(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 4
de septiembre de 2011)
Aunque la primera máquina de picar carne es un
invento de principios del XIX, debido a Karl Drais, que también inventó la
bicicleta, la carne picada es tan antigua como la condición omnívora del
hombre. En el XVI, Bartolomeo Scappi ya
incluye
las
albóndigas
-o almóndigas, que también (¡!) lo autoriza el
DRAE-
en su Opera, un libro de cocina
editado en Venecia, en la parte especial dedicada a la alimentación de los
enfermos. Consta que María Tudor, esposa de nuestro Felipe II, ahora actualizada
en la interpretación que de ella hace la actriz Sarah Bolger en Los
Tudor,
la serie de televisión, las consumió, como alivio a su inapetencia, por consejo
del papa Pío V, el patrón del cocinero Scappi.
Hay tantas formas de preparar albóndigas como
cocineros. En España se hicieron costumbre a
partir de la cocina mozárabe en la que, para cristianarlas, se mezclaba el
vacuno con la carne de cerdo, además de huevo, perejil y pan rallado. […]
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