(Un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico
del Heraldo de Aragón del 16 de noviembre de 2014)
La perdiz de monte o de campo, la patirroja y silvestre,
escasea cada vez más y va camino de convertirse en una especie en vías de
extinción. Desde mediados de octubre hasta finales de enero está abierta la
veda para la caza, pero los lamentos llegan desde todos los rincones de España:
cada vez hay menos. La falta de alimento en los montes, los productos fitosanitarios
contra las malas hierbas o para proteger los cultivos de cereales, las
repoblaciones incontroladas, la presión cinegética ... son argumentos que se repiten
a la hora de buscar explicaciones y la realidad es muy tozuda: no está haciendo
falta cazar muchas perdices rojas, las autóctonas, para darse cuenta de que
están desapareciendo.
[…] Y es que al consumidor que le gusta la caza apuesta por
este producto frente a otras perdices que son las más habituales en el mercado:
de repoblación y de granja. Las primeras, explica este experto, «se crían en
naves, pero tienen zonas al aire libre de esparcimiento e incluso pueden
volar». Son las que se empezarán a ver a medida que nos acerquemos a las
Navidades ante la escasez de las de monte. Y luego, durante todo el año, se
puede encontrar la de granja, de carne más blanca que la salvaje y con algunas
diferencias físicas más: pico anaranjado y largo frente al corto y rojo de la
que lo utiliza habitualmente en el campo, o las uñas, igualmente largas de la
primera y más cortas de la otra.
Curiosamente, sin embargo, el precio de venta al público no
varía demasiado. El propietario de la pollería Julia explica la razón: «La de
monte tendría que ser más cara por lo que cuesta el coto, las licencias, los
seguros ... pero para el cazador es una afición y no busca hacerse rico, así
que solo aspira a recuperar parte de los gastos». En el otro caso, prosigue, «en
cuanto empiezas a sumar los costes de producción, manipulado y
comercialización, estos se disparan y, al final, el precio se tiende a
igualar». […]
Juan Carlos asegura que la caza menor y, especialmente, la
perdiz, la pide una clientela muy concreta: «Gente mayor que aprecia su calidad
y tiene tiempo y conocimientos para prepararla; los jóvenes consumen de otra
manera, pero cuando prueban un buen estofado, claro que lo disfrutan». Y es que
como sentencia este minorista del Mercado Central, «es un producto que exige un
tiempo y una dedicación que cada vez se estilan menos».
[…] Jorge Alarcón, cocinero y propietario del restaurante
Aspen de Zaragoza, […] A la hora de describir una y otra perdiz para trabajarla
en la cocina, se refiere a la importancia del hábitat y de la alimentación:
esfuerzo continuo frente a una cría acomodada; una dieta irregular o a unos
piensos controlados; una carne roja y otra más blanquecina, lo que a su vez se
traduce en sabores fuertes frente a otros más domesticados. «Al no haber trabajado
tanto los músculos -asegura el chef- , la carne de la de granja es más blanda y
no tiene la misma fuerza». Mejor o peor ya es cuestión de gustos o de lo que al
paladar hayamos acostumbrado.
En cualquier caso, explica que no es necesario poner las perdices
en vino u otros alcoholes para ablandarlas, como sí es aconsejable hacer con la
caza mayor. A su juicio, la recomendación más importante a la hora de
prepararlas es «tener muy claro que necesitan cocciones lentas, estofar más que
guisar, recurrir a temperaturas muy bajas de cocción frente al fuego medio de
un guiso».
A su juicio, a pesar del lío semántico, el guiso perdiz es
una de las mejores opciones, la que nunca falla: muchísima cebolla (con aceite y
a baja temperatura se carameliza sola), laurel, un poco de pimienta, ajo y a
fuego muy lento, para que una vez tapada la cazuela, el mismo vapor ablande y
cocine la carne «y los líquidos de dominio se transmitan entre los productos».
«Alrededor de 45 minutos serán suficientes para la de monte y entre 20 y 25
para la de granja», prosigue el dueño del Aspen.
Al margen de esta presentación, son muchas las posibilidades
que este cocinero sugiere a la hora de prepararlas, como laminar las pechugas y
hacerlas a la plancha o presentarlas con un arroz.
ESCABECHE. Por
supuesto, al hablar de esta ave gallinácea no podemos dejar de referirnos al
escabechado, cuyos pasos son parecidos a los del estofado, según explica Jorge
Alarcón: "Podemos añadir alguna hortaliza más como zanahoria o apio, y eso
sí, cubrir de aceite para que las piezas se confiten”. Una vez que han
transcurrido 30 o 40 minutos, en el caso de la salvaje, se incorporaría el
vinagre, «de Jerez a ser posible, un vinagre noble, que es el que al final va a
determinar la calidad del escabechado». 15 minutos más al fuego y a reposar, de
forma que esta conserva puede aguantar perfectamente dos semanas e incluso más.
En cualquier caso, para alargar el tiempo de consumo siempre se puede recurrir
al embotado.
[…]
MAGRA Y CON MUY POCA GRASA
Tres características destacan en la composición nutritiva de
estas aves: su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico, la
cantidad de hierro y el moderado aporte de grasa. Además, las proteínas de la
perdiz apenas tienen colágeno por lo que su carne magra resulta fácil de
digerir. Las aves silvestres tienen menos grasa que las de granja debido a la
energía que gastan en sus desplazamientos. Al igual que otros ejemplares de caza,
es una buena fuente de hierro, incluso superior a carnes rojas como el vacuno.
Sus músculos concentran gran cantidad de mioglobina, el pigmento que contiene
hierro y da ese color característico.
NO NECESITAN MUCHO TIEMPO DE OREO
Del refranero, en ocasiones, conviene discrepar. Eso al menos
sucede con el que sentencia que «la perdiz, con la mano en la nariz», Nos
sugiere este refrán que en el caso de las aves abatidas en el campo conviene
dejar pasar unos cuantos días entre la muerte de la pieza y su tratamiento culinario
para que la carne se mortifique, Aunque, en otras piezas de caza, como el
jabalí o la liebre, es conveniente esta práctica, en el caso de la perdiz no es
necesaria esta espera y de un día para otro es más que suficiente para
disfrutar de todas sus cualidades sin sabores no deseados.
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