(Un
artículo de Daniel Vidal en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del
22 de agosto de 2012)
El famoso elefante
rosa de trompa alicaída y patas dobladas de la cerveza 'Delirium Tremens' tiene
su leyenda. Cuentan los belgas de pura cepa que el fantasioso paquidermo se
aparece cuando ya son cientos los tragos que se acumulan en la barriga.
La etiqueta
también advierte al consumidor -según las historias de los taberneros- de la
posibilidad de ser mentalmente invadidos por dragones chinos y cocodrilos con
gorro y aspecto bonachón. Una experiencia alucinógena por todo lo alto para los
consumidores de una de las cervezas más famosas del mundo. Aún así, la historia
del elefante rosa y del nombre de la cerveza es mucho menos romántica y
rocambolesca que la que circula de boca en boca por las calles de Bruselas. Más
bien tiene que ver con la política de marketing de la cervecera belga Huyghe,
fundada en 1654 y que comercializa la marca desde 1989. Los responsables de la
empresa querían, simplemente, una etiqueta y un nombre fácil de recordar, que
impactara lo suficiente a los aficionados a la birra. Por muy grande que
hubiera sido la borrachera de la noche anterior.
La cerveza, con su
color amarillo turbio, su triple fermentación y sus 9 grados de alcohol,
también da nombre a uno de los bares más famosos y visitados de Bruselas, el
Delirium Café. Podía ser uno más, pero un sello en la pared lo distingue como
el 'garito' con más tipos y marcas de cervezas del mundo. Más de 2.000, pinta
arriba, pinta abajo. Lo primero que sorprende es su colorida fachada. Los
elefantes rosas, el santo y seña de la marca, dan vida en forma de carteles
luminosos al oscuro y estrecho callejón en el que se encuentra este templo de
la religión cervecera (Impasse de la Fidélité, 4A). Pegado al llamado callejón
de los carniceros y muy cerca de la archiconocida Grand Place, pero oculto del
bullicio turístico que desprende este centro neurálgico de Bruselas. Aquellos
que encuentran la callejuela por la que se accede al Delirium Café también se
dan de bruces con uno de los rincones más curiosos de la capital belga: la
esquina donde orina la 'Jeannake Pis' (traducido como 'la niña meona'). La
fuente -y a la vez escultura- es la hermana del conocido 'Manneken Pis', uno de
los símbolos de la ciudad, que durante las grandes fiestas que se desarrollaron
en 1890 cambió el 'pis' -que en realidad es agua- por vino y cerveza tipo
lámbic. De la más ácida.
Ya en el interior
del bar, es posible que el mundanal ruido vuelva a envolverlo todo. Allí no hay
solo belgas. Se pueden encontrar argentinos, rusos, ingleses, americanos,
chinos y, por supuesto, españoles. De estos no faltan nunca. De hecho, en el
Delirium Café tienen camareros 'especializados' en el trato con los 'hijos de
la Mahou' y cuando hay una mesa de 'hispanoparlantes', la atención es casi
personalizada. Por algo será.
En estos lares no
importa demasiado que el consumo de cerveza descendiera en nuestro país un 4,7%
en 2010 -el último dato disponible- hasta los 48,3 litros por garganta y año.
Belgas, igual que austríacos, alemanes o checos, son de los que beben más de
100 litros por cabeza. De ahí no bajan y de ahí, también, la necesidad de
aportar variedad en la oferta. Y si hablamos de oferta, Delirium Café, con sus
paredes y techos llenos de bandejas de colores y de motivos cerveceros, es el
auténtico rey del mambo.
La carta, lo que
realmente interesa al peregrino, es un libro enorme, más parecido a unas
páginas amarillas de Madrid o Barcelona, que hay que pedir a los camareros
porque solo hay uno y lo tienen bien guardado. El sucedáneo es una 'cartita'
mucho más resumida. Hay cervezas de Laos, de Ghana, de Sudáfrica... De trigo,
de cebada, de malta... Birra verde, negra, rubia, menos rubia, de chocolate, de
frutas, caliente, fría o incluso una San Miguel de las del bar de debajo de su
casa. Eso sí, algo más cara. De tres o cuatro euros para arriba. La de más
precio, según reportan los aventureros, se llamaba Deux, y cuesta 31 del ala.
Pida la que pida, suele ir acompañada de su copa o vaso correspondiente.
Faltaría más.
Aquí lo difícil es
decantarse. Porque lo que resulta imposible es probarlas todas. Quizá el osado
que se atreva con el reto pueda ver, esta vez sí, los famosos elefantes rosas,
los dragones y los cocodrilos. Todos juntos.
Dirección. Impasse
de la Fidelité, 4A, a doscientos metros de la Grand Place de Bruselas y delante
de la 'Jeannake Pis'.
'Sucursales'. El
Delirium Café es un negocio en expansión, que cuenta con franquicias en Tokio
(abierta en 2010) y Río de Janeiro (desde el año pasado).
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