(Extraído de un artículo de Isabel Navarro en el
XLSemanal del 30 de mayo de 2010. Seis consejos de Davide Ottolini, crítico
enogastronómico)
El cuerpo: El helado no debe desaparecer
inmediatamente una vez que nos lo llevamos a la boca.
La cremosidad: No ha de ser demasiada. Si lleva un
exceso de grasas, deja en la lengua una pátina perceptible durante segundos,
algo que no es bueno.
Dulzura: debería ser siempre moderada y, en
cualquier caso, no particularmente perceptible.
Mmmmm: la untuosidad o sensación resbaladiza sobre
la lengua es siempre, sin duda, un rasgo negativo.
El expositor: los helados que están a una altura
superior al borde del recipiente que los contiene, o bien han visto cortada en
algún momento su cadena del frío, o bien podrían contener preparados alejados
de la filosofía artesanal del producto.
Acidez: preste atención a la acidez de los helados
de fruta o de yogur. No tiene que ser particularmente marcada o agresiva.
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