- Mejor enteras. Puede que en polvo sean más cómodas, pero las especias, una vez molidas, pierden sus propiedades más rápidamente, así que, cuando sea posible cómpralas enteras en semillas o granos y muélelas antes de usarlas.
- Nunca caducadas. Por mucho cariño que le hayas cogido a ese botecito que lleva en tu alacena desde que te mudaste, deshazte de él porque seguramente ya no vale para nada. Escribe la fecha de compra en la tapa y deshazte de las que tengan más de un año si son molidas (las enteras pueden durar más). Si no sabes cuándo las compraste, fíate de tu olfato: si al abrir el bote no percibes su olor inmediatamente... sospecha.
- Bien almacenadas. Su peculiar aroma y sabor se lo deben a sustancias que se esfuman con facilidad... y con ellas sus propiedades saludables. El vapor, la luz y el calor son los principales ladrones de su esencia, así que conviene conservarlas en frascos herméticos en un lugar fresco, seco y oscuro... Una balda encima del extractor, o junto a la vitrocerámica o el microondas no es el sitio adecuado.
- Siempre secas. Cuando las emplees, utiliza una cucharita bien seca para no humedecer el resto del contenido de los botes.
miércoles, 18 de octubre de 2017
Conservar las especias
(Leído en la revista Mujer de Hoy del 26 de diciembre de 2015)
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