martes, 16 de septiembre de 2014

La cerveza de Colonia



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 11 de enero de 2014)  

[…] Dicen que a la altura de Colonia el Rin deja de ser romántico para irse de fiesta. La más grande es la que se organiza en la semana de carnaval pero durante prácticamente todo el año hay siempre algo que celebrar, ya sea en un típico Brauhaus, en un Weinhaus o en un bareto deI Quartier Lateng. Su casco antiguo, con más de 2.000 años de historia, fue prácticamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, salvo la Catedral, que milagrosamente quedo intacta. Sigue siendo el corazón de Colonia y aunque terminada hace unos 120 años, no deja de ser el edificio gótico más impresionante de Alemania. En sus alrededores se concentran las grandes atracciones de la ciudad y la zona de tiendas. Después de subir a una de las torres de la Catedral para ver las dos orillas del Rin, hay que dirigirse al extraordinario conjunto de museos que rodean el edificio: el Wallraf-Richartz está dedicado a pintura antigua, el Ludwig se especializa en arte del siglo XX, el romano-germánico tiene la mejor colección de mosaicos y objetos romanos del país y el de la catedral guarda todos sus tesoros que son muchos.

Y por supuesto, hay que visitar las decenas de bares y tabernas amplias y evocadoras, donde se mezcla el jazz, con la cerveza de la ciudad, la Kölsch.

La gente de Colonia está tan identificada con su cerveza que el dialecto local lleva su nombre, Kölsch. Hay nada menos que 24 fabricas de cerveza en el casco urbano, más que en ninguna otra parte del mundo. El mejor lugar donde probarla es en las brauhäuser o weetschaften (en dialecto Kölsch). Muchas de ellas producen su propia cerveza y conservan el ambiente de carnaval durante los 365 días del año. Son, por otro lado, los restaurantes más baratos de la ciudad. Por un precio módico se puede comer un suculento plato de comida alemana básica y un par de cervezas.

El Alt-Köln, en Trinkgasse 7-9, es como una casa encantada salida de alguna película de fantasía pero tanto la cerveza coma la comida son estupendas. Früh am Dom. Am Hof 12-14. Es el más popular, no solo por encontrarse frente a la catedral sino por servir el kölsch más clásico, el Kölner Hofbrau. Si se quieren conocer todos los secretos de esta particular cerveza hay un brauhaus que también funciona como museo. Es el Küppers-Kölsch y está en Altenburger St. 157.

El modo de servirla en los vasos cilíndricos de solo 20 centilitros de capacidad no ayuda, precisamente, a reivindicar su respetabilidad. No es de extrañar que los bávaros, con sus exageradas jarras, ridiculicen las cervecerías de Colonia.

Pero lo cierto es que la Köslch es una cosa seria. Sus productores han conseguido el más alto grado, de reconocimiento que se concede por la Unión Europea y es posible que acabe haciéndose con una denominación de origen propia. En la Unión Europea todos los que quieran usar el nombre de este producto deben de elaborar la cerveza en el área de la ciudad y en los alrededores, según los términos definidos en un acuerdo de 1985.

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