viernes, 26 de diciembre de 2014

Cerveza de Navidad



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 21 de diciembre de 2013)

Es común en muchos países cerveceros la elaboración de cervezas especialmente diseñadas para esta época del año. Cervecerías grandes y pequeñas encuentran en Navidad el momento propicio para sacar al mercado algunas experiencias únicas.

[…] Algo parecido ocurre cuando viajas por las capitales alemanas y disfrutas en los mercadillos navideños de especialidades cerveceras especialmente fabricadas para la ocasión.

Hay quien atribuye la popularización de la cerveza de Navidad, aumentando la producción y haciéndola así más accesible, a John Martin, empresario inglés que se estableció en Amberes hacia 1909 para iniciar la importación a Bélgica de las cervezas inglesas y escocesas de la época. Desde entonces, la tendencia de las cervezas navideñas se fue extendiendo y cada vez fueron más los productores que decidieron incorporarlas a sus ofertas.

En Bélgica, por ejemplo, como país de las grandes y más especiales cervezas del mundo, en el que además el consumo es notable, los ejemplos son multitud. Parece ser que el inicio de las cervezas de Navidad en territorio belga se remonta a principios de 1900, una época feliz en la que cualquier población del país podía tener una o más cervecerías establecidas dentro de su municipio. La fabricación de la cerveza y sobre todo, su distribución, tenían ciertas limitaciones propias de la época y la mayor parte de la cerveza se consumía en el entorno más inmediato al centro de la producción. La elaboración de la cerveza en general se iniciaba hacia finales de septiembre, alrededor del día de San Miguel, cuando los maestros cerveceros procedían a realizar un brazaje especial, dedicándole sus mejores materias primas y especiándolo fuertemente para ser consumido durante las fiestas de fin de año. La cerveza tenía tiempo de madurar durante varias semanas y estaba lista por los alrededores de la fiesta de San Nicolás. El producto resultante, generalmente de producción muy limitada, se ofrecía como obsequio al personal que trabajaba en la cervecería, a sus mejores clientes y el exceso, si se daba el caso, se vendía a los habitantes del pueblo.

La cerveza de Navidad belga no es lo que podemos definir como un estilo particular. La única característica común que podemos observar en ellas es que su volumen alcohólico suele estar por encima de los 7º, destinados a calentar el paladar y el estómago del aficionado durante las frías noches del invierno.

Aunque nos refiramos a estos productos bajo el nombre común de cervezas de Navidad, no corresponden estrictamente a un estilo uniforme de rígidos patrones. Las hay rubias y oscuras, tirando a dulces por la alta dosis de cereal o azúcar añadido, pero también amargas por la acción de una carga extra de lúpulo. Lo que si tienen en común, además del mencionado contenido alcohólico elevado, son sus etiquetas atiborradas de tópicos navideños.
En Baviera se elaboran cervezas especiales para la Navidad. Son más fuertes y dulces que las convencionales, pero, a diferencia de otras bebidas típicas de esta época, no contienen ingredientes como la canela o la naranja. Hay, aproximadamente, unos 500 tipos y son todo un éxito de ventas.

En todos los países del centro de Europa se encuentran especialidades de esta época del año y lo mejor es disfrutarlas allí mismo, sintiendo el frío y protegiéndote de él, bien sea junto a las estufas de los mercadillos callejeros, o en las pintorescas abadías, junto a guisos contundentes y siempre rodeados de un ambiente entrañable tan propicio estos días. Feliz Navidad cervecera a todos.

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