(Un artículo de Álvaro Hermida en elconfidencial.com del 29 de mayo de 2018)
Más allá de los diversos métodos para ingerir la cáscara del huevo, la pregunta principal es: ¿nos hace falta calcio a los españoles? La respuesta, por vaga que pueda parecer, es: "Más o menos". Según la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética (ENIDE), que elabora el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, la media española de ingesta de calcio "está en 1.000 mg/día para los hombres adultos jóvenes y 800 mg/día para las mujeres del mismo rango de edad". Estos valores están por encima de la cantidad diaria recomendada. Otro gallo canta con las mujeres con una edad comprendida entre 45 y 64 años, "que tienen una ingesta inadecuada de este mineral".
De acuerdo, salvo ese grupo de mujeres que debería ponerse las pilas con las cáscaras de huevo, todos consumimos el calcio que necesitamos (de media). Ahora bien, la salud de nuestros huesos no depende de empacharnos a comer sardinas enlatadas, cáscaras de huevo y lácteos. Depende mayoritariamente de la vitamina D. Esta es necesaria para que el sistema digestivo absorba el calcio de los alimentos y pase al torrente sanguíneo que, en última instancia, pasará a fortalecer los huesos. Su deficiencia es causa de raquitismo en los niños y un factor de riesgo para la aparición de la osteoporosis. Para generarla, el ser humano tiene dos opciones. La primera es ingerir ciertos alimentos ricos en esta molécula:
- Pescado
- Marisco
- Huevo
- Hígado de ternera
Sí, la lista es extraordinariamente escasa. Por ello llegamos a la segunda opción que tiene el ser humano: generarla por sí mismo. En nuestra piel, nuestro cuerpo es capaz de realizar una reacción química y convertir el colesterol en vitamina D gracias a los rayos UVA. ¡Qué bien! ¿Verdad? Convertir algo supuestamente malo en algo completamente sano y necesario. Sí, es correcto, pero recordemos que los rayos UVA son nocivos y una de las mayores causas de cáncer de piel. Bueno, en ese caso lo único que habrá que hacer es ponerse protector solar, ¿no? Pues no, porque funcionan bloqueando los rayos UVA, y sin rayos UVA no hay vitamina D. Estas son las causas de que sea una de las vitaminas menos consumidas por los españoles. Es preocupante que, según el informe ENIDE, "los porcentajes de población en riesgo de ingesta inadecuada (insuficiente) de vitamina D alcanzan valores entre el 80% y el 90%".
No pasa con todos los nutrientes. De unos nos desprendemos muy rápido, otros los consumimos de vez en cuando, pero somos capaces de almacenarlos. Pero el calcio es otra historia: su consumo excesivo puede resultar peligroso. Según las recomendaciones del Departamento de Salud de Estados Unidos, los adultos con una edad comprendida entre 19 y 50 años tienen asignado un límite máximo recomendado de calcio al día de 2.500 mg y los mayores de 51, 2.000 mg. Los riesgos del consumo excesivo de este nutriente incluyen estreñimiento, incapacidad de absorber hierro o zinc y el aumento de la posibilidad de padecer cálculos renales.
El peso de la cáscara de un huevo medio ronda los 6 gramos. De esos 6 gramos, un 94% es carbonato cálcico, lo que supone que la cáscara de un huevo contiene mucho (tal vez demasiado) calcio. La doctora Patricia Bogas, especialista en reumatología, comenta que "tanto calcio es excesivo y puede producir hipercalcemia y hipercalciuria", por lo que recomienda que de la cáscara de un sólo huevo "obtengamos suplemento para varios días".
La doctora Bogas también hace una recomendación muy importante para las personas preocupadas por su salud ósea, porque no todo es vitamina D y calcio: "Es importante realizar actividad física 30 minutos al día para que el hueso tenga una morfología adecuada y se fortalezca". Además, es más que probable que si ese ejercicio es al aire libre, nos dé un poco el sol lo suficiente como para producir la vitamina D que necesitamos.
Con estos datos, la conclusión es clara: la cáscara de los huevos está bien, en su justa medida, pero, por favor, lo más importante es comer el huevo en sí.
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