(La columna de Martin
Ferrand en el XLSemanal del 31 de octubre de 2010)
A Raymond Poincaré le
correspondió el difícil papel de presidir la República Francesa durante la Primera
Guerra Mundial. Durante el conflicto, que se llevó por delante la vida de más
de ocho millones de personas -un millón y medio de franceses-, Poincaré puso en
marcha una serie de acciones con la pretensión de que nunca jamás volviera a
producirse un acontecimiento semejante. Entre ellas, invitó a nuestro Vicente
Blasco Ibáñez, uno de los escritores más conocidos de la época en todo el
mundo, a escribir una novela radicalmente antibelicista. El presidente francés
y el escritor español se reunieron en París, en el Palacio de! Eliseo, para
concertar los términos del encargo en un almuerzo en el que se sirvió una sopa
buIIabesa (bouilIabaisse) elaborada según los cánones provenzales -con
cangrejos, cigalas, congrio, morena, salmonetes... - y sin que faltara la
tradicional rouille, una salsa hecha
ron aceite de oliva, miga de pan, ajo, pimienta y azafrán que se unta sobre e!
también indispensable pan tostado que acompaña a tan excelsa sopa de pescado.
Éste fue el origen de Los cuatro jinetes
del Apocalipsis, una de las novelas más vendidas en todo el mundo durante
el primer tercio del siglo pasado. […]
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