(Un
texto de Jessica Nieto en el dominical de El Mundo del 23 de marzo de 2014)
Surgió
en el siglo XVII como un utensilio cosmético: las damas de la época lo
utilizaban para abrir pequeños frascos de perfume y loción. En 1795 Samuel
Henshall presentó la primera patente y se produjo un boom en todo el
mundo. Es uno de los inventos que más diseños ha registrado en sus 300 años de
historia. Se estima que en la actualidad hay más de 50.000 modelos diferentes.
Origen cosmético
Aunque
en la actualidad su
uso se relaciona
exclusivamente con el mundo del vino, lo cierto es que el primer sacacorchos
surgió en el siglo XVII como un utensilio de belleza:
se utilizaba para extraer los tapones de pequeños frascos de perfumes, lociones
y preparados farmacéuticos de
cosmética. Estos primeros modelos eran de bolsillo y las damas de la época los
llevaban en sus bolsos para retocarse.
Un gran aliado
Hasta el XVIII el vino se transportaba en barriles
y vasijas artesanales,
lo que reducía su
conservación. A mediados de siglo aparecieron las botellas alargadas y verdes
de vidrio soplado, que se cerraban con un corcho. Este nuevo diseño permitía
almacenamiento en horizontal, que ayudaba a evitar que el contenido se
estropease. De esta forma nace el
comercio del vino.
A partir de ese momento, la evolución del sacacorchos se centra en el
desarrollo del método más cómodo para realizar la operación de apertura, es
decir, en el perfeccionamiento del mango y
del sistema metálico. "Fue en este momento cuando el invento comienza a adquirir una mayor repercusión",
afirma Paolo Annoni, director del Museo del Sacacorchos de Barolo (Piamonte,
Italia).
Gran variedad
En 1795
el clérigo inglés Samuel Henshall (1765·1807) presentó la primera patente de
sacacorchos y a comienzos del siglo XIX tuvo
lugar un boom en todo el
mundo: inventores procedentes
de Francia, Canadá y Estados Unidos diseñaron sus
propios modelos: solo en Inglaterra se contabilizaron hasta 400 distintos. A lo
largo de sus 300 años de historia, este ha sido uno de los inventos que más
patentes ha registrado. Se calcula que en la actualidad hay unos 50.000 modelos
diferentes: de mecanismo simple, de tornillo, monomando, dos palancas, de mayor
tamaño para descorchar barriles… Y
cada uno está determinado
por las preferencias de cada país relacionadas con la bebida. Por ejemplo, en
Francia se diseñó uno especifico para descorchar botellas de champán sin que perdiera
su efervescencia.
Paralelamente
al desarrollo técnico, tiene lugar una estilización. "Junto a los modelos
tradicionales de madera, latón o hierro, también se empiezan a fabricar en oro,
plata, marfil, nácar e incluso con piedras preciosas y elementos decorativos", añade Annoni. Con su evolución,
surgieron también los accesorios, como cuchillas o escobillas para limpiar las
botellas.
El
español Jacinto Presa Eguren decide en 1995 diseñar una herramienta rápida y
fácil de usar para ayudar a su mujer en la tarea de descorchar una botella. Lo
llamó el Sacacorchos Perfecto (www.elsacacorchosperfecto.com) y consiguió, en el año 2000, la medalla de oro en el Salón Internacional de Inventos de Ginebra (Suiza), el más importante del mundo en este sector. "Disfruto con
el hecho de inventar", afirma su creador. En la actualidad, se vende en
más de 40 países de todo el mundo.
El sacacorchos de Eguren está basado en
el sistema que
utilizan las perforadoras terrestres en busca de
acuíferos subterráneos. En solo dos movimientos permite extraer el corcho de lo
botella, sin romperlo ni desmigarlo.
Evolución
La primera
referencia textual del
sacacorchos procede de Inglaterra y se encuentra
en el Tratado de la Sidra (James Worligge, 1676). Técnicamente, no se
trataba de un sacacorchos como tal, sino de "un tornillo de acero de punta
enroscada utilizado para extraer los tapones de los botellas", similar al
que empleaban los soldados para limpiar las armas de fuego.
La patente de
Henshau tenía forma
de T, incluía una arandela que hacía de tope y un pequeño
cepillo para quitar los restos de corcho de la botella. Durante
el siglo XIX el descorche del vino se convierte
en una práctica habitual en toda la sociedad y el sacacorchos en una herramienta muy popular. Incluso los soldados del
ejército llevaban uno en su mochila.
A comienzos del
siglo XIX aparece
el de palanca, que reducía el esfuerzo empleado en la extracción del corcho. Basándose
en él, Joseph Haynes diseña en
1844 un modelo
destinado a restaurantes y donde la apertura de botellas es una operación que
se repite muchas veces. Se conoce como sacacorchos de camarero y continúa vigente hoy día.
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