(Un texto de Ana Vega Pérez de Arlucea en el Heraldo de
Aragón del 11 de agosto de 2018)
El supuesto recetario de Leonardo da Vinci, concebido como
una broma editorial hace treinta años, se ha convertido casi en palabra de
santo.
Vayan ustedes a cualquier librería o biblioteca y
busquen en ella el libro 'Notas de cocina de Leonardo da Vinci'. ¿Está? Seguro
que sí, y seguro que impepinablemente estará en la sección de gastronomía. Si
piensan ustedes que dónde va a estar si no, siendo una obra de cocina, o si son
orgullosos dueños de algún ejemplar y aún no le han pillado el truco, siento
decirles que han sido víctimas de una broma. Las notas culinarias del pintor
toscano son más falsas que una moneda de tres euros y no, el genio del Renacimiento
no escribió recetas ni consejos sobre modales. Tampoco inventó las máquinas que
aparecen en las ilustraciones del libro, ingenios basados en bocetos auténticos
de da Vinci pero ideados para usos muy alejados de pelar patas, cortar fiambre
o doblar servilletas.
¿Les he roto el corazón? ¿Se dan cuenta ahora de que
llevan veinte años luciendo el libro en la estantería y creyéndoselo a pies
juntillas? No se ruboricen porque no son los únicos. Resulta increíble la
cantidad de gente que cree en la autenticidad de la obra, desde aficionados a
la historia a admiradores del artista y supuestos expertos. Yo he visto libros
de gastronomía seria que citan las 'Notas de cocina de Leonardo da Vinci' para
decir que el florentino fue el pionero de la 'nouvelle cuisine' o que inventó
el tenedor, y el mismo año pasado durante el Gastrofestival de Madrid se
programó un taller de recetarios históricos con la dichosa obra como
protagonista. Ay. Doble ay, si tenemos en cuenta que una búsqueda del título en
internet nos ofrece como primer resultado un artículo ¡de hace siete años!
donde José Carlos Capel destripa el engaño. Él, director en 1989 de la
colección gastronómica de la editorial Temas de Hoy, fue quien decidió publicar
la traducción al castellano de un simpático libro inglés titulado 'Leonardo's
kitchen note books'.
Y en un hecho tan inocente como editar un escrito y
diseñar su portada está el quid de la confusión. Verán, la obra original salió
a la venta en el Reino Unido en 1987 y en ella, en letras gordas de molde, se
podía leer claramente que los supuestos apuntes gastronómicos de Leonardo
habían sido editados y traducidos al inglés por Shelagh y Jonathan Routh. A
ustedes esto no les dice nada, pero para que se hagan una idea es como si
nosotros viéramos 'Las mil y una recetas de Velázquez' firmadas por Gila o
Joaquín Reyes. Jonathan Routh (1927-2008) fue un humorista británico, muy
conocido en su país por haber presentado durante años un programa de bromas con
cámara oculta y por escribir libros cómicos como 'La guía del buen retrete',
'La guía de la taza de té' o 'El libro de la resaca'. Cuando en 1987 los
lectores ingleses vieron su nombre en la portada de las dichosas notas de
Leonardo, supieron a qué atenerse y lo consideraron como lo que era, una broma basada
en lo que da Vinci podría haber escrito de haberse dedicado a cocinar.
Siguiendo la tónica de Routh de chotear al personal,
las 'notas' están basadas en un supuesto (y falsísimo) códice manuscrito,
encontrado según el humorista en 1981 en los archivos del Hermitage. Por
supuesto no existe tal Codex Romanoff ni se le espera, pero Routh y su mujer
Shelagh supieron coger ideas de diversos manuscritos auténticos y con unas
máquinas de Leonardo por aquí y unas recetas de Scappi (verdadero cocinero
italiano del XVI) por allá, montaron un descacharrante texto que hace reír a
carcajadas. Todo, desde el prólogo de un hipotético doctor Albinesi hasta el
sacacorchos para zurdos, pasando por la historia de que el pintor tuvo una
taberna con Botticelli o sus consejos de etiqueta en la corte de Ludovico
Sforza, son falsos. Sabiéndolo se puede pasar un buen rato leyendo la obra e
incluso entresacar datos válidos sobre la alimentación en tiempos
renacentistas, pero claro, la cuestión es que hay quien se lo ha creído de pe a
pe.
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