(Un texto de Magda Carlas en el suplemento dominical del
Periódico de Aragón del 27 de enero de 2019)
Esta clásica fórmula,
consistente en freír un alimento previamente pasado por huevo y pan rallado, se
considera desde siempre poco sana. Y aunque el rebozado es
energético y un tanto indigesto, puede ser más sano de lo que se cree.
Solamente es necesario tener presente algunos puntos para que así sea.
+ Debe tener poco grosor
y ser de calidad. De esta manera requerirá
menos tiempo de cocción, toda vez que esta
será más homogénea.
+ Cambiar el pan blanco rallado
por otras opciones, como el integral o el pan de cereales: Lo mismo
que unos copos integrales de avena o de quinoa triturados.
Sin olvidar el salvado molido
o los copos de cereales con fibra. Sea como sea, todas las opciones
anteriores son más nutritivas,
más saciantes y mucho más vitamínicas que el pan blanco.
+ Añadir frutos secos picados
o semillas. Un rebozado con pan integral
rallado al que se ha añadido unas avellanas picadas o unas semillas de girasol será
perfecto para las personas que deben cuidar su sistema cardiovascular.
También para quien quiera enriquecer su dieta con minerales,
vitamina E y grasas cardiosaludables.
+ Otro
elemento que se puede añadir son hierbas aromáticas. El perejil, por ejemplo;
confiere una dosis de vitaminas
altísima y más sabor. La menta picada dará un
toque fresco y más digestibilidad. El romero aromatiza
y hace que el alimento rebozado sea más digestivo,
etcétera.
+ El requisito
básico para que el rebozado sea saludable es que la cocción se haga en el horno.
Sólo hay que poner los alimentos rebozados sobre
una fuente de horno engrasada y hornear.
Para conseguir una textura crujiente es ideal
el gratinador. Será mucho más ligero
y con menos grasa que el convencional.
+ Por último, nada mejor
para acompañar el rebozado que una porción de vegetales crudos o cocidos que
aporta fibra.
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