(Extraído de un texto de gastrópoli, de la versión electrónica de El
Mundo del 27 de diciembre de 2013)
Tres partes de cava (o prosecco, en su versión más genuina), dos de
Aperol (bebida
roja, de baja graduación, cuyo sabor recuerda a una mezcla entre el
biter y el Campari), hielo, una rodaja de naranja y un golpe de
soda. ¿Resultado? Un Spritz, el combinado
más famoso elaborado con esta bebida y que además es el trago
favorito del aperitivo italiano, concepto más próximo al afterwork
que a nuestra minicomida previa al almuerzo.
Original y refrescante, cítrico y un pelín amargo,
este cóctel surgió en Italia a principios del siglo XX y se asentó,
sobre todo, en la zona del Véneto (en Venecia y Trieste, aunque en
la actualidad su consumo está extendido por toda la península). En
sus orígenes, el trago fue típico de los obreros que solían
disfrutarlo cuando disponían de algún rato libre, casi siempre al
salir de las fábricas. Para las clases más acomodadas, el Spritz
era la bebida de los sábados por la tarde.
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