor! Un estudio del University College de Londres acaba de demostrar que los voluntarios que tomaron siete raciones o más de frutas y verduras al día tenían un riesgo de morir un 42% más bajo que los reacios al ‘verde’. El efecto positivo de las hortalizas y ensaladas es aún mayor que el de la fruta.

18. ¿La alimentación funcional es más sana?
Los copos de cereales del desayuno están enriquecidos con hierro; la margarina y la leche, con esteroles vegetales; el pan y la leche, con ácidos grasos omega 3 En la Unión Europea es obligatorio que las empresas que quieran usar argumentos de salud para publicitar sus productos demuestren su eficacia. La margarina con esteroles vegetales, consumida regularmente, puede reducir hasta un 15% el colesterol en personas con niveles altos. Sin embargo, el Instituto Federal para la Evaluación de Riesgos avisa de que puede suponer un peligro para el sistema cardiovascular de personas sanas y sobre todo de niños. Por lo tanto, la comida funcional solo está indicada para los consumidores que pertenecen al grupo de población al que va dirigido cada producto concreto.

19. ¿Los alimentos desencadenan alergias?
Gluten, lactosa o fructosa un tercio de la población está convencida de que su cuerpo se rebela contra ciertos alimentos. Según datos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en realidad solo el 3% de los adultos y el 4% de los niños sufren algún tipo de alergia alimentaria. Sí es cierto que este número se ha doblado en los últimos años. Pero cuidado. si la leche, el queso o la fruta le producen molestias estomacales y diarreas durante un tiempo prolongado, probablemente no tenga alergia, sino que sufra una intolerancia. Los médicos desaconsejan renunciar por simple precaución a ciertos alimentos si no se cuenta con un diagnóstico preciso.

20. ¿Las pastillas de vitaminas protegen?
Las vitaminas y minerales de bote no actúan igual que los originales, es decir, aquellos contenidos en los alimentos, aunque todavía no se sabe muy bien por qué es así. En cualquier caso, una manzana contiene unos mil componentes diferentes. es probable que el cuerpo necesite un equilibrio de diferentes sustancias. Los productos en cápsulas y polvos para diluir pueden resultar incluso perjudiciales. Estos suplementos solo están indicados en estados carenciales demostrados, y solo habría que ingerir el nutriente del que se presenta el déficit.

21. Las bebidas y sus secretos
Especialmente en verano ingerimos líquidos para combatir la deshidratación. Pero conviene reparar en las cantidades y sobre todo en el tipo de bebida. Casi todos los pros tienen sus contras.

1. ¿La cerveza engorda?
El ‘zumo de cebada’ contiene en torno a un 5% de alcohol, y el alcohol engorda. El organismo tiene que utilizar valiosos oligoelementos para descomponer el alcohol. A esto se suma que las calorías líquidas no sacian. Un litro de cerveza contiene unas 430 kilocalorías. Por si fuera poco, los componentes amargos del lúpulo estimulan aún más el apetito. El alcohol, además, intensifica la liberación de insulina e impide así que se queme grasa. ¿La solución? Cerveza sin alcohol.

2. ¿Hay que beber como mínimo dos litros de agua al día?
No solo las bebidas contienen líquidos, también la mayoría de los alimentos sólidos. Una patata, por ejemplo, contiene un 75 por ciento de agua. Los alimentos sólidos nos aportan de media unos 900 mililitros de agua al día. Por eso, los expertos recomiendan sumar solo 1,5 litros al día en forma de bebida para un adulto con poca actividad física y con temperaturas normales.

3. ¿El zumo es mejor que los refrescos?
El zumo contiene las vitaminas y minerales propios de las frutas, pero también muchas calorías. Un zumo de manzana cien por cien de fruta no se queda atrás en calorías con respecto a un refresco. Además, la fructosa, desde un punto de vista médico, no es tan sana como muchos creen. Si se trata de saciar la sed, es mejor el agua.

4. ¿Los refrescos de cola crean adicción? 
La Coca-Cola solo contuvo cocaína hasta 1903; desde entonces se utilizan en su elaboración extractos no adictivos. No es cierto que este tipo de refrescos creen más adicción que otras bebidas con cafeína. Hay que tener en cuenta que la cafeína no es una droga, sino un psicoestimulante. El efecto adictivo solo podría aparecer a partir de los 100 miligramos al día, lo que supondría beberse un litro de cola. Muchas personas pueden sufrir dolores de cabeza y fatiga si renuncian a la cafeína de golpe.

5. ¿El café estresa al corazón? 
Ni siquiera cinco o seis tazas al día aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Lo han demostrado diversos estudios realizados con más de 400.000 participantes. Un consumo moderado puede incluso tener un efecto protector. Una de las causas que lo explican es que un grano de café está lleno de antioxidantes.
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