(Un texto de Juan
Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 11 de enero de
2014)
[…] Dicen que a la
altura de Colonia el Rin deja de ser romántico para irse de fiesta. La más
grande es la que se organiza en la semana de carnaval pero durante prácticamente
todo el año hay siempre algo que celebrar, ya sea en un típico Brauhaus, en un Weinhaus
o en un bareto deI Quartier Lateng. Su casco antiguo, con más de 2.000 años de historia,
fue prácticamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, salvo la
Catedral, que milagrosamente quedo intacta. Sigue siendo el corazón de Colonia
y aunque terminada hace unos 120 años, no deja de ser el edificio gótico más
impresionante de Alemania. En sus alrededores se concentran las grandes atracciones
de la ciudad y la zona de tiendas. Después de subir a una de las torres de la
Catedral para ver las dos orillas del Rin, hay que dirigirse al extraordinario
conjunto de museos que rodean el edificio: el Wallraf-Richartz está dedicado a
pintura antigua, el Ludwig se especializa en arte del siglo XX, el romano-germánico
tiene la mejor colección de mosaicos y objetos romanos del país y el de la catedral
guarda todos sus tesoros que son muchos.
Y por supuesto, hay que
visitar las decenas de bares y tabernas amplias y evocadoras, donde se mezcla
el jazz, con la cerveza de la ciudad, la Kölsch.
La gente de Colonia está
tan identificada con su cerveza que el dialecto local lleva su nombre, Kölsch.
Hay nada menos que 24 fabricas de cerveza en el casco urbano, más que en
ninguna otra parte del mundo. El mejor lugar donde probarla es en las brauhäuser
o weetschaften (en dialecto Kölsch). Muchas de ellas producen su propia cerveza
y conservan el ambiente de carnaval durante los 365 días del año. Son, por otro
lado, los restaurantes más baratos de la ciudad. Por un precio módico se puede
comer un suculento plato de comida alemana básica y un par de cervezas.
El Alt-Köln, en
Trinkgasse 7-9, es como una casa encantada salida de alguna película de fantasía
pero tanto la cerveza coma la comida son estupendas. Früh am Dom. Am Hof 12-14.
Es el más popular, no solo por encontrarse frente a la catedral sino por servir
el kölsch más clásico, el Kölner Hofbrau. Si se quieren conocer todos los
secretos de esta particular cerveza hay un brauhaus que también funciona como
museo. Es el Küppers-Kölsch y está en Altenburger St. 157.
El modo de servirla en
los vasos cilíndricos de solo 20 centilitros de capacidad no ayuda,
precisamente, a reivindicar su respetabilidad. No es de extrañar que los bávaros,
con sus exageradas jarras, ridiculicen las cervecerías de Colonia.
Pero lo cierto es que la
Köslch es una cosa seria. Sus productores han conseguido el más alto grado, de
reconocimiento que se concede por la Unión Europea y es posible que acabe
haciéndose con una denominación de origen propia. En la Unión Europea todos los
que quieran usar el nombre de este producto deben de elaborar la cerveza en el área
de la ciudad y en los alrededores, según los términos definidos en un acuerdo
de 1985.
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