martes, 19 de diciembre de 2017

Pulpo, animal de compañia

(La columna de Carlos Maribona en el XLSemanal del 21 de febrero de 2016)



Decía Cunqueiro que el pulpo «quiere ser comido a la sombra en verano, con un buen pedazo de pan para rebañar en el plato». No es necesario que sea en verano, aunque es cierto que es en esa época estival cuando las pulpeiras acuden a las romerías y fiestas gallegas con sus grandes calderos donde hierven los cefalópodos enteros y los 'asustan' tres veces. Tras un leve reposo los trocean, los colocan luego sobre un plato de madera para espolvorearlo con sal gorda y buen pimentón dulce y picante y regarlos con abundante aceite de oliva.

Aunque no todo el mundo se pone de acuerdo, parece que la única diferencia entre pulpo 'a feira' y a la gallega está en que este segundo lleva debajo cachelos, esas sabrosas patatas tiernas cocidas.

El mejor pulpo es el de roca, con una calidad superior al de altura, que vive en aguas más profundas. Para que no les engañen, sepan que el de roca se distingue por su color, más oscuro; por la cabeza más pequeña, y sobre todo porque tiene dos hileras de ventosas en zigzag en los tentáculos, mientras que el de altura posee una sola fila. Hay muchos sitios, sobre todo en Galicia, donde comer un excelente pulpo, pero resulta imprescindible la referencia a Carballiño, localidad orensana que tiene merecida fama por ser cuna de algunos de los mejores pulpeiros.

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