(Un texto de Juan Barbacil en el Heraldo de Aragón del 1 de agosto de 2015)
El té compite con el café por ser la bebida más consumida en el mundo después del agua. Ahora en verano, si se prepara bien fresco, resulta muy apetecible.
Año 1904. En una feria internacional de alimentos en la ciudad de San Luis, en Estados Unidos, un vendedor de té, llamado Richard Blechynden, se encontraba ofreciendo su prestigioso té caliente a los visitantes. Las altísimas temperaturas reinantes y el bajo interés de los asistentes por su bebida, lo llevaron a agregar hielo al té preparado para estimular a los clientes. Fue tan grande el éxito que vendió casi 3.500 litros de té helado.
Y el dato más significativo fue que esa novedosa bebida improvisadamente elaborada marcó el comienzo de una nueva era de consumo para el té: los países calurosos o aquellos que poseían períodos estivales prolongados e intensos comenzaron a inclinar su preferencia al té, dado que a partir de ese momento, lo incorporaron como refresco». Así lo cuentan Liliana Venerucci y Diego Morlachetti.
Lo predijeron, a comienzos de año, sibaritas y demás aficionados a la comida y la bebida: el té sería una de las tendencias más importantes en la dieta estadounidense en 2014. No hablaban de una hoja en particular, ni tampoco de una manera específica de prepararlo o tomarlo. La naciente tradición del té en el país luce tan diversa como su cultura de consumo.
Frío o caliente, por la mañana o por la noche; en polvo, en botella, con o sin azúcar. Es posible encontrar bolsitas y cajas de té verde, negro y hasta oolong (el té chino tradicional) en supermercados convencionales, así como otras mezclas de hojas sueltas en tiendas especializadas. Se sirve en teteras pero también en cocteles. Incluso hay quienes lo están incorporando en platos y postres.
Generalmente, las personas tendemos a consumir más líquidos en verano que en invierno. La enorme cantidad de antioxidantes que contiene esta bebida la hacen una opción única, ya que además de ofrecernos un refresco exquisito y versátil, es altamente saludable.
Una cuestión importante radica en cuáles son las mejores hebras a la hora de preparar un té helado. Los blends (las mezclas), las hebras de té combinadas con otros productos, son los más recomendados. Especialmente, aquellos que contienen trozos de frutas. Son más sabrosos, ya que el agregado de hielo o el simple atributo frío de esta bebida, tienden a disminuir o enmascarar su sabor natural. En síntesis, debemos elegir los tés más aromáticos, especialmente aquellos frutados.
Dentro de la familia del té, los verdes y los negros son más recomendables. El té blanco es demasiado sutil para elaborarlo frío, mientras que los oolongs (salvo algunas excepciones), suelen poseer un característico sabor ahumado, que iría en detrimento de preparaciones fundamentalmente dulces.
La profunda receptividad de esta noble infusión hace que rápidamente asuma características de aromáticas y gustativas de otros productos con los cuales se la combina. En otras palabras, son tan variados y exquisitos los refrescos que podemos elaborar con té, que seguramente, un nuevo universo sensorial se abrirá para muchas personas.
Receta de té helado clásico
Para prepararlo hacen falta hojas de té o bolsitas (puede ser té verde o de cualquier otra variedad), algún endulzante (azúcar rubia o miel, por ejemplo) y agua hervida. Si se prepara té en hoja, hacerlo con tres cuartas partes más de agua que lo habitual. Calcular lo mismo si se hace con té en bolsitas y endulzar al gusto. La idea es que sea mucho menos concentrado que como se toma habitualmente. Para servir, llenar el vaso hasta la mitad y la otra mitad completarla con hielo granizado o cubitos de hielo.
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