martes, 28 de enero de 2025
Día de la croqueta
martes, 21 de enero de 2025
Las especias más picantes del mundo, según su análisis químico
(Un texto de Julio Martín Alarcón en El Confidencial del 6 de septiembre de 2022)
La gran cantidad de especies y denominaciones que se derivan del capsicum provocan confusión. En España se denomina ají, guindilla o cayena a los pimientos más picantes, que son tradicionales de las culturas de Centroamérica y Asia, especialmente de México y la India. La capacidad en estos países para tolerar el grado de picor, que varía según las diferentes especies, es abismal respecto a la de los europeos.
“Para el mercado, el nivel de picor se considera tan importante que se estableció estandarizar los productos empleando un método comercial para determinar el grado de picor en los chiles, la Scoville Heats Units —SHU, según su acrónimo en inglés—”, explica a Alimente el químico Manuel Acosta, especialista en análisis de picantes.
“En una cata normal, yo puedo llegar a diferenciar hasta unas 4.000-5.000 SHU con mucho sufrimiento, pero por encima soy incapaz y tengo que recurrir a los análisis químicos. En cambio, un mexicano o un indio pueden probar cayenas de 20.000 SHU casi sin enterarse”. Una explicación es que el elevado y habitual consumo de capsaicina en estos países ha acostumbrado a los receptores del cerebro encargados de procesar las sensaciones de este compuesto, lo que ha elevado su tolerancia a la hora de resistir el picor.
El método de clasificación de la capsaicina debe su nombre a Wilbur Scoville, quien en 1912 desarrolló un método basado en la sensación de ardor que producía el picante en un grupo de individuos al que asignaba un valor. Después, iba diluyendo el picante con una solución de agua azucarada, que iba incrementando hasta que los sujetos dejaban de sentir el picor. Con estos datos, Scoville asignaba un número a cada chile en función de cuanta cantidad de agua azucarada era necesaria hasta que el ardor fuera imperceptible -T. John Zachariah y P. Gobinath, 'Chemistry of Spices'-.
Es conocido: los chiles, con todas su variedades, son muy picantes. En España, con los pimientos secados se elabora el tradicional pimentón, que puede ser picante o dulce según la variedad que se use y que es además un excelente conservante, pero ¿cuáles son los otros productos que más picor producen?
En la cocina española destaca el ajo, que contiene una mezcla muy compleja de compuestos volátiles azufrados, donde destaca la alicina —aliina—, el mismo responsable de que pique la cebolla. “Proviene de la catálisis enzimática que lleva a cabo la alinasa, aportando el aroma y sabor penetrante y picante característico del ajo”, explica el químico. De hecho, los ajos y cebollas tienen su propia escala para determinar el picor, mucho menos conocida que la Scoville.
Se trata de la escala de ácido pirúvico, que es el que libera la enzima de la alinasa y que permite clasificar los diferentes tipos según su cantidad. Es uno de los compuestos que hace que se nos irriten los ojos y lloremos cuando cortamos cebollas al entrar en contacto la alinasa con el aire. La ventaja de este método de medición, según un estudio de 1992 realizado por la Universidad de Nuevo México, es que se pudo establecer una correlación entre el análisis químico y la percepción de picor según varias catas realizadas.
Al margen del género 'Capsicum annuum', de donde derivan todas las capsaicinas de los chiles o guindillas, y las cebollas y ajos, existe el efímero pero intenso wasabi japonés, “un rizoma como el jengibre y el rábano común, característico de la familia de las crucíferas, que comparte género con otra especia muy típica en aromas y sabores como son las mostazas. En este caso, los componentes que provocan la sensación picante son una serie de azufres aromáticos de los cuales el más importante es el alil isocianato", según Acosta.
La peculiaridad del wasabi consiste en que, a diferencia de la capsaicina, que entra en contacto con la lengua y no se deshace, lo que produce esa sensación de ardor duradero que hace inútil además que bebamos agua para calmarlo, se disuelve y está dotado de un picor de carácter más irritante que se eleva hacia las mucosas nasales, aunque su efecto sea mucho más breve.
La planta original de la que se extrae el condimento japonés es la 'Eutrema japonicum', una variedad poco común de la familia de los rábanos que resulta muy cara de cultivar. Por eso, la casi totalidad de la salsa de wasabi que se sirve en los restaurantes nipones consiste en la característica pasta verde elaborada con el rábano picante común, a la que se añade el colorante verde propio del original. Es decir, debido a su alto precio, el picante de la gastronomía japonesa que comemos es mayoritariamente falso.
Sin embargo, el gran protagonista de los picantes por volumen de exportación, producción y consumo en todo el mundo es la pimienta negra, una especia que se extrae del fruto del 'Piper nigrum' y cuyos componentes químicos básicos, según Acosta, son la piperina y la chavicina: "Dos alcaloides clave y estructuralmente muy estables para definir su típico picor en boca, que es similar al de la capsaicina por la sensación de calor". Aunque existen variedades según sus colores, como la verde, blanca o negra, se trata de la misma especia, solo que en diferente grado de maduración.
El jengibre, por su parte, está compuesto por una serie de volátiles: los gingeroles, shogaoles, zingerona y paradoles, que le aportan el sabor característico y muy diferente al chile y que es usado también en Japón junto al wasabi. Existen otros productos denominados oleorresinas picantes, procedentes de cayenas muy picantes que son seleccionadas por expertos en la materia prima para extraerle su picor en fase orgánica (generalmente hexano) y obtener un concentrado ultrapicante (500.000 a 1-2 millones de SHU suele ser lo habitual). Estos aceites extremadamente picantes tienen muchas aplicaciones prácticas aparte de las culinarias, pero son típicos de las salsas picantes de China, Vietnam, Tailandia, Corea y Japón.
martes, 14 de enero de 2025
Los platos a los que sí les va bien el picante (y viene bien a tu salud)
(Un artículo de Ana en El Confidencial del 28 de septiembre de 2018)
Este tipo de especia es para muchos un doloroso placer que, además, puede ayudarnos a reducir grasas, al tiempo que hacernos sentir una mayor felicidad pues se liberan más endorfinas.
En ciertas culturas, como la mexicana, el picante es un modo de vida o, por lo menos, de entender la comida. En este país, el chile preside todos sus platos y apenas perciben ya sus envites pues están prácticamente vacunados. No obstante, los aficionados al picante quizás no sospechen sus tremendos beneficios pues, según ciertos estudios, la comida picante es una estupenda manera de mantener la figura. La capsaicina que hallamos tanto en las semillas como en las nervaduras ayuda a quemar grasas. Tanto es así que se vende como producto para adelgazar basándose en los resultados de un estudio de la Universidad de Oklahoma (Estados Unidos) en el que participaron 20 sujetos.
Eso sí, conviene que tengamos presente que el consumo de las variedades más picantes, como el 'reaper de Carolina', el pimiento más picante del mundo, no está exento de peligros. Así, este año, en un concurso celebrado en Nueva York, un hombre de 34 años ingresó en el hospital debido a un intensísimo dolor de cabeza. Según los expertos, ciertas personas pueden ser más sensibles a la capsaicina y experimentar efectos inesperados por el doloroso picante.
El neurólogo doctor Lawrence C. Newman, director de la unidad de dolor de cabeza en el centro hospitalario NYU Langone Health, explica muy claramente la intensidad de la cefalea que padeció el paciente: “En una escala del 1 al 10, se sale de las gráficas”.
Calificado como dolor
Lo cierto es que el picante no es un sabor, sino un dolor. En concreto, se define como un efecto de irritación, de picor, de escozor, provocado por la presencia de la capsaicina que, posteriormente, ocasiona pérdida de sensibilidad de la zona afectada. Este efecto está siendo aprovechado por la industria farmacéutica, que ya lo comercializa en formato de pastillas como analgésico para el dolor.
Además, resulta que su ingesta fomenta las sonrisas, pues nos ayuda a liberar endorfinas. Quizás a más de uno le hayan entrado ganas de ponerse a cocinar unos deliciosos platos con guindilla, pero no sabe exactamente por dónde empezar. No pasa nada, tenemos unas estupendas recetas para iniciarnos en esta clase de gastronomía.
Vaya por delante que marida excelentemente con carnes, pescados, salteados, potajes e incluso en guisos tan castizos como unos callos. Por supuesto, aunque en México lo llaman chile o ají, en España lo conocemos por guindilla y es una especia más de nuestro repertorio.
Carne con chimichurri
El chimichurri es una salsa de origen argentino, aunque también goza de gran popularidad en otros países latinoamericanos. Con ella se puede aderezar cualquier tipo de carne y también es posible emplearla para preparar empanadas.
Ingredientes:
1 ½ tazas de hojas de perejil fresco
6 hojas de albahaca
Las hojas de 3 ramitas de orégano
4 dientes de ajo machacados
3 cucharadas de vinagre blanco
6 cucharadas de aceite
1 cucharada de guindilla molida
Sal y pimienta al gusto
Preparación. Trituramos todos los ingredientes juntos hasta que se forme una salsa. Luego la servimos con la carne o la guardamos en la nevera a la espera de que la carne esté lista. Es recomendable consumirla el mismo día.
Gambas al ajillo con mucha guindilla
Una tapa andaluza por excelencia, y que toda España ha hecho suya, son las gambas al ajillo que, además de abundante ajo y aceite, cuenta con su ración de guindillas. Si queremos restar picor al plato, extraer las semillas de la guindilla es una buen truco, pero hay que lavarse las manos a conciencia pues nos podemos
irritar los ojos si nos rascamos después.
Ingredientes:
1 kg de gamba congelada o fresca.
20 dientes de ajos.
2 guindillas secas.
Aceite de oliva virgen extra (unas 20 cucharadas).
Sal y pimienta negra recién molida (al gusto).
1 chorrito de vino blanco o incluso un toque de vinagre de Jerez.
Preparación. En una cazuela de barro (preferiblemente, pues así rezan los cánones) ponemos el aceite de oliva virgen extra con las guindillas. Pelamos los dientes de ajo y los cortamos en rodajas finas y añadimos las gambas. Tan solo un rato más al fuego y cuando observemos que todo se dora, estarán listas para degustar con una buena hogaza de pan.
Callos a la zamorana con guindilla
Otra receta en la que el picante le aporta el toque definitivo es esta de callos peleones gracias a la guindilla de su receta. Toda una vuelta de tuerca a este plato de casquería.
Ingredientes:
1 morro de ternera pequeño.
700 g de callos de ternera.
Caldo de carne (mejor si es casero)
1 o 2 guindillas (dependiendo de nuestro grado de atrevimiento y nuestra pasión por el picante).
1 cebolla.
1 pimiento rojo.
5 o 6 dientes de ajo.
Pimentón dulce.
Perejil.
2 hojas de laurel.
Comino molido.
1 cucharada de harina.
Aceite de oliva y sal.
Preparación. Lavamos bien los callos y el morro para que no queden restos de impurezas. Lo cocemos con aceite, laurel, cebolla, un par de dientes de ajo y sal. Cuando estén blandos, los sacamos, los escurrimos y los troceamos. En una cazuela de barro añadimos un generoso chorro de aceite con unos dientes de ajo.
Cuando observemos que ya están dorados, incorporamos la cebolla y el pimiento rojo y continuamos rehogando.
En un mortero, machamos los ajos restantes con un poco de perejil que verteremos en el sofrito. También toca añadir la guindilla (1 o 2), el pimentón, el comino y la harina. Lo removemos todo. Incorporamos el caldo de carne y aguardamos a que hierva. Trituramos la salsa con una batidora cuidando que no quede muy espesa ni tampoco muy ligera. Por lo tanto, si lo creemos adecuado, añadiremos más caldo. Por último, metemos en la cazuela los callos y el morro a fin de darles un hervor más antes de servir.
martes, 7 de enero de 2025
Los productos más caros que debes probar: merecen lo que cuestan
(Un texto de Julio Martín Alarcón en El Confidencial del 21 de junio de 2018. Por si faltan ideas para autohomenajearse a principio de año).
El pollo originario de Indonesia, el ayam cemani, parece sacado de la imaginación de un dibujante, pero es totalmente real y único. No solo todo su cuerpo es negro, de los plumajes al pico, sino hasta la propia carne y todas las vísceras incluyendo el corazón. Solo sus huevos son blancos. Es una de las rarezas y exquisiteces que por su sabor, su escasez, la dificultad de su crianza, cosecha o captura se han convertido en lujos que merece la pena intentar probar alguna vez.
En el caso del ayam cemani, solo su presencia impone en el plato. La pigmentación se debe a un gen que le produce fibromelanosis. Menos exóticos pero también muy apreciados y escasos, ya que están en peligro de extinción, son los denominados santiaguiños, un marisco galllego poco conocido en el resto de España y que es uno de los manjares más secretos de la despensa nacional.
Aunque hubo un tiempo en el que fue incluso servido gratis como aperitivo en los pubs de Nueva York del siglo XIX, el caviar, las huevas del Esturión del mar Caspio, son también exquisitas, pero dentro de su propia categoría hay clases: el almas, de color blanco; el beluga y el sevruga, de color grisáceo, procedentes de Irán y Rusia, son los más cotizados.
Hay especias como el azafrán que siguen siendo un lujo para condimentos, o las trufas, cuya variedad blanca es muy cotizada. Existen también frutas que se escapan de lo habitual y tienen un gran éxito en el mercado. Además de la lima digitiforme considerada el caviar de los cítricos, hay frutas como el melón japonés yubari, de la isla de Hokkaido, que puede alcanzar más de 10.000 euros.
Santiaguiño
En Galicia se le denomina así porque en la frente del crustáceo se dibuja una figura que se asemeja a la Cruz de Santiago. Se trata de una rareza, los Scyllaridae, dentro de la más conocida familia de los Palinuroidea, como son las populares langostas. No tiene subespecies y es exquisito además de caro, porque, entre otras cosas, está en peligro de extinción. Su precio ronda los 100 euros el kilo y es poco común en las cartas de los restaurantes. Muy recomendable si lo ofrecen fuera de carta, pero es aconsejable preguntar por su precio antes.
Caviar almas
Las huevas del esturión han sido siempre un manjar. Especialmente las del Mar Caspio. Aunque hubo intentos en EEUU de explotar esturiones en el siglo XIX, como los del alemán Henry Schacht en el río Delaware, que hizo decaer su valor. El más apreciado por su sabor procede de las variedades sevruga y beluga, que producen Rusia e Irán principalmente. El más exclusivo sin embargo, es el almas o caviar blanco, cuyo nombre significa 'diamante' en ruso. Se obtiene de ejemplares de más de 100 años de edad y son carísimos. Un kilo puede superar los 20.000 euros y solo se puede comprar en la firma Caviar House & Prunier.
Trufa blanca
Denominada en italiano la trufa de la Alba Madonna, se encuentra en las regiones montañosas del norte de Italia, aunque las primeras datan de Istria, Croacia. Si la trufa negra es ya exquisita y única por su especial sabor, la variedad blanca es aún más rara y por tanto difícil de conseguir. Apreciada desde la antigüedad por los gourmet, solo se encuentra de forma salvaje, para lo que se emplean perros o cerdos entrenados.
Azafrán
El 'oro rojo' es el rey de todas las especias que existen. Aunque nos parezca un producto más normal, su cotización ha sido muy elevada desde hace siglos y se ha mantenido siempre en lo más alto. Un valor seguro. Su precio oscila ahora entre 5.000 y 200.000 euros el kilo. Mas que por sí misma, es una delicia indispensable para muchas recetas.
Melón yubari
Cosechado en la isla de Hokkaido, Japón, se trata de un híbrido de dos tipos de melón cantalupo. Su desorbitado precio, que puede rondar los 10.000 euros, se debe a que solo se puede cosechar en esa área concreta. Debido a la escasa oferta, su gran sabor y la gran demanda, este melón es además una exquisitez por su especial sabor dulce.