viernes, 18 de abril de 2014

Dulces de semana santa



(Extraído de un artículo de A. Toquero en el suplemento gastronómico de El Mundo del 23 de marzo de 2013)

La Semana Santa ya está aquí y con ella llegan dulces propuestas entre las que las torrijas, los buñuelos y las monas de Pascua son protagonistas. […]

[…] las torrijas, de origen andaluz, son tan típicas en el sur como en el norte; los buñuelos, tan presentes en Valencia o en Madrid, se acomodan en casi todas las culturas gastronómicas, y los huevos o las monas de Pascua, de origen catalán, han encontrado en el chocolate a un aliado imprescindible y su expansión, sin duda, ha sido la más espectacular. […] 

La torrija es la más fácil de elaborar, […] Hay quien empapa el pan en la leche fría y quien,  la hierve con azúcar, canela y cáscara de limón, y añade la leche caliente sobre el pan en rodajas; en otros casos se utiliza la piel de naranja; en Andalucía también recurren al vino...

En fin, que no hay una receta tipo, […] «la utilización de un buen pan de horno de leña del día anterior es una de las claves para que salgan buenas». […]    

Los buñuelos de viento también son protagonistas en estas fechas. La receta original ha adoptado diversas formas y distintas variantes, aromatizándose con limón, canela o vainilla, y recurriendo a rellenos de crema, frutas, chocolate o nata. Una de estas versiones son los buñuelos de Cuaresma de la Confitería Soler. En ellos, la crema se mezcla a la hora de elaborar la masa, así que en el momento de degustarlos se aprecia pero no se ve.

Una estupenda variante local son los buñuelos de la Virgen de Mayo, típicos de la comarca del Bajo Cinca. Curiosamente, además, es un dulce que se suele tomar el 25 de marzo[…]. El relato transmitido de generación en generación apunta a que la hora propicia para cocerlos son las doce del mediodía, «el momento en que las hojas de los olivos se giran». Para prepararlos son necesarios cuatro huevos, cuatro gaseosas de papel, ocho cucharadas de azúcar, una pizca de sal, dos cucharadas de aceite y tres cuartos de litro más para freír, un vasito de anís, corteza de medio limón rallado y un kilo de harina. Se baten los huevos y a continuación se incorporan e resto de ingredientes. La harina se bate hasta espesar y luego se trabaja la masa a mano. Se coloca en una fuente amplia, se tapa con un paño de algodón y se deja reposar dos horas. Seguidamente se coge parte de la masa, se estira y se van cortando los buñuelos. Finalmente se fríen con el aceite bien caliente y sobre una fuente se espolvorean con azúcar.

Por último, la mona o el huevo de Pascua es seguramente el producto más pastelero y el que ha sufrido una mayor evolución. Manuel Lorés explica que «hace 100 años era un bizcocho empapado en almíbar y decorado con una fruta confitada, pero a mediados del siglo XX entró con fuerza el chocolate». Y hoy prácticamente se puede resumir en eso, en una figura de chocolate que en Semana Santa se regala a los más pequeños: hijos. Sobrinos, ahijados... […]

Roscas, bombos y bombones turolenses

El Martes de Pascua, en el Sermón de las Tortillas de Teruel, adquieren gran protagonismo las roscas que se elaboran con una masa de pan dormido. Jorge Sanz explica que a diferencia de otra bollería de calidad, «en este caso lo más distintivo es que incorporan esencia de azahar». Algunas roscas llevan un huevo duro y otras no, y sus formas son muy diferentes: un lagarto, un sonajero o un caracol. Este mismo pastelero también elabora otro dulce que nada tiene que ver con los más tradicionales: el bombo de Semana Santa, un bizcocho al que se añade licor de azafrán y en el que la nata de café hace las veces de la tela del bombo. Y culminando el pastel, un pequeño mazo de chocolate. Muy curiosos, también, son los bombones con los que la pastelería Isabel de Alcorisa promociona la Ruta del Tambor y el Bombo. La caja contiene nueve bombones que representan a todos los pueblos, y cada dulce se ha inspirado en un sabor típico de la Tierra Baja. Así, por ejemplo, el de Albalate está hecho con cerezas naturales y anís; el de Alcorisa, con praliné de piedrecicas del Calvario; el de Andorra es de aceite de oliva del Bajo Aragón y el de Calanda, de melocotón.

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