(La columna de Carlos Maribona en el XLSemanal del 30 de diciembre de 2018)
La cocina de la memoria o cocina del recuerdo es la que nos retrotrae a sabores y aromas de tiempos pasados, que no necesariamente fueron mejores, aunque con el paso de los años así nos lo parezca. Platos que probamos siendo niños o adolescentes y que se nos han quedado grabados, idealizados hasta el punto de que ninguno que probemos ahora nos parecerá tan bueno como aquellos. En mi memoria gastronómica hay algunos recuerdos imborrables. Y entre ellos están las patatas rellenas que hacía mi abuela Ada en su casa de Avilés. Estas patatas son un guiso popular en Asturias, habitual hace tiempo en los hogares y en las casas de comidas. Patatas que se ahuecan y se rellenan de carne picada para hacerlas muy despacio al fuego en una salsa de pimientos, cebolla, zanahoria y vino blanco. La dificultad en su elaboración, el tiempo que requieren en la cocina y las nuevas modas dietéticas han ido haciéndolas desaparecer de las mesas familiares y también de los restaurantes. De todas formas, si las ven en alguna carta no dejen de pedirlas, un reencuentro con los sabores de siempre. De las casas de comidas donde las siguen preparando hay dos que me gustan especialmente, aunque nunca sean como las idealizadas de mi abuela. Una es Casa Julián, en Niserias, sobre el río Cares. La otra, Casa Nuevo, en Pillarno, muy cerquita de Avilés. Vale la pena probarlas.
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