miércoles, 12 de septiembre de 2018

Salmorejo, la crema del verano

(Un texto de Carlos Maribona en el XLSemanal del 18 de junio de 2017)

La historia del salmorejo es la de un plato milenario, de origen mesopotámico, ligado a tres de los grandes productos de la dieta mediterránea: el pan, el ajo y el aceite de oliva. Pertenece a una cocina popular, de subsistencia, que se ha perpetuado a lo largo de los siglos y que ha ido adaptándose a cada época incorporando nuevos ingredientes hasta encontrarse, ya en el siglo XVII, con el tomate, ingrediente que le dio el toque definitivo y lo convirtió en esa crema roja y sabrosa que hoy conocemos. Un plato que resulta a la vez antiguo y moderno. No hay que confundir el gazpacho con el salmorejo. El primero es una sopa fría; el segundo, una emulsión o crema con más cantidad de pan y nunca con agua. Tampoco se le añaden, como ocurre con el gazpacho, pepino, cebolla o pimiento. Habitualmente, el salmorejo se sirve con jamón y huevo duro picados. Lógicamente se puede comer solo, pero pruébenlo como acompañamiento de una tortilla de patata o con unas berenjenas fritas, como se hace en Córdoba, ciudad con la que tradicionalmente se asocia esta crema. Allí los hacen muy buenos en la Taberna San Miguel -conocida popularmente como Casa El Pisto-, en El Churrasco o en un restaurante poco conocido por los turistas que se llama Astoria-Casa Matías. En Madrid lo borda la cordobesa Pepa Muñoz en su Qüenco de Pepa.

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