(Una columna de Jorge Nuñez en el Heraldo de Aragón del 4 de
agosto de 2018)
Averiguar si un melón o una sandía está en su punto puede
saberse incluso antes de abrirlo.
El
verano es la época del año en la que más fruta se consume. ¿Cuáles? La naranja
domina por encima de todas, pero la frutera Begoña Puntera, de Frutas Gabi,
destaca al melocotón como la reina del verano. «En realidad, todas las de
temporada. El melón, la sandía o la cereza son también muy demandadas»,
explica.
El
calor no es amigo de ninguna de ellas. Especialmente, del melón o la sandía. Y
más aún cuando están abiertos. «Es mejor conservarlos en nevera. Esta quita un
poquito de sabor, es verdad, pero en verano la fruta apetece más fresquita. La
gente la suele pedir madura, en el punto, para que las puedan comer ese mismo
día o al siguiente». Pero la pregunta es, ¿cuál es ese «punto»?
Esa
duda asola a miles de consumidores, que, o bien se dejan llevar por los
consejos de su frutero, o se ven obligados a palpar, agitar, analizar e,
incluso, escuchar a las frutas, en especial al melón o la sandía, los dos
grandes desconocidos del enorme abanico de frutas que ofrece el periodo
veraniego.
Puntera
tiene serias dudas en torno al tópico de apretar un extremo del melón. «Yo lo
que miro es que posea muchas rayas en su superficie. Sí que es verdad que, a la
hora de cogerlo, tiene que pesar, cuanto más mejor, porque eso significa que
será más sabroso». Y, al
golpearlo suavemente con la palma de la mano, «tiene que sonar a lleno».
Una
buena sandía debe reunir las características opuestas. «No tiene que pesar.
Cuanto más ligero, mejor. Y, al
darle unas palmaditas, tiene que sonar a hueco, retumbar. Pero tampoco debemos escuchar
una especie de 'plof, plof’, porque eso significará que está demasiado madura».
El color
es una de las características más importantes para valorar el estado de la
piña, que tiene que ser «amarilla anaranjada. Otro truco -dice- es estirar una
de las hojas verdes de la parte de arriba. Si se arranca fácilmente, es que
está perfecta». Y añade que las mejores son las «que llegan en avión», puesto
que están recogidas maduras en la planta. «Si han sido traídas en barco, se han
desarrollado por el camino».
Otras
más exóticas, como los cocos, «tienen que sonar a agua, que se note que están
llenos». Y el aguacate, cada vez más consumido, «tiene que ser de un verde
oscuro fuerte». Para saber si está maduro, basta con apretar la parte de
arriba. «Si cede, como si de una pera se tratase, es que está en el momento».
Ya
desde el siglo XIX, conocer los secretos de estos dos enormes vegetales ha sido
una de las preocupaciones de los gastrónomos. En 1830 se publicó en Madrid un
tratado -una traducción de un volumen francés- en torno a este asunto. Desveló
que el melón debe ser pesado, tener sonido sordo, cavernoso, sin eco, que ceda
suavemente por la extremidad opuesta al extremo que está en contacto con la
planta, aromático, de mediano tamaño y sin color uniforme. Y respecto a la
sandía, descubrió que se debe rascar con la uña la cáscara, que si esta se
desprende con facilidad es que está «en sazón».
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