(Un texto de Rosalía Sánchez en el Mundo del 3 de noviembre
de 2013)
Nunca patentó su
invento, pero vivió lo suficiente para ver cómo su consumo se extendía por
medio mundo y se convertía en un elemento clave de la entrada de divisas en su
país natal, Turquía. Kadir Nurman, uno de tantos emigrantes turcos recién llegado
a Alemania, se ganaba la vida con un modesto restaurante abierto en 1972, con los
primeros ahorros que consiguió reunir, cerca de la famosa estación de tren Zoo (Zoologischer
Garten), en el entonces Berlín Occidental. Sus conocidos relatan que se decidió
por el sector de la gastronomía porque «no podía» con la comida alemana.
Pronto se percató de que
los apresurados alemanes no se tomaban el mismo tiempo para comer que los turcos,
así que ideó la forma de meter uno de sus platos con más éxito, virutas de
carne de cordero asada con ensalada fresca y salsas, en un pan de pita aplanado
a modo de sándwich para llevar. Siempre lo había servido en plato, pero el pan
de pita tostado añadía un elemento crujiente y permitía comerlo sobre la marcha,
lo que abarataba el servicio.
Para consumar su obra
maestra, adaptó la forma de cocinar la carne, colocándola en un asador vertical
que permitía tener siempre a disposición del cliente una ración. Aunque en Turquía
se había formado como vendedor, en sus primeros años en Alemania, país al que
llegó en 1960 con solo 26 años, había trabajado en una cadena de montaje industrial
en Stuttgart, en la que aprendió rudimentos de mecánica que le sirvieron para
diseñar personalmente la máquina de asado. También adaptó la receta tradicional
al gusto de los berlineses, moderando las especias y sustituyendo el aceite de
oliva por salsas más del paladar germano. Aquella comida rápida bautizada como
Döner Kebab alemán se convirtió en cuestión de meses en una máquina de hacer
dinero.
Se estima que en
Alemania hay unos 16.000 negocios que
venden kebabs en múltiples versiones. En Berlín existen unos 1.000 puestos de
este socorrido platillo y el Kebab ha pasado a formar parte del recetario tradicional
berlinés, al que las encuestas conceden mayor aceptación incluso que a la
salchicha aborigen, la omnipresente piza italiana e incluso que a las hamburguesas
americanas.
No han faltado quienes,
con el paso de los años, quisieron atribuirse el Döner como una creación
propia. Ese fue el caso, por ejemplo, de Mahmut Aygun, que se hacía llamar a sí
mismo el Rey del Kebab Y que murió en
2009, a los 87 años, convencido de que
era un invento suyo porque lo sirvió por primera vez el 2 de marzo de 1971,
casi un año antes que su competidor. Pero la Asociación alemana de Empresarios
Turcos ha reconocido finalmente el honor a Nurman y ha lamentado, tras su fallecimiento
(el 24 de octubre de 2013), la «pérdida del padre de una de las comidas rápidas
más populares del mundo».
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