(Un texto de David Navarro en el Heraldo de Aragón del 4 de noviembre de 2017)
Los beneficios de este probiótico milenario asombran, porque ayuda a
mejorar la flora, reforzar el sistema inmunitario y metabolizar las
grasas. ¿Quieres saber cómo?
Hay alimentos que cuestan poco dinero y sus beneficios son inmensos. El
aceite de oliva, la miel, el pan de masa madre, el yogur… Este último,
por desgracia, se frabrica ahora en un proceso tan industrial que apenas
tiene propiedades y, de hecho, muchos envases que se compran en los
comercios como yogur son en realidad leches fermentadas sin propiedades.
Por eso, es buena idea volver a hacer yogur casero y, si es con una
auténtica receta búlgara, mucho mejor.
El yogur es uno de los mejores probióticos. Un probiótico es un alimento
que favorece la flora intestinal, esos miles de millones de bacterias
que tenemos en nuestro intestino y que ayudan a digerir la comida. Las
malas dietas o el estrés han hecho que nuestra flora esté cada vez más
dañada y aparezcan diversos problemas: las patologías digestivas han
aumentado un 40% en Aragón en solo una década.
Algunos estudios relacionan distintos problemas de salud como asma,
autismo, cáncer, enfermedad celíaca, colitis, diabetes, eczemas,
cardiopatías, desnutrición, esclerosis múltiple y obesidad con
desequilibrios en esta flora intestinal. Además, en el intestino se
produce serotinona, responsable de nuestro estado de ánimo.
Por si alguien se anima a preparar el yogur tradicional, según una receta búlgara, aquí dejamos el proceso.
1.- Calentar la leche y añadir nutrientes. Se vierten tres litros de leche
(fresca, de la que hay que mantener en la nevera) en un cazo, que
pondremos en el microondas durante 13 minutos. El objetivo es alcanzar
los 42 grados de temperatura (más alto no, porque moriría la bacteria).
La leche del supermercado ha perdido parte de su valor nutritivo, por
ello es buena idea, con la leche a 42 grados, añadir una pizca de
cloruro de calcio. Por otro lado, una cucharadita de preparado de quesos
añadirá un poco más de grasa y sabor. Los dos productos se venden en
tiendas de dietética ‘online’.
2.- La bacteria búlgara. El ‘lactobacillus bulgaricus’ es la bacteria
beneficiosa y se debe añadir a continuación, con la leche todavía a 42
grados. ¿Cómo la conseguirmos? La venden en tiendas ‘online’, es fácil
de encontrar. Se envía hidrofilizada y en sobrecitos. Solo tendremos que
añadir un sobre para los tres litros de leche. Aunque nos gastemos
ahora un poco de dinero con el cloruro de calcio, el preparado de queso y
la bacteria, será una inversión que durará meses y meses: en el caso de
la bacteria, no habrá que usarla la siguiente vez: el yogur sobrante
nos permitirá fabricar nuevo.
3.- Al calor del horno. Mientras añadimos el calcio, la bacteria y demás,
hemos puesto a precalentar el horno a 50 grados. Cuando llegue a esa
temperatura, lo apagamos. Repartimos la leche bien removida en botecitos
de cristal, cerrados, que depositaremos dentro del horno. No hay que
tenerlo ya encendido: esos 50 grados conservarán el calor en el
interior, donde la bacteria, con la lactosa y el calor, empezará a
propagarse y a convertir la leche en yogur. Después de ocho horas en el
horno, sacamos los botes y los dejamos en la nevera. Unas pocas horas
después, ya estará listo.
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