(Un texto de Elena Hita
en el suplemento económico de El Mundo del 16 de marzo de 2014)
El parmesano de
Wisconsin no es parmesano. Ha empezado con los quesos, pero amenaza con
extenderse a la naranja valenciana, al prosciutto italiano o a la salsa boloñesa.
En el marco de la negociación del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Europa,
el Viejo Continente exige a los productores de quesos del otro lado del
Atlántico que cambien las etiquetas de aquellos lácteos con denominación de
origen. Porque el parmesano es de Parma, el gorgonzola, de Milán, y el feta, de
Grecia; cualquier variedad de queso con denominación de origen fabricado en
EEUU tendrá que llamarse de otra manera. Los fabricantes estadounidenses, con el
gigante Kraft a la cabeza, están haciendo lobby para no llegar tan lejos.
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