(Un texto de Carlos Maribona en el XLSemanal del 21 de octubre de 2018)
En su origen se trataba de un plato muy humilde, de esos que están
vinculados a una cocina popular de subsistencia que tan habituales son
en España. Plato sencillo, pero con un nombre en el que se refleja el
ingenio de nuestras gentes. Patatas a la importancia o, lo que es lo
mismo, unas sencillas patatas que primero se rebozan y fríen y luego se
guisan en un caldo. Una forma de sacar el máximo partido de un producto
tan modesto y de llenar el estómago, que al fin y al cabo era de lo que
se trataba.
Sus orígenes no están nada claros, aunque todo apunta a que
empezaron a elaborarse allá por el siglo XIX en algunas zonas del norte
de Castilla y León, especialmente en Palencia. Lo cierto es que, aunque
se trate de una receta de supervivencia, estas patatas están buenísimas.
Por eso, al hilo de la tendencia que lleva a recuperar los platos de
cuchara, vuelven a estar presentes en la carta de muchos restaurantes,
aunque casi siempre con algún ingrediente añadido para darles un poco
más de ‘categoría’. Así, el veterano cocinero asturiano Paco Ron, en su
Viavélez madrileño, hace una excelente versión de las patatas a la
importancia añadiéndoles almejas. También en Madrid, hay que probar las
que elabora con congrio Carlos Torres en La Buena Vida, uno de los
mejores restaurantes de producto de la capital.
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