lunes, 1 de julio de 2013

Capón de galera



(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 28 de agosto de 2011)

Por el momento, el reinado de Felipe V de Borbón ha sido el más largo de toda la historia de España. Con solo un paréntesis de siete meses, en los que reinó su hijo Luis I de España, permaneció en el trono durante 45 años, desde 1700 a 1746. Nos dejó, entre otros testimonios de su afrancesado poder, el Palacio de la Granja de San Ildefonso y mandó construir el Palacio Real de Madrid, aunque sería Carlos III el primer monarca residente en el mejor palacio real de Europa con sus casi 3500 habitaciones. 

Felipe V, nacido en Versalles, era francés a todos los efectos gastronómicos menos uno, el gazpacho, la sopa fría más internacional, hija de los calores y las escaseces del sur de España. El rey, muy goloso. mandó contratar como jefe de la repostería de su casa a Juan de la Mata, un leonés del que se sabe poco y que es autor de un libro, Arte de repostería, editado en Madrid en 1716, que tiene valor de estudio por sus innovaciones y curiosidades. De la Mata le ofreció al rey una versión de lo que entonces se llamaba «capón de galera», un nombre irónico para el que era alimento frecuente, en los días de calor, de los remeros forzosos: pan sin miga, tostado y mojado en agua con espinacas bien troceadas, ajos, espinas de anchoa machacadas, vinagre, azúcar, sal y aceite. En algunas ocasiones se le añadía a tan nutritivo y refrescante mejunje legumbres cocidas. 

Es un precedente del gazpacho, previo al generalizado uso del tomate que en poco se parecía al muy clásico y andaluz que sirven en Doña Paca (Príncipe de Vergara, 285, Madrid). El gazpacho que, cada cual a su modo, se consume en estos días por medio mundo.

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