martes, 1 de enero de 2019

Las lentejas de Amparito Roca

(Extraído de la columna de Carlos Herrera en el XLSemanal del 4 de febrero de 2018)

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De paso por el Mercado de Triana me hice con unas manitas de cerdo abiertas como un libro, oreja del mismo y un par de huesos de jamón, supongo que no todo del mismo animal. Las manitas son una fuente de colágeno natural y un material gelatinoso suculento, bien despachado de vitamina B1. A quien le gusta un plato de manitas puede asegurar que le gusta mucho. Es conveniente darles un hervor de diez minutos y mandar esa agua al infierno; después de ello las introducimos
–oreja, manitas y huesos– en la olla a presión junto con una cebolla, ajos, zanahoria, laurel, algo de chorizo y un tomate entero. No menos de cuarenta minutos desde que la válvula empieza a girar. Con ello obtendremos un caldo excepcional que depuraremos y dispondremos para echar en él las lentejas en la medida de la gente que seamos. Laurel, chorreón de aceite, sal, pimienta y otro poco de chorizo, a ser posible ahumado de León, que para un servidor es el mejor del mundo. Que vaya cociendo sin demasiada alegría en el fuego. Jesús me enseñó a complementar el guiso con el toque definitivo: majamos tres ajos y los acompañamos de una rebanada de pan frito que mezclamos en el mortero. Eso vuelve al aceite en la sartén, dejamos que se fría y, una vez retirado del fuego, añadimos una cucharada de pimentón –dulce o picante, al gusto– y otra de harina. Lo ligamos con algo de caldo y a la olla. De impresión. Eso, o se las come directamente en Amparito Roca.

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