(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 8 de julio de 2012)
En las primeras novelas de don
Benito Pérez Galdós apenas aparecen referencias gastronómicas. Al contrario que
su maestro Balzac, el español tardó en fijarse en las costumbres alimentarias
de sus personajes. Solo en sus últimas obras menudean las referencias al vino o
a la comida. Por ejemplo, en La estafeta
romántica, volumen epistolar insertado en la tercera serie de sus Episodios nacionales, dedicó un par de
cuartillas a las recomendaciones que da Demetria -ilustre mayorazga de
Laguardia a su amiga Pilar para el correcto cultivo de unos tirabeques que le envía
para mejorar su hacienda y su mesa.
Estamos en plena Primera Guerra
Carlista. Pero Pilar le pide dicho manjar a través del común amigo Fernando
Calpena, porque «desea de los grandes, torcidos a lo cuerno de carnero, jugosos
y mantecosos, como los que le mandaron de regalo las de Álava, allá en la ominosa
década, si no recuerda mal».
Galdós, en un alarde
literario, permite a sus creaciones darse un descanso a partir de estos guisantes
tiernos, que se comen con su vaina, tan deliciosos cuando frescos y
provenientes de un buen y mimado cultivo como considera nuestro mayor novelista
decimonónico.
[…]
No hay comentarios:
Publicar un comentario