(Un texto de
Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 26 de
abril de 2014)
En el país
de las grandes cervezas, Bélgica, se encuentra una de las más populares, la
Mort Subite. Lejos de lo que se puede imaginar, su nombre proviene de un viejo
juego de dados del siglo XVII. La
versión con
frambuesa es curiosa y estimulante.
Mort Subite es una cerveza de tipo lambic inicialmente
fabricada por la cervecería belga
Kobbegen, fundada a principios del siglo XVII por Joris Van Der Hasselt. Esta
particular denominación hace referencia
a un juego de dados muy popular entre los trabajadores de la época que acudían
a la Cour Royale de Bruselas, un tradicional bar que servía las lambic y gueuze
de Joris a su clientela. Como el tiempo de descanso del que disponían era tan breve, debían acabar 'súbitamente'
la partida en una última tirada para
reincorporarse a su jornada laboral. El juego ganó tanta popularidad que
el dueño acabó cambiando el nombre del local por el del juego y, de paso, lo
puso también a la cerveza que despachaba.
Está elaborada a base de hierbas, trigo y lúpulo y es una
mezcla de cervezas lambic viejas y jóvenes
con añadido de frambuesas, en este caso. También está la versión sin la
añadidura de ninguna fruta, quizá la más popular y clásica. Muestra un bonito color dorado oscuro con una capa de espuma cremosa y persistente. Se aprecian notas
cítricas a la nariz y el toque de manzana recuerda a la sidra, algo muy
habitual en este tipo de cervezas. Dulce en boca y ligera acidez en el paladar, lo que la hace muy equilibrada. Ideal
con embutido y pan tostado. Su graduación alcohólica
no excede los cinco grados.
UN ESTILO ANTIGUO. La cerveza lambic es un estilo de cerveza que se
elabora exclusivamente en Bélgica, siendo
además uno de los más antiguos. Se tiene referencia de ella desde hace
más de 400 años. Es un estilo originario del Valle del Zenne, en los alrededores
de Bruselas. La versión más aceptada es que el nombre lambic deriva de la ciudad
de Leembek, donde se elabora. Este estilo incluye un grupo de cervezas de fermentación espontánea, que se
hacen a partir de la lambic básica. Esta fermentación las convierte en unas de las cervezas más
inusuales del mundo, ya que durante
este proceso no se añade levadura, sino que se deja actuar a las levaduras
salvajes del ambiente de la zona de donde proceden.
La lambic también es única en que el proceso de elaboración a veces dura varios años y para aromatizarla se
utilizan distintas frutas, en vez de lúpulo. El lúpulo que se añade es viejo,
cuando ya ha perdido todo su aroma y amargor
pero aún conserva sus propiedades antisépticas naturales. La mayoría de
la cerveza lambic se utiliza para mezclar y refermentar, añadiendo frutas y es difícil
de conseguir tal cual, sin mezclar, fuera
de su zona de origen.
Por mucho que los críticos gastronómicos
se esfuerzan en conseguir
que los viajeros vean Bélgica más allá de coles, mejillones, patatas fritas, chocolate
y gofres, es innegable que el primer impacto culinario que recibe cualquiera que
llegue a Bruselas tiene como protagonistas estos productos. Las calles que desembocan en la Grand Place, abarrotadas de
locales, todos ellos con terrazas -haga
frío o calor-, ofrecen las cacerolas negras de hierro con una tapa específica
para poner los restos de los mejillones, rebosantes de ellos, con grandes
cantidades de patatas fritas y unas buenas jarras de cerveza.
Cervezas buenísimas y muchas veces elaboradas en el propio
local. Son distintas, diferentes y que combinan
divinamente con este tipo de comida. Hay muchas alternativas a la hora de
pedir una cerveza, y optar por una belga
es siempre una muy buena elección. La calidad de las cervezas belgas es indiscutible,
están consideradas como una de las mejores
y más variadas del mundo.
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