(Extraído de un artículo
de A. Toquero en el suplemento gastronómico de El Mundo del 23 de marzo de
2013)
La Semana Santa ya está
aquí y con ella llegan dulces propuestas entre las que las torrijas, los
buñuelos y las monas de Pascua son protagonistas. […]
[…] las torrijas, de
origen andaluz, son tan típicas en el sur como en el norte; los buñuelos, tan presentes
en Valencia o en Madrid, se acomodan en casi todas las culturas gastronómicas,
y los huevos o las monas de Pascua, de origen catalán, han encontrado en el
chocolate a un aliado imprescindible y su expansión, sin duda, ha sido la más
espectacular. […]
La torrija es la más fácil
de elaborar, […] Hay quien empapa el pan en la leche fría y quien, la hierve con azúcar, canela y cáscara de
limón, y añade la leche caliente sobre el pan en rodajas; en otros casos se utiliza
la piel de naranja; en Andalucía también recurren al vino...
En fin, que no hay una
receta tipo, […] «la utilización de un buen pan de horno de leña del día
anterior es una de las claves para que salgan buenas». […]
Los buñuelos de viento
también son protagonistas en estas fechas. La receta original ha adoptado
diversas formas y distintas variantes, aromatizándose con limón, canela o
vainilla, y recurriendo a rellenos de crema, frutas, chocolate o nata. Una de
estas versiones son los buñuelos de Cuaresma de la Confitería Soler. En ellos, la
crema se mezcla a la hora de elaborar la masa, así que en el momento de
degustarlos se aprecia pero no se ve.
Una estupenda variante
local son los buñuelos de la Virgen de Mayo, típicos de la comarca del Bajo Cinca.
Curiosamente, además, es un dulce que se suele tomar el 25 de marzo[…]. El
relato transmitido de generación en generación apunta a que la hora propicia
para cocerlos son las doce del mediodía, «el momento en que las hojas de los
olivos se giran». Para prepararlos son necesarios cuatro huevos, cuatro
gaseosas de papel, ocho cucharadas de azúcar, una pizca de sal, dos cucharadas
de aceite y tres cuartos de litro más para freír, un vasito de anís, corteza de
medio limón rallado y un kilo de harina. Se baten los huevos y a continuación
se incorporan e resto de ingredientes. La harina se bate hasta espesar y luego
se trabaja la masa a mano. Se coloca en una fuente amplia, se tapa con un paño
de algodón y se deja reposar dos horas. Seguidamente se coge parte de la masa,
se estira y se van cortando los buñuelos. Finalmente se fríen con el aceite
bien caliente y sobre una fuente se espolvorean con azúcar.
Por último, la mona o el
huevo de Pascua es seguramente el producto más pastelero y el que ha sufrido
una mayor evolución. Manuel Lorés explica que «hace 100 años era un bizcocho
empapado en almíbar y decorado con una fruta confitada, pero a mediados del
siglo XX entró con fuerza el chocolate». Y hoy prácticamente se puede resumir
en eso, en una figura de chocolate que en Semana Santa se regala a los más
pequeños: hijos. Sobrinos, ahijados... […]
Roscas, bombos y bombones turolenses
El Martes de Pascua, en
el Sermón de las Tortillas de Teruel, adquieren gran protagonismo las roscas
que se elaboran con una masa de pan dormido. Jorge Sanz explica que a diferencia
de otra bollería de calidad, «en este caso lo más distintivo es que incorporan
esencia de azahar». Algunas roscas llevan un huevo duro y otras no, y sus
formas son muy diferentes: un lagarto, un sonajero o un caracol. Este mismo
pastelero también elabora otro dulce que nada tiene que ver con los más
tradicionales: el bombo de Semana Santa, un bizcocho al que se añade licor de
azafrán y en el que la nata de café hace las veces de la tela del bombo. Y
culminando el pastel, un pequeño mazo de chocolate. Muy curiosos, también, son
los bombones con los que la pastelería Isabel de Alcorisa promociona la Ruta
del Tambor y el Bombo. La caja contiene nueve bombones que representan a todos los
pueblos, y cada dulce se ha inspirado en un sabor típico de la Tierra Baja.
Así, por ejemplo, el de Albalate está hecho con cerezas naturales y anís; el de
Alcorisa, con praliné de piedrecicas del Calvario; el de Andorra es de aceite
de oliva del Bajo Aragón y el de Calanda, de melocotón.
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