Cuando la bailarina rusa Anna Pavlova fue a actuar a Australia,
consideraron que debían darle una bienvenida especial y le crearon un postre
con su nombre. Está claro que el inventor quiso reflejar la elegancia y etérea
figura de la bailarina que, aunque de apariencia frágil, tenía una gran
consistencia artística y profesional.
Similitudes que se reflejan en la base de este postre, el merengue,
que, con azúcar glas, maizena y un poco de vinagre, incorpora la vainilla,
propia de la receta francesa.
El postre original lleva en el centro fresas, pero se puede hacer con
otras frutas de temporada y combinarlo con helado, lo que le convierte en el
perfecto colofón para una cena de despedida del verano.
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