martes, 28 de enero de 2014

Especialización culinaria



(La columna de Martín Ferrand en el XLSemanal del 19 de abril de 2009)

 Hay restaurantes que alcanzaron la fama, incluso internacional, por su pericia en la preparación de un determinado plato. Es el caso del antes mítico, y hoy meramente histórico, La Tour d'Argent (15, Quai Tournell, París). Durante más de cuatro siglos los notables de Europa viajaron hasta allí para probar la 'especialidad de la casa', el pato. Incluso se cuenta que Enrique IV, el primero de los Borbones en Francia - antes fue rey de Navarra-, frecuentaba el establecimiento.

Lo que ya es más insólito es que la especialidad de la casa lo sea tanto que no exista ninguna otra oferta alternativa. En lo que se me alcanza, sólo el Café París (26, rue du MontBlanc, Ginebra, Suiza) era único en el género. Con sus veladores de mármol y sus sillas Thonet, sólo ofrece el entrecot. El que, en todo el mundo, se conoce como entrecot Café París. Está hecho a la parrilla y lo sirven con ensalada y unas inmejorables patatas fritas -en bandeja metálica sobre un mechero que los mantiene calientes- con una salsa, ése es su secreto, preparada con mantequilla, mostaza y hierbas aromáticas.

Mi amigo Agustín Menéndez Prendes, Santarúa, con quien compartí mientras estuvo en este mundo tantos platos de fabes, me descubrió hace más de treinta años una humilde casa de comidas de Lugones, Asturias. Sólo servía fabada y arroz con leche. Ahora, y con más pretensiones, los sucesores de sus viejos propietarios han abierto casa en Madrid: La Máquina de Lugones (paseo de la Habana, 107). La fabada es magnífica; los quesos asturianos, muy bien seleccionados y el arroz con leche, extraordinario. No hay más, ha entrado por la senda de la especialización absoluta y, dada la suya y como medida de prudencia dietética, sólo abren a mediodía.   

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