(Extraído de un artículo de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo del 21 de noviembre de 2015)
Crudo es como mejor se aprovechan sus propiedades, que las tiene, y
muchas. Aunque no puede considerarse un alimento milagro, son bastantes
los expertos que hablan de sus beneficios para la salud. La alicina que
contiene hace que tenga efectos vasodilatadores y que ayude a controlar la hipertensión. Además, es diurético y un buen bactericida y antiséptico.
Tomarlo machacado o en zumo puede ser una buena opción, pero hay
alternativas bastante más agradables como las que sugiere Escartín. Por
ejemplo, incorporarlo finamente cortado a la hora de aliñar cualquier ensalada. "A mí me gusta untar los bordes del plato con un diente, sin abusar, para que vaya desprendiendo su aroma", sugiere.
El ya referido ajoaceite aragonés o la preparación de una vinagreta con
cebolletas, ajos tiernos y tomate, todo ello troceado muy fino, es una
buena opción, como la popular picada de ajo, perejil y aceite para
aliñar decenas de platos. Tantas y tan buenas son sus virtudes que en el mercado existen opciones para quienes no estén por la labor de ingerirlo crudo. De esta forma, se comercializan perlas, cápsulas y extractos que conservan sus propiedades.
En cualquier caso, José Antonio Escartín sugiere su presencia, cocidos, en legumbres y guisos; "salvo en el caso de guisos que incorporen vinos dulces y oportos, donde no casa bien";
fritos, en láminas o enteros; encurtidos, para el momento del
aperitivo; confitados, para decorar muchos platos, y asados al horno,
para elaborar con ellos salsas o acompañar carnes y pescados.
Asar dos o tres cabezas de ajos es una buena alternativa cuando, por ejemplo, se utilice el horno para otras elaboraciones. La temperatura debe oscilar entre 160 y 190 grados
y estarán listas cuando hayan transcurrido entre 25 y 35 minutos. Sobre
un papel de aluminio hay que cortar un extremo de las cabezas dejando
los dientes a la vista. Se aderezan con sal y aceite de oliva y se
cierran como si fuera un papillote. A continuación, se meten al horno y
cuando al presionar ligeramente estén blandas, ya estarán asadas.
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