(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del
Heraldo de Aragón del 1 de noviembre de 2014)
Hay cervezas que destacan por su aroma, otras por su sabor… pero
hay una que destaca por su copa: la Pauwel Kwak. Y más que por su copa, por el
soporte de esta. El soporte es de madera y en él encaja la copa de cristal, que
es ancha por arriba y por abajo y estrecha en su parte central.
Y si es curiosa la copa y el soporte, más lo es su origen.
Esta cerveza belga surge hacia 1800. En esa época una de las profesiones
existentes era la de palafrenero, que consistía en conducir un carruaje en el
que se llevaban personas de un condado a otro. El inventor de esta cerveza
tenía una taberna llamada The Hoorn en una carretera muy transitada que unía
Gante y Malinas y por la que habitualmente paraban los palafreneros. Las personas
que iban en el carruaje se bajaban en la taberna para refrescarse, pero una ley
de Napoleón prohibía a los conductores beber junto a los pasajeros y les
obligaba a permanecer en el carruaje mientras les esperaba. El tabernero, llamado
Pauwel Kwak, inventó un soporte en el que la copa no se movía y de esta manera el
palafrenero podía beber sin problemas. El soporte y la copa eran muy similares a
los de la actualidad. Los conductores se encargaron de hablar de ella por todo
el país, lo cual supuso que se convirtiera en un tipo de cerveza típica de la
zona de Dendermonde. Esta cerveza es actualmente fabricada por la cervecera Browerij
Bosteels en Bélgica.
Su color es ambarino y destaca por tener una espuma espesa y
turbia, que se debe en gran da a la forma de bocina de la copa. De hecho, hay
que tener cuidado al verter la cerveza ya que si no se echa bien quedará mucha espuma
y poca cerveza. El método correcto de verter la cerveza es echando una parte de
la cerveza con la copa inclinada y una vez que reposa echar el resto para que se
genere la espuma.
En boca destacan los aromas fuertes, que se evaporan rápidamente.
Los aromas que se aprecian son malta tostada, tierra y regaliz y también
aparece un ligero aroma a vino. En boca aparece el sabor a plátano
caramelizado, turrón y sabores frutales que vienen dados por las tres maltas
con las que se elabora y el añadido posterior del lúpulo. Marida con embutidos,
foie, codorniz, liebre y con quesos jóvenes y suaves.
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