lunes, 30 de septiembre de 2013

Bacalao

(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 11 de abril de 2010)

«Partir el bacalao» fue siempre signo de poderío; pero, ¿cuál de los muchos y posibles preparados que permite el más versátil de todos los peces que comemos es el que parte el bacalao? Si las líneas se hubieran publicado hace medio siglo, quizás más, la respuesta sería obvia, el bacalao a la vizcaína. A finales del XIX, el mítico y genial Doctor Thebussern - Mariano Pardo de Figueroa- señalaba que la paella valenciana y el bacalao a la vizcaína, al que algunos tratan ahora de desvirtuar añadiéndole salsa de tomate a la escueta y clásica receta en la que imperan los pimientos choriceros y, excepcionalmente y en caso de necesidad, las buenas ñoras murcianas, eran los dos platos más identificativos de la cocina española y, desde luego, los más conocidos en el extranjero.

Los tiempos y los gustos pasan, cambian, Hoy, el estrellato ha pasado al pilpil y a los dos platos de don Mariano debe añadirse el gazpacho. El viejo pilpil se preparaba como hoy cocinamos las angulas, con aceite, guindilla y ajo. Sin más. El pilpil actual, el de la salsa gruesa de aceite meneado -ligado-, es el que-antes llamaban 'a la busturiana'. El templo español del bacalao al margen del potaje de vigilia […] es el País Vasco y, como decía Antonio Barrena, el que fue durante tres décadas director de El Correo de Bilbao, todos los demás son imitaciones. […]

jueves, 26 de septiembre de 2013

Sobre el suero del yogur

(Un texto de José Ignacio Arranz Recio en el Magazine de El Mundo del 1 de septiembre de 2013)

El desuerado o sinéresis, en su expresión más simple, consiste en que, sobre una fase sólida de consistencia gelatinosa, vemos sobrenadar una cantidad variable de suero que tendría que haber permanecido incorporado al coágulo. En la sinéresis franca, el desuerado es una clara consecuencia de que la fase sólida, gelificada, se está rompiendo. Por ello, además del suero sobrenadante, veremos grietas en la porción cuajada.

En sí, carece de consecuencias sanitarias. Este defecto aparece por causas fundamentalmente tecnológicas durante el procesado, especialmente en alguna de sus fase más críticas, pero no está claramente relacionado con una pérdida post-procesado da la cadena de frío. El yogur es el resultado de la acción sinérgica de bacterias lácticas vivas: las inoculamos en la leche propiciando, mediante incubación, su multiplicación y sus efectos deseables (acidificación y aroma/sabor). Esta fase de inoculación/fermentación es crítica para la calidad del producto.

Anomalías en la fermentación, como el exceso de temperatura al incubar, pueden dar lugar a sinéresis, aunque también puede acontecer por defectos previos, como la escasez de proteína o de grasa en la leche de partida, o por envejecimiento del producto final, Con todo, la causa más frecuente de desuerado suele ser el movimiento o agitación durante la fase de incubación/fermentación, que da lugar a la fractura del coágulo de leche que ya se había formado.

martes, 24 de septiembre de 2013

La invención de la tortilla de patatas



(Un artículo de Francisco Abad Alegría en el suplemento económico del 20 de julio de 2013)

Probablemente son tres los alimentos que más han contribuido a la conformación de nuestra cultura europea, aparte el vino: el trigo, el cerdo y la patata. Por este orden cronológico. No es posible el crecimiento y manutención de una sociedad en expansión, sin el doble empuje del abasto alimenticio y la especialización social. Y el salto alimentario de la era preindustrial tiene como protagonista a la patata.

Algunos ilustrados españoles agrupados en las Sociedades de Amigos del País para procurar la promoción y mejora de la población desde arriba, se encuentran con una situación de hecho que van a aprovechar: el cultivo ya establecido de patatas (cachelos) en Galicia desde el primer tercio del siglo XVIII, y algunas plantaciones en Castilla y escasas en el noreste de Aragón. La difusión en Aragón tiene mucho que ver con las figuras de Echeandía y Garay de Oca. Por fin, el hambre consecuente a la Guerra de la Independencia y la atomización administrativa y productiva, hacen que el Gobierno nacional promulgue en 1617 una Real Orden, urgiendo a los gobiernos locales y regionales a promover el cultivo de la patata, que a partir de entonces se expansiona por todo el territorio nacional incluido Aragón.

En los primeros años de la expansión de la patata, la estima en que se tenía al tubérculo era francamente escasa. Resultaba útil para dar de comer a cerdos y pobres (como suena) y podía ayudar en la alimentación humana, especialmente en forma de potajes, sustituyendo o acompañando a los nabos, y resultaba también útil como masa con la que falsear la de harina para hacer pan, como detalla el ilustrado José Pariente en una carta a la Sociedad de Amigos del País de 1781. En resumen, la patata estaba mal considerada: se la tenía como un complemento de segundo nivel o un remedio para el hambre de los más pobres. Cuando ahora nos maravillamos de la españolísima tortilla de patatas, parece que alguien pudo elevar a grado de ingrediente de lujo a un tubérculo que de por sí era bastante despreciable (y lo sigue siendo si se estudian las tendencias de consumo). Así que la tortilla de patata surgió como un recurso alimenticio, una argucia para comer por poco precio y no como una exquisitez gastronómica. Surgió, naturalmente, entre el pueblo llano, el que se alimentaba, mal que bien, con patatas.

Es la tortilla de engaño, pelota, relleno o huevos tontos. Con variantes que se centran en el salseado o no, o en la adición de algunas especias o algún otro elemento vegetal, como el ajo y hierbas aromáticas, ya desde antes del siglo XII se encuentra en recetas marginales de libros de cocina andalusí. La cosa consiste en que se mezcla huevo batido con migas de pan humedecidas, para alargar este, más caro, haciendo un engrudo que luego se cuece o fríe en forma de bolas o croquetas o auténticas tortillas. Hagan la prueba de cenar cuatro personas con dos huevos y una buena cantidad de pan remojado en agua, confeccionando una gran tortilla, aromatizada con ajo y perejil, y verán cómo se llenan realmente, aunque la alimentación sea nutricionalmente defectuosa. Pues eso es lo que supone a partir de finales del siglo XVIII la tortilla de patatas o sus variantes locales.

En algún artículo recogido en la charca de internet, la gloria del origen de nuestra protagonista se atribuye nada menos que al general carlista Tomás de Zumalacárregui o quizá a una buena mujer de la causa, que obsequió al militar con tan excelso producto a su paso por Estella. Dicen por ahí que don Tomás pudo inventar la famosa tortilla como remedio para el hambre de sus tropas en el sitio de Bilbao, en junio de 1835. Resulta raro que el general se dedicase a inventar la tortillita, cuando estaba empeñado en un sitio difícil, al que además era contrario y que le trajo la muerte unos días después de ser allí herido. Lo de la leal estellesa carece también de todo fundamento. Tenemos para corroborar esto el testimonio de don Benito Pérez Galdós. Sabemos que el escritor, para escribir su inmortales 'Episodios Nacionales', se documentaba de modo exhaustivo, y jamás relataba anécdotas o citaba lugares o hechos concretos que no estuviesen avalados por la adecuada bibliografía. Pues bien, he revisado entero el tomo de Pérez Galdós referido a Zumalacárregui y no hay ni vestigio de la tortilla de patatas por ningún lado. Eso sí; en el capítulo XVI del libro, se incluye una conversación entre un furriel y un cabo primero, que hablan de la patata como de una alimento despreciable, propio de gente pobre, de monjes penitentes y apto para alimentar cerdos, aunque se va extendiendo progresivamente entre la población española; ni mención de la famosa tortilla y la cosa sí que vendría a cuento. Descartamos a Zumalacárregui, por tanto.

La atribución más conocida de la primera cita escrita de la tortilla de patatas, es navarra. Procede del estudio que José María Iribarren hizo en la revista 'Príncipe de Viana' (1956) de un 'memorial de ratonera'. Los memoriales de ratonera eran documentos que se depositaban de forma anónima o nominal en un gran buzón o ratonera, cuando se celebraban cortes generales del reino de Navarra (a la sazón reino unido a España en la corona, no provincia). En tales memoriales se podían hacer sugerencias de todo tipo, quejas o declaraciones, en la seguridad de que todos los documentos ingresados en el buzón, absolutamente todos, serían leídos en Pleno, considerados y luego conservados en archivo (eran otros tiempos...). Uno de estos memoriales, fechado el 14 de mayo de 1817, relata la triste vida de los labradores navarros, comparándola con la de los artesanos y para ello detalla la forma de vivir de aquellos. Una frase alude a nuestra tortilla de modo inequívoco: «...dos o tres huevos en tortilla para cinco o seis, porque nuestras mujeres la saben hacer grande y gorda con pocos huevos, mezclando patatas, atapurres de pan u otra cosa…». Como se ve, la tortilla de patatas no es un plato de receta establecida, sino un remedio de fortuna para remediar la miseria y además se confunde con la fórmula de los huevos tontos o de engaño. Pero ahí está, mostrando que es fruto de la miseria y no una elaboración destilada de la 'cocina tradicional' (ese embuste para señoritos interesados y académicos de medio pelo).

Y cuando parece que todo está claro, aparece un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el doctor Javier López Linage, que al escribir su tratado sobre la evolución de la patata en España, recoge un documento publicado en el 'Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos' (1789, volumen IV) con una receta bastante imprecisa de la tortilla de patatas en el pueblo extremeño de Villanueva de la Serena. La revista, cuyo nombre parece un poco cursi, fue uno de los instrumentos más importantes que empleó Godoy a la cabeza de los ilustrados españoles, para contribuir al desarrollo rural español, en lo que contaba con el apoyo de la mayoría de los párrocos españoles, más ilustrados y regeneracionistas de lo que se ha hecho creer. Atribuye el artículo el invento a la colaboración de José de Tena y el marqués de Robledo, que de este modo contribuirían a mejorar la alimentación de un pueblo exhausto y económicamente deprimido.

¿Con que nos quedamos? Aparentemente, la primera noticia escrita sobre la famosa tortilla de patata española es de 1798 y se sitúa en Extremadura; la cita del memorial navarro es de 1817, luego está claro cuál es la primicia. Sin embargo, la cronología de la difusión de la patata se opone a un argumento tan simplista. La realidad puede ser mucho más sencilla que todo esto. Simplemente, la patata, como el pan, alimento saciante y de poco precio, además de poco valorada, contribuye a 'alargar' el huevo en tortilla, mucho más caro, para satisfacer las hambres familiares. Y esto ocurre a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Nadie ha inventado un plato, sencillamente se ha encontrado una fórmula de supervivencia, que con el tiempo irá decantándose en una más estable hasta llegar a ser una de las protagonistas de la cocina popular española. En buena hora.

domingo, 22 de septiembre de 2013

La patata como alimento



(Un artículo de Francisco Abad Alegría en el suplemento económico del 20 de julio de 2013)

La patata es un tubérculo originado en el entorno andino de América, que, tras el descubrimiento, viaja pronto a España y lentamente se extiende por Europa. A pesar de su rápida difusión como especie botánica y en ocasiones como alimento, la generalización de su empleo en alimentación humana es relativamente tardía.

Introducida en la primera mitad del siglo XVI, va tomando fuerza como alimento primero en Francia y el Reino Unido, después en Alemania, Italia y España a partir del siglo XVII y por fin se generaliza a partir del primer tercio del siglo XIX. Parece que en Sevilla se utilizaban patatas hacia 1576 en la alimentación de los enfermos asilados en el sevillano Hospital de la Sangre, aunque, globalmente, antes de la segunda mitad el siglo XVII, es una rara planta alimentaria, como atestigua por ejemplo, la obra agrícola de Alonso de Herrera.

viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Cuál es el proceso de fabricación del vermú?



(Un texto leído en el ejemplar de Quo de enero de 2007)

En origen es un vino aromatizado con hierbas, pero ahora también se le añade alcohol, así se sube su graduación de los 12º que suele tener el vino blanco hasta los 15º, que son los que definen legalmente el vermú. Para fabricar el Martini se usa una mezcla de hierbas entre las que está la artemisa, la piel de naranja y la artemisa absenta. Las proporciones son secretas.

En esta mezcla se echa alcohol, se deja macerar durante 15 días y se cuela. Este alcohol aromatizado es el que se vierte sobre el vino blanco y luego se deja que sedimente entre uno y tres meses. Los saborizantes hacen que cambie el color y el tipo: azúcar quemada para el vermú rojo y vainilla para el blanco. Falta estabilizar con frío y embotellar.

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