(Un texto de Francisco Abad Alegría en el Heraldo de Aragón
del 4 de mayo de 2019)
La cocción a baja
temperatura con 'ronner' es un paso para llegar a esta cocina sencilla,
adecuada para personas solas, para improvisar un aperitivo novedoso o para
nutrir a un enfermo que está inapetente.
Un médico francés, Jean-Philippe
Derenne, catedrático y jefe de Servicio de Neumología que llegó a ser nominado
para el Nobel, ha puesto en nuestras manos un nuevo método de cocinar.
Cuenta
el profesor que su esposa cayó enferma por una dolencia degenerativa: no
siempre mortal, pero que, por la bajada de defensas naturales, motivó durante
cinco años frecuentes ingresos hospitalarios, en los que detectó que la dieta
en el centro sanitario era globalmente «mediocre». De modo que, considerando
que la alimentación es una parte básica en el mantenimiento y recuperación de
los enfermos, se las ingenió para preparar con rapidez y sencillez comidas
razonablemente sabrosas y que requiriesen un mínimo de utillaje y tiempo. Y
para ello recurrió a un viejo y simple artilugio culinario: el hervidor.
El
criterio seguido es el siguiente: manteniendo un alimento adecuado
(lógicamente, rio hablaremos de un pavo asado o un brownie grande y esponjoso)
encerrado al vacío dentro de una bolsa de plástico resistente al calor, la
exposición al calor de 100ºC durante un determinado tiempo producirá la cocción
y simultáneamente condimentación del alimento.
Es
obvio que las características del hervidor (que no tiene que ser necesariamente
el clásico para preparar el té, que silba al llegar a la temperatura adecuada,
sino que puede ser una olla metálica con cierre sólido) limitan la cantidad por
cocinar y también la forma de la preparación. Por ejemplo, una vianda aplanada,
como una pechuga de pollo, que se adapta en gran extensión y amplia superficie
a la bolsa de cocción, convenientemente sazonada y aromatizada, se hará en
pocos minutos de exposición al calor, mientras que una berenjena entera,
globulosa, tardará más tiempo en estar a punto.
En
cierto modo, el procedimiento recuerda a la cocción en 'papillote', aunque la estanqueidad
que requiere y la irradiación del calor a través del aire son ostensiblemente
diferentes. A pesar de las analogías en el utillaje (bolsa de plástico y medio
acuoso de cocción) no tiene nada que ver que con las cocciones lentas y
prolongadas en 'ronner' que se han puesto de moda desde hace algunos años, ni
con la cocción a baño maría que se hace a menor temperatura, en abierto y con
el propósito de mantener estable la temperatura de elaboración, la cual es muy
diferente.
También
difiere notablemente de la pasajera moda de cocinar una mezcla de productos
cerrada herméticamente en un recipiente de conservar, incluido en el
lavavajillas durante un ciclo largo, que es una especie de cocción prolongada a
temperatura media-baja. Como ventajas adicionales al proceder hay que subrayar
el notable ahorro energético y la escasa precisión instrumental, con la
consiguiente economía de agua y limpiadores (detergentes) y su beneficiosa
repercusión sobre el cuidado medioambiental.
PROCEDIMIENTO. La cocción en agua hirviente
es extremadamente simple, aunque está limitada a cantidades pequeñas de
alimento. En principio, se parte de un litro de agua en ebullición, que puede
conseguirse mediante un hervidor de los que se emplean para llevar a ebullición
el agua para preparar el té, vertiéndola en la tetera cuando ha comenzado a
silbar, pero en este caso sobre la bolsa con el alimento depositada en el fondo
de otro recipiente. Otro procedimiento igualmente válido es disponer el agua en
un recipiente de acero, llevándola a ebullición y en ese momento introducir el
alimento sellado en el agua hirviente, separando el recipiente
de la fuente de calor.
En
general, la cantidad de un litro de agua es suficiente para preparar entre 100
y 200 gramos de alimento básico; otras cantidades de alimento requerirán
múltiplos de agua para cocinarlos. Se pueden emplear bolsas plásticas de cierre
hermético resistentes al calor, que sean de autocerrado o aptas para el asado
en horno cerradas herméticamente, siempre expulsando todo el aire, por presión
manual o incluso con un aparato doméstico de cierre al vacío y termosoldado,
procurando siempre que el contenido alimenticio adquiera forma
aplastada, de modo
que se exponga la mayor superficie posible, a través de la cubierta plástica, a
la acción del calor.
En todo
caso, salvando las 450 fórmulas que el profesor Derenne explica en su libro,
que incluyen verduras y hortalizas, pescados, mariscos, carnes y volatería y
elaboraciones frutales y algunas salsas, quien emplee este método de cocción
debe tener muy claro lo siguiente:
1) Que
el agua no siempre hierve a 100ºC, porque eso depende de la altitud del lugar y
también del grado de dureza del agua,
2) Que
la cantidad que se puede cocinar es relativamente pequeña, más propia para una
sola persona o un aperitivo para varios, lo que es natural, ya que el origen del proceder es la preparación de alimentos sabrosos,
con utillaje fácil de almacenar y transportar, para una querida enferma.
3) Que
a partir de los principios generales expuestos, la creatividad de quien cocina
no se debe limitar por la existencia de fórmulas ya establecidas y que de forma
barata y sencilla (pocas cantidades y rapidez de preparación) por el método
habitual de prueba-error se pueden hacer muchas preparaciones originales.
ALGUNOS EJEMPLOS PARA
EMPEZAR. Tomamos solo tres ejemplos del
libro de Derenne para que se puedan apreciar bien las posibilidades de este
procedimiento culinario.
Calabacín
con peras. Preparar, bien aplanadas, unas
rodajas de calabacín de tamaño mediano y grosor de unos 2 centímetros, otras
tantas de pera sin pelar y algunas pasas; salar ligeramente, meter en la bolsa
de plástico de cocción y mojar con un poquito
de vino Pedro Ximénez. Puede añadirse alguna guindilla poco picante para mejorar
el sabor y, sobre todo, alegrar el cromatismo. Poner en recipiente con agua hirviendo,
tapar y dejar hacer fuera del fuego durante 12 minutos. Sacar después y servir inmediatamente.
Escalope
de pollo. Cortar
un buen filete de pechuga de pollo, del grosor del dedo meñique, embadurnarlo
ligeramente con mantequilla y salarlo; cerrar en la bolsa de cocción, sacando
todo el aire y aplanando bien. Poner en otra bolsa de cocción medio limón
limpio de ceras, cortado longitudinalmente. Dejar sendas bolsas en el agua hirviente, separando recipiente del fuego, durante 10
minutos. Sacar después y servir inmediatamente, salseando con el medio limón
que se ha hecho aparte. Es interesante el resultado jugoso y aromático de una pieza
que en cocción ordinaria tiende a ser seca.
Langostinos
al vino de oporto.
Tomar media docena de langostinos de tamaño mediano, sacar las colas limpias y
eliminar tripa a través de un corte longitudinal dorsal. Reconstruir las colas, cerrándolas, y salar ligeramente, añadiendo si se
quiere un ligero polvo de cayena. Poner ordenadamente en la bolsa de cocción y
mojar con un poquito de vino de Oporto. Cerrar bien y mantener en el agua
hirviente retirada del fuego durante unos tres minutos, aproximadamente. Servir
inmediatamente o, según el gusto de cada cual, ya fríos.
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