(Un texto de Ana Vega Pérez de Arlucea en el Heraldo de
Aragón del 30 de junio de 2018)
En torno a 1740 María Rosa Calvillo de Teruel fue pionera en
España en escribir un recetario.
En julio de 1969, la bibliotecaria e hispanista María Brey
Mariño (1910-1995) recibió en su residencia de Berkeley, California, un paquete
remitido desde España. Dentro había un cuadernito apaisado y amarilleado por el
tiempo, con las hojas cosidas a mano: 'Libro de apuntaciones de guisos y
dulces, por María Rosa Calvillo de Teruel'. El librero anticuario Luis Bardón
se lo regaló pensando que le haría gracia y sin saber que se encontraba ante
una verdadera joya, la muestra más antigua de literatura gastronómica femenina
en español. María Brey (familiar por cierto de Mariano Rajoy Brey) atesoró el
librillo y lo trajo consigo de vuelta a nuestro país, donándolo a su muerte a
la biblioteca de la Real Academia Española. Y ahí siguió, calladito, hasta que
el bibliógrafo Víctor Infantes se dedicó a estudiarlo y dató la fecha de su
creación en torno a 1740 gracias a las características del papel y de la
grafía.
En sólo 38 páginas y 99 recetas su autora pudo plasmar la
cocina popular del siglo XVIII y de paso pasar a la historia como la primera
mujer española en escribir un libro de recetas. Puede que a ustedes esto no les
parezca tan importante, pero tengan en cuenta que la mayor parte de nuestra
historia culinaria ha sido escrita por hombres; hombres que además disfrutaron
de una carrera profesional y tuvieron la oportunidad de poder publicar una obra
impresa. Nada tenían que ver con la humilde María Rosa Calvillo, quien apuntó
sus recetas sin intención de ganar reconocimiento y seguramente cosió ella
misma la encuadernación.
Ahora que resuenan los tambores del #metoo en las cocinas y
comienza a denunciarse la escasa presencia femenina en la alta gastronomía, no
viene nada mal recordar a quien es, (de momento y hasta que encontremos algún
manuscrito anterior perdido en un cajón) la primera autora de un recetario en
España. Autora acreditada, claro está, porque desde el siglo XV pululaban en
ciertos hogares privilegiados colecciones de recetas que, incluyendo desde
fórmulas culinarias hasta medicamentos o recetas cosméticas, valían lo mismo
para un roto que para un descosido y eran transmitidas de madres a hijas como
primorosa herencia familiar.
Estos tratados domésticos, de los que próximamente enseñaré
aquí alguna receta fetén, estaban dirigidos a mujeres pero no necesariamente
fueron escritos por ellas, de modo que nuestra amiga María Rosa tiene el honor
de figurar como pionera en este tema. Llegó un poco tarde, la verdad, sobre
todo teniendo en cuenta que en otros países europeos las féminas llevaban
produciendo libros de cocina casi 150 años ¡y encima editados y puestos a la
venta! La alemana Anna Wecker inauguró el club de gastrónomas ilustres en 1596,
mientras que en Inglaterra esperaron hasta 1670 para publicar 'The Cook's
Guide', de Hannah Wooley y siguiéndole las superventas británicas Eliza Smith
(1727) y Hannah Glasse (1745), la sueca Margareta Elzberg (1751) y la austríaca
Maria Anna Rudisch (1787).
María Rosa nunca aspiró a ver su obra en librerías y de tan
humilde ni siquiera escribió su nombre como artífice del recetario. Una mano
posterior tuvo que enmendar la cuestión y aclarar para la posteridad cuál era
el nombre de la autora, apuntándolo en la portada. Por ciertos rasgos de
expresión (morsilla, pedaso, papas) se intuye que nuestra protagonista era o
vivía en Andalucía occidental, probablemente en Sevilla debido a indicaciones
como «modo de hacer el dulce de Huevo en Utrera» o «cómo se hacen las tortas de
Morón».
Sus recetas son variadas, sencillas y típicas de una casa
pequeño-burguesa, muestra de una incipiente clase media que hacía embutidos en
casa y tenía dinero suficiente para dedicarlo a especias como pimienta, clavo,
azafrán y canela. En el libro encontramos (si damos por buena la fecha de 1740)
las primeras referencias culinarias a productos americanos como las patatas, el
pimiento tanto fresco como seco y los tomates. De María Rosa es por ejemplo la
primera receta de chorizo como lo conocemos ahora, rojo, picante y con mucho
pimentón. Igual que todas las madres y abuelas apuntó fórmulas que le habían
pasado amigas o vecinas, y así encontramos en el cuaderno referencias al pastel
de Mariquita, el cuajado de Antonia, los pájaros de la tía Felipa, las salchichas
de doña Joaquina y el piñonate de María Manuela.
Si se animan, tienen a su disposición la copia digital del
'Libro de apuntaciones de guisos y dulces' en la biblioteca digital de Madrid,
o en papel en una magnífica edición de Visor Libros (2013). De anticipo les
dejo con una muestra de lo que se comía hace más de 270 años, una receta del
puño y letra de una mujer que nunca pensó en pasar a la historia: 'Sopa
fingida': Se pone un poco de aceite y se le echan unos ajos, se sacan antes de
que estén muy fritos, se echa la sal y el agua con lo que hierve mucho hasta
que se embebe dos dedos, después se aparta y en parando el hervor, se le echa
un huevo batido con limón, se menea muy bien, se sazona y se le echa el pan
dejándolas caldosas y que hiervan a la lumbre lenta hasta que queden sin caldo
alguno.
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