(Un texto de María Corisco leído en El Confidencial el 26 de septiembre de 2018)
Si
te estás medicando, vigila lo que comes. Puede que ese zumo de pomelo
tan saludable termine causándote una 'sobredosis' de tu antidepresivo o
que la col inactive tu anticoagulante.
Mira
tu despensa y mira tu botiquín. Parecen mundos distantes,
compartimentos estancos con poca conexión entre sí. Pero entre los
alimentos y las medicinas hay todo un mundo de interacciones que pocas
veces conocemos y que, si bien a menudo pasan inadvertidas, pueden
llegar a poner en peligro nuestra salud. En algunas ocasiones, es el
alimento el que reduce o multiplica el efecto del fármaco. En otras, es
el medicamento el que impide que se absorban los nutrientes. Conocerlas es el mejor remedio para medicarnos sin riesgos.
“Son
muchas las interacciones fármaco-alimento y alimento-fármaco, y de muy
diversa índole -explica Marián García, doctora en Farmacia y
nutricionista, profesora de la Universidad Isabel I de Castilla y autora
del blog Boticaria García- No todas son de la misma gravedad y por este
motivo a veces se tiende a infravalorarlas”. Claro. No es lo mismo que
el paracetamol te pueda hacer más o menos efecto (las comidas ricas en
grasas pueden reducir su absorción, mientras que las ricas en fibra la
retrasan) a que tu zumo de pomelo de la mañana pueda triplicar el efecto
de tu anticolesterol o a que comer mucha col pueda disminuir la
eficacia del Sintrom y ponerte en riesgo de un tromboembolismo...
El pomelo, fruta de riesgo
De
entre todos, el caso del pomelo es el más llamativo. ¿Quién podría
decir que el zumo de este cítrico, considerado una 'superfruta' por su
alto contenido en antioxidantes, pudiera interferir tanto con nuestra
medicación? Y no hablamos de uno o dos fármacos: desde estatinas para
reducir el colesterol a algunos antibióticos; desde antihipertensivos a
inmunosupresores; desde antidepresivos y antipsicóticos a
anticoagulantes… Hasta 85 medicamentos diferentes podrían ver
modificados sus efectos si el paciente consume al mismo tiempo pomelo.
Así
lo refleja el doctor David Bailey, profesor de Farmacología Clínica en
la Universidad de Western Ontario (Canadá), quien desde hace más de dos
décadas ha investigado esta interacción; el problema, señala en un
artículo publicado en 'Canadian Medical Association Journal', es que en
los últimos años no ha dejado de aumentar el número de fármacos que, en
combinación con el pomelo, pueden llegar a provocar graves efectos
adversos.
¿Cómo interfiere el pomelo
con los fármacos? La clave la tenemos en unas sustancias, las
furanocuraminas, presentes en esta fruta y que impiden que el hígado
degrade parte de los medicamentos orales que llegan hasta él. Al no
degradarlos, la consecuencia es que pasan al torrente sanguíneo
intactos, con lo que estamos multiplicando la dosis necesaria. Y, en
algunos casos de medicación crónica, el riesgo es importante, nos
advierte Marián García: “Al administrar pomelo con estatinas
(cerivastatina) aumenta el riesgo de rabdomiólisis que está descrito
para estos medicamentos”. De hecho, hay investigaciones que señalan que
beber un vaso de zumo de pomelo diario puede llegar a triplicar la
concentración de estatinas.
El pomelo es, como decíamos, el
ejemplo más estudiado de interacciones alimento-fármaco. Pero tenemos
también el caso contrario, el de las interacciones fármaco-alimentos.
Estas, nos explica la boticaria García,
“suelen causar efectos como
el 'secuestro' de nutrientes. Sería como si algunas partes de los
fármacos funcionaran como un imán que atrae a los nutrientes e impiden
que se absorban”. Así, por ejemplo, algunos antibióticos disminuyen la
absorción de calcio, hierro y magnesio. “No debemos asustarnos, ya que
el consumo de estos fármacos suele ser puntual, pero es importante
tenerlo en cuenta en otro tipo de tratamientos crónicos”. Y otros
fármacos modifican el pH intestinal (por ejemplo, los antiulcerosos como
el omeprazol), lo que puede impedir que se absorban algunas vitaminas
que necesitan un pH más ácido, como la vitamina B12.
Los problemas del Sintrom
Si
el pomelo es el alimento que más interacciona con los fármacos,
probablemente sean los anticoagulantes orales -Sintrom, Aldocumar…- los
medicamentos que están más en el punto de mira por su relación con los
distintos alimentos. “Se trata de medicamentos con un bajo índice
terapéutico, es decir, en los que un pequeño desvío en la dosis puede
acarrear consecuencias importantes -señala el profesor Gerardo
Gómez-Moreno, catedrático del departamento de Estomatología en la
Universidad de Granada y experto en Interacciones Farmacológicas-. Hay
que tener precaución con alimentos que tengan alto contenido en vitamina
K, porque contrarrestan la acción del anticoagulante con el
consiguiente riesgo de que se desencadene un fenómeno tromboembólico que
ponga en riesgo su vida”.
Entre los
alimentos con alto contenido en vitamina K destacan, curiosamente, las
verduras crucíferas (con grandes propiedades para la salud): de hoja
verde (como lechuga y espinacas), coles de Bruselas, coliflor, brócoli..., ya que estas verduras antagonizan el efecto del Sintrom. Pero hay más:
Jugo de arándanos:
incrementa el riesgo de hemorragias en algunos pacientes, resultando
mortales en algún caso. Y no está demostrado cómo funciona en cápsulas,
así que no se recomienda su consumo
Ajo:
el ajo tiene efecto antiagregante y en cantidades altas potencia el
efecto anticoagulante. Por ello, en pacientes anticoagulados se debe
limitar su ingestión, así como la de perlas o comprimidos de
concentrado de ajos, ya que pueden originarse sangrados y hemorragias.
Aguacate:
el aguacate sería todo lo contrario al ajo. Disminuye los efectos del
fármaco al reducir su absorción e inducir su metabolismo. Por ello debe
evitarse la ingestión simultánea de grandes cantidades de aguacate con
los anticoagulantes orales.
"A toda
persona que utilice Sintrom hay que informarla debidamente del riesgo
que supone comer alimentos ricos en vitamina K. -explica Marián García-.
Sintrom es un anticoagulante y no se lleva muy bien con la vitamina K,
que es clave en el mecanismo de la coagulación. Esto puede tener efectos
fatales. No todos los alimentos con vitamina K están prohibidos, pero
es importante saber cómo y cuándo tomarlos y, por supuesto, identificar
los que más interaccionan con el fármaco". Y el doctor Gómez-Moreno
apostilla: "El consejo sería que los pacientes no consumieran en gran
cantidad estas verduras, controlar la dieta y monitorizar regularmente
el estado de anticoagulación".
Los lácteos y los antibióticos
Hablamos
de que algunos medicamentos inhiben la absorción de los nutrientes de
un alimento, pero también se da el caso contrario: nutrientes que
afectan a la absorción de algunos fármacos. Es lo que ocurre con el
calcio y algunos antibióticos. Así, el calcio de la leche disminuye la
absorción de la ciprofloxacina y hasta un 43% la biodisponibilidad de la
azitromicina. En cuanto a las tetraciclinas, forman complejos con el
calcio de la leche, de forma que ni el fármaco ni el calcio se absorben,
sino que se eliminan con las heces.
También
es una interacción importante la que se produce entre un tipo de
antidepresivos -los inhibidores de la MAO- y los alimentos ricos en
tiramina, como patés, arenques, quesos fermentados, curados, salami,
concentrados
de carne, pasas, higos secos, vinos tintos, vinos aromáticos, cerveza,
habas, chocolate… Dado que, en algunos casos, esta interacción puede
provocar crisis hipertensivas -incluso con riesgo de hemorragias
cerebrales-, conviene que los pacientes eviten los alimentos ricos en
tiramina durante el tratamiento e incluso durante tres semanas después
de concluirlo.
También las hierbas y plantas
También
tenemos que tener en cuenta que las hierbas y plantas medicinales
pueden interactuar con los medicamentos, nos advierte el doctor
Gómez-Moreno. Así, "los pacientes en tratamiento con Sintrom tienen que
tener presentes que si toman ginkgo biloba o salvia, pueden presentar
más riesgo de hemorragia. Por otra parte, tomar hipérico puede
interaccionar con antidepresivos tipo prozac y desencadenar un síndrome
serotonínico. El hipérico también puede disminuir los niveles de
fármacos como ciclosporina, digoxina o teofilina". Y atención a los que
toman medicamentos para la tensión alta: resulta que el regaliz tiene un
principio activo -el ácido glicirretínico- que puede interactuar con
algunos fármacos, dando lugar a una hipertensión secundaria a la ingesta
crónica de este regaliz.
Finalmente,
también hay otras interacciones muy comunes que pueden desconcertar a
los pacientes, explica Marián García, "como es el hecho de que algunos
medicamentos -entre ellos ciertos tipos de antibióticos- pueden
modificar el sentido del gusto o alterar el apetito. Todo esto puede
repercutir en el estado de la persona enferma y no conocer el origen,
cuando a veces es una interacción 'de libro', puede retrasar la solución".